Colaboración/23
noviembre, 2015/
Por Santiago Navarro F.
y Renata Bessi
Una versión de este
texto se publicó en www.truth-out.org
Agencia SubVersiones
El
gobierno de Brasil trabaja para reactivar su programa nuclear, lo que incluye
la construcción de doce plantas nucleares para la producción de energía
eléctrica hasta el año 2050. Dicho país cuenta ya con dos plantas nucleares,
Angra 1 y Angra 2, y la que está casi terminada, Angra 3, todas
en el estado de Río de Janeiro. Hoy la participación nuclear en la matriz
energética brasilera es inferior al 2%, el objetivo es ampliar esa
participación al 5%. «Brasil no puede
renunciar a la energía nuclear en función de la seguridad energética que
representa y tomando en cuenta que es una energía barata», dijo el ministro
de Minas y Energía, Eduardo Braga, en una audiencia pública en la cámara de
diputados.
No obstante, la iniciativa para reactivar el
programa nuclear brasileño fue tomada de manera no democrática, dijo el físico
y profesor de la Universidad Federal de Pernambuco, Heitor Scalambrini Costa,
miembro de la Red Brasileña de Justicia Ambiental. «Un grupo de diez personas que conforman el Consejo Nacional de
Política Energética (CNPE) tomó la
decisión. La mayoría del Consejo está compuesto por ministros del Estado que
tienen la obligación de decir sí al presidente de la república. La única que
discrepó fue la entonces ministra de medio ambiente, Marina Silva, quien
posteriormente renunció a su puesto. No hubo ningún debate más amplio con
sectores académicos, científicos y la sociedad civil», agrega el profesor.
Junto a la decisión de reactivar el programa
nuclear, representantes del gobierno y de las empresas defienden cambios en el
modelo de construcción de las nuevas centrales nucleares, con el fin de
permitir la participación del sector privado –hoy esta actividad es una
atribución exclusivamente del ámbito del Estado. De acuerdo con la página web
de la empresa paraestatal Electronuclear, responsable para operar y construir las plantas
nucleares en Brasil, «sin duda, los
negocios podrán contener inversión privada tanto nacional como internacional».
Mujer Pankara, «de continuar estos
proyectos, vamos a desaparecer». Fotografía: Renata Bessi
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En relación con los proveedores de tecnología
–la primera planta fue construida con tecnología de los Estados Unidos y las
otras dos con tecnología de Alemania–, ahora la empresa Eletronuclear extiende
la posibilidad de proveedores. «Para las
plantas de pos-Angra 3, se espera la participación de los principales
proveedores internacionales: la francesa Areva/Mitsubishi; la estadounidense
Westinghouse/Toshiba; la rusa Rosenergoatom, además de la empresas chinas SNPTC
y CNNC».
El escenario de oportunidades de negocio
abierto en Brasil ha generado en el país un clima de presión por parte de las
empresas –expresado en declaraciones en los medios de comunicación y a manera
de lobby en el Congreso Nacional– para que el gobierno acelere el proceso de
inversiones. Sólo en los últimos cuatro meses, dos grandes eventos
internacionales tuvieron lugar en Río de Janeiro y São Paulo para promover la
energía nuclear como una energía limpia, con la participación de inversionistas
internacionales.
Representante de la empresa francesa Engie
declaró a la prensa brasileña, cuando se llevaba a cabo la Conferencia
Internacional Nuclear del Atlántico (INAC), realizada en Sao Paulo este 2015,
el interés de invertir en la energía nuclear en el país. «Engie es un gran player –jugador–
en programas de energía nuclear en el mundo y tenemos gran interés en el
mercado brasileño. Estamos a la espera de que el gobierno de luz verde en la
apertura de este mercado a la iniciativa privada y estamos aquí, una vez más,
para cooperar con las autoridades, demostrando nuestra experiencia en el INAC»,
afirma Mauricio Bahr.
El fondo, al fondo el río San Francisco que cruza por lo menos en 5
estados semiáridos. Fotografía: Renata Bessi
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Por el lado del gobierno federal se está
emitiendo señales en el sentido de tornar la energía nuclear como un negocio.
Leonam dos Santos Guimaraes, director de planificación, gestión y medio
ambiente de Eletronuclear, durante el VI Seminario Internacional de la Energía
Nuclear en junio de este año en la bolsa de valores de Río de Janeiro, admitió
ante los inversionistas internacionales la necesidad de la flexibilización del
modelos de negocios en el sentido de facilitar y viabilizar mayor interés de
las empresas privadas. En el encuentro, las empresas extranjeras reafirmaron su
interés en el sector nuclear brasileño y discutieron posibles modelos de
alianzas público-privadas que pueden ser adoptadas por Brasil.
Brasil está posicionado en el 7º lugar en
mayores reservas mundiales de uranio, según la Agencia Internacional de Energía
Atómica (IAEA). Además, el país domina la tecnología de todo el proceso de
fabricación de combustible, inclusive la principal fase, el enriquecimiento de
uranio –hoy el enriquecimiento es hecho comercialmente por los Estados Unidos,
Rusia, China, Japón y dos consorcios de países europeos. «Sin lugar a dudas la existencia de uranio y la tecnología son
cruciales para que el país pueda decidir la continuación de su programa
nuclear» dice Scalambrini.
¿Crisis energética?
La
generación de electricidad en Brasil por medio de centrales térmicas no está
motivada por el agotamiento del potencial hídrico, predominante en la
generación de energía eléctrica en el país, pero es para enfrentar los riesgos
de esta fuente de energía, dice el gobierno brasileño. «El componente hidroeléctrico continuará predominando en el sistema»,
explica el área de prensa de Electronuclear. Pero para el gobierno, «las plantas nucleares son componentes que
garantizaran la operación del sistema eléctrico».
Tierras sagradas pankara se verán afectadas por la planta de energía
nuclear. Fotografía: Renata Bessi
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Para el físico Scalambrini, la decisión es
equivocada. «El país tiene abundantes recursos renovables y varios que pueden
satisfacer la demanda con eficacia, sin residuos y con la generación
descentralizada, además de la complementariedad entre las distintas fuentes de
energía renovable. Por lo tanto no hay razón para invertir en centrales
nucleares en el país», dice el profesor.
Presión de Rusia
Desde el
año 2005, la industria nuclear ha intensificado su cabildeo agresivo en varios
países de América Latina, con fuerte influencia en la legislación y la política
energética, agrega Scalambrini.
«El caso
brasileño se mueve en la dirección opuesta en relación a diversos países
europeos debido a la presión de poderosos grupos de interés que responden a las
empresas inversionistas, de la misma forma grupos de científicos de prestigio
que confieren nuevas oportunidades de investigación financiadas, contratistas y
proveedores de equipos. Además, por supuesto, de los sectores de las fuerzas armadas,
fascinados por el poder que trae la energía nuclear. Esto sin contar a los
medios de comunicación cuyos intereses están claramente a favor de esta fuente
de energía», sostiene
Scalambrini.
Uno de los poderosos lobbies está conformado
por el sector nuclear estatal de la corporación rusa Rosatom, muy interesada en
el negocio nuclear en Brasil, dice el profesor. «La Rosatom abarca más de 250 empresas e instituciones científicas,
incluyendo todas las empresas nucleares civiles de Rusia, las instalaciones del
complejo de armas nucleares, las organizaciones de investigación y la única
flota de propulsión nuclear en el mundo. Y ocupa una posición principal en el
mercado mundial de tecnologías nucleares», explica Scalambrini.
Casa de oración de los indígenas pankaras. Fotografía: Renata Bessi
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Esta
empresa ha demostrado que el gobierno brasileño está dispuesto a construir,
operar y financiar inversiones en centrales atómicas en el país. «A través de estos acuerdos, la compañía
rusa recibiría acciones de las plantas nucleares, proporcionando conocimiento
técnico y financiamiento, construiría las unidades y de la misma forma operará
dichas instalaciones».
«Sin
duda alguna representan negocios multimillonarios y es fundamentalmente el
dinero que mueven los intereses. Cada 1000 MW costará 5 billones de dólares», sostiene Scalambrini. «Toda esta presión
para la construcción de plantas de energía nuclear, lamentablemente es hecho en
detrimento de los intereses reales de las generaciones actuales y futuras. Es
inaceptable que la decisión de construir centrales nucleares en el país sea
hecha en un mero balance de negocios, sin la seguridad necesaria de la vida de
las personas», afirma.
Para que otras naciones pueden desarrollar
estos negocios en suelo brasileño es necesaria una serie de cambios en la
Constitución Federal de 1988 de este país. El artículo 21, fracción XXIII, y el
177 garantizan el monopolio de la Unión para toda la cadena de uranio, esto
implica la minería y la generación de energía eléctrica.
En el centro, la jefa indígena pankara. Fotografía: Renata Bessi
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Países contra la energía nuclear
La
decisión del gobierno brasileño sigue una dirección contraria de gobiernos
europeos, tales como Francia y Alemania, que, después del colapso de las
plantas nucleares de Fukushima en el año 2011, fuera de control hasta el día de
hoy, han abierto un debate y, bajo la presión de la sociedad, han decidió no
invertir más en nuevas centrales nucleares.
El parlamento francés adoptó definitivamente
una ley de transición para reducir el uso de la matriz de energía nuclear en la
producción de electricidad. Hasta el año 2025, la participación de la matriz
nuclear en la producción de electricidad debe reducirse hasta un 50% y 75%. Con
19 centrales, Francia con su sector nuclear es posicionado el segundo el mundo.
Su economía depende de la energía nuclear como ningún otro país para su consumo
de electricidad, casi el 75% de las necesidades de abastecimiento provienen de
este sector.
La industria nuclear francesa, incluso antes
del anuncio de la reducción, ya enfrentaba dificultades. Su grupo industrial
dominante Areva, que apuesta en el negocio nuclear brasileño, informó de una
pérdida de casi 5 millones de euros en el año 2014 y por tanto deben cerrar
entre 5 a 6 mil puestos de trabajo.
Alemania declaró en el año 2011 que cerraría
todas sus centrales atómicas de producción comercial de electricidad hasta el
año 2022. De acuerdo con la Articulación Antinuclear Brasileña, el gobierno
alemán justifica la decisión, alegando problemas de inseguridad.
A ellos se suman Austria, Bélgica, Suiza,
Italia (por decisión unánime, donde más del 90% de la población votó contra la
instalación de nuevos reactores nucleares en su territorio) quienes revisaron
los planes para la instalación de nuevas plantas de energía y decidieron
distanciarse de la energía nuclear.
Del río San Francisco se va a proveer de agua para la planta nuclear.
Fotografía: Renata Bessi
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Alemania rompe acuerdo nuclear con Brasil
En 27 de
junio de 1975, en pleno auge de la dictadura militar brasileña, fue firmado el «acuerdo de cooperación para uso pacífico de
energía nuclear Brasil-Alemania», que entró en vigor el 18 de noviembre del
año 1975, con vigencia de 15 años. Además de cooperación científica, el
contrato estableció el uso de la tecnología alemana para construir en Brasil,
hasta ocho plantas de energía nuclear, una planta de procesamiento de
combustible atómico y una de enriquecimiento de uranio.
Cada 5 años, si ninguno de los dos países
oficialmente denuncia el tratado, hasta un año antes de la fecha fijada para su
renovación, el acuerdo se renueva automáticamente. Una articulación
internacional de organizaciones de Brasil y Alemania crearon una campaña contra
la continuación del acuerdo. En noviembre del año 2014, el gobierno de Alemania
rompió el tratado, que se extinguió el pasado 18 de noviembre del presente,
proponiendo al gobierno brasileño centrarse en la explotación de recursos
energéticos renovables.
El gobierno alemán no avaló préstamos para la
construcción de la central nuclear de Angra 3, por no presentar las condiciones
de seguridad necesarias.
Cultura del secreto
Aunque
ya ha comenzado la disputa por el mercado nuclear brasileño, la información
para la sociedad sobre los planes del gobierno son extremamente escasos. «Las noticias que son publicadas por la
prensa son a menudo desencontradas. Hay poca información del gobierno sobre el
tema de seguridad, de los procesos de la implementación, modelo de gestión, así
como de las zonas elegidas para la construcción de estas plantas de energía
nuclear. La cultura del secreto y la falta de transparencia prevalecen las
cuestiones relativas al tema de las plantas nucleares», dice el profesor.
Construcción para desviar parte del río San Francisco, el destino es
regar plantaciones del agronegocios. Fotografía: Renata Bessi
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El departamento de prensa del Ministerio de
Minas y Energía, al ser interrogado por el equipo de este reportaje sobre la
planificación del gobierno brasileño para el sector nuclear, se limitó sólo a
responder el número de plantas que se construirán y su energía potencial. «Otras cuestiones están todavía bajo
revisión y no hay datos para ser divulgados», afirmó el departamento de
prensa.
De acuerdo con Alzeni Tomáz, secretaria
general de la Sociedad Brasileña de Ecología Humana, la constitución brasileña
respalda la posición del gobierno brasileño. «La ley 4.118/62 en el artículo 27 establece el carácter sigiloso de la
actividad nuclear. En eso se basa el gobierno para sostener el carácter de
‘sigiloso’ sobre las acciones nucleares», explica la secretaria.
Planta nuclear en la región del semiárido
En estas
tierras se alberga el clima más seco de Brasil. La última sequía duró 3 años.
Aquí la mayoría de las comunidades dependen de camiones cisterna para tener
acceso al agua, para la higiene personal, para cocinar y para el uso en
general. La región es conocida como el Sertão, es el área semiárida
más poblada del mundo, con cerca de 17 millones de habitantes. La vegetación
predominante es conocida como la caatinga, compuesta por árboles
bajos de troncos gruesos. A primera vista estos árboles parecen estar muertos
por la sequía, pero con poca lluvia reverdece el follaje despertando la vida en
la región.
Uno de los municipios del Sertão la
ciudad de Itacuruba, estado de Pernambuco, a orillas del río São Francisco (uno
de los principales ríos de Brasil que corta la región), es fuerte candidato
para recibir una de las primeras cuatro plantas nucleares, previstas en el Plan
Nacional de Energía 2030.
«La
terminación de los estudios para la elección de la ubicación de la Central
Nuclear de esta región marca el río San Francisco como la mejor opción según
los criterios utilizados en el proceso de selección de sitio», afirma Eletronuclear en su página web.
«La
ubicación exacta no ha sido oficialmente anunciada. El área seleccionada a
orillas del río São Francisco fue mencionada en un documento oficial de la
oficina regional de Eletronuclear en Recife, capital de Pernambuco. El área
señalada apunta hacia la ciudad de Itacuruba, a 481 km de la capital de este
estado, como la primera opción para la instalación de una de las plantas
nucleares», explica
Scalambrini.
La implementación de termonucleares ha sido
motivo de alerta y resistencia para los movimientos sociales, especialmente
para aquellos que se esfuerzan por mantener la vida del río São Francisco,
afectado ya por numerosos megaproyectos. «Donde
quiera que se vaya a implementar la planta de energía nuclear, toda la
población de São Francisco se verá afectada. Territorios indígenas, comunidades
afrobrasileñas conocidas como quilombolas y comunidades de pescadores que viven
de este río», dijo Tomáz.
Geraldo y su familia están esperando a que el gobierno de Brasil
reconozca y respete su territorio. Fotografía: Renata Bessi
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Tierras sagradas
La zona
indicada en Itacuruba forma parte de las tierras sagradas de los indígenas
Pankará. «El gobierno hace grandes
proyectos y no nos pregunta, para nosotros que vivimos de la tierra, no
pregunta de lo que pensamos y lo que queremos. No nos respeta», dice a
Lucélia Pankará, líder de los indígenas. Las tierras de los pankará en
Itacuruba están en proceso de reconocimiento y demarcación por parte del
estado. «Pero, con estos proyectos, este
proceso se detuvo», lamenta la jefa indígena.
Una fracción del río São Francisco que baña
las tierras de los pankará en Itacuruba ha sido represada desde finales de los
años 1980 para la construcción de una central hidroeléctrica. La antigua ciudad
de Itacuruba fue totalmente sumergida junto con otras tres ciudades más. Un
sinnúmero de personas se trasladaron a vivir a las orillas de lo que hoy es un
gigantesco lago, reconstruyendo el nuevo Itacuruba.
Geraldo Leal, indígena pankará, fue una de
las casi 20 mil personas que fueron removidas de sus tierras y sus hogares de Itacuruba.
«La ciudad era esencialmente rural,
producía para toda la región. Yo vivía en una de las incontables islas en el
río. La tierra era muy fértil. Plantábamos de todo y todo se daba, fruta,
arroz, frijol, papas, cebollas y verduras. Y teníamos peces en abundancia. Lo
que sobraba, era para vender. Todo fue inundado con la presa y nosotros
quedamos en esta situación, sin tierra. Fuimos expulsados hacia la ciudad»,
dice Geraldo.
Pescadores artesanales del río San Francisco, «ya somos afectados por la pesca industrial y ahora con la con la
planta nuclear nuestro pueblo va a desaparecer». Fotografía: Renata Bessi
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El indígena fue a la ciudad, pero él no podía
vivir lejos de su tierra. «Nací y crecí
agricultor». Él regresó a la tierra de sus ancestros y ahora está a la
espera, junto con su pueblo, de la demarcación de su territorio, amenazada por
la posible construcción de la planta nuclear. «Estamos esperando a que las tierras sea reconocidas antes de la
creación de la planta nuclear. Nuestra tierra es nuestra historia, nuestra
vida, es el registro de todos nuestros antepasados. Como los abuelos van a
enseñar a nuestros hijos si estamos dentro de la ciudad, no hay ninguna manera
de preservar la cultura. Lo único que nos quedó fue retomar las tierras, antes
de la demarcación oficial, porque estas tierras son de nuestros antepasados».
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