«¡1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43,
justicia!... ¡vivos los queremos!»
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Caminata de
antorchas
Publicado el 29 nov. 2015
Como parte de las actividades del plantón indefinido –ubicado un poco
antes de la entrada del metro Auditorio–, esta caminata nocturna irrumpió
organizadamente en una de las zonas más exclusivas
de Polanco. Rodeados por la policía de tránsito de la Ciudad de México,
estudiantes normalistas, organizaciones sociales y asistentes del plantón se
sumaron a la convocatoria hecha por las madres y los padres de los normalistas
desaparecidos. Sin ningún contratiempo, la caminata fue abriéndose paso entre
el Hotel Intercontinental y varios Starbuck's,
pasó enfrente de agencias de autos como Porsche y Ferrari, iluminó aún más los
contornos de parques y las esquinas llenas de restaurantes, dejó sin tránsito
la avenida Presidente Masaryk y finalmente, la caminata regresó al plantón, en
donde de inmediato se sirvieron cafés, se atendió a los padres y madres y se
continuó con las guardias respectivas.
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Por
Heriberto Paredes/
30
noviembre, 2015/
Agencia
SubVersiones
Las calles de Polanco, llenas de gente
cenando, tomando alguna bebida, platicando en las terrazas, lo que un sábado
por la noche puede ofrecer como escenario. Las calles coloridas, llenas de
anuncios y luces, autos de lujo en las agencias de marcas extranjeras, joyas en
los aparadores, ropa costosa, en síntesis, un mundo que está destinado sólo
para algunos, aquellos que privilegiados pasean por estas calles sin mayor
preocupación, sin que en sus rostros algo cambie. Como si el país no padeciera
los tiempos oscuros que hoy son el pan de cada día para la mayoría.
Pero algo
que comienza como un rumor y que poco a poco va creciendo hasta convertirse en
un coro uniforme que grita lo inevitable, lo indecible: «¡Porque vivos se los llevaron,
vivos los queremos!». Lo indecible caminando en el reino de lo decible.
Los rostros sorprendidos de mujeres y hombres no acreditan lo que sus oídos
escuchan con claridad: «¡Justicia!». Toman sus bolsos de
los percheros, colocan las sillas por delante y levantan sus copas, lo más
osados sacan sus celulares y nos toman fotografías como si un circo se hubiera
equivocado de ruta, alguno que otro despistado dedica un par de sonidos de su claxon
en señal de apoyo, pero nadie se para a mirar realmente, nadie se suma a la
lucha de las familias de los normalistas desparecidos y asesinados hace ya 14
meses en la larga y oscura noche de Iguala.
Como
parte de las actividades del plantón indefinido –ubicado un poco antes de la
entrada del metro Auditorio–, esta caminata nocturna irrumpió organizadamente
en una de las zonas más exclusivas de Polanco. Rodeados por la policía de
tránsito de la Ciudad de México, estudiantes normalistas, organizaciones
sociales y asistentes del plantón se sumaron a la convocatoria hecha por las
madres y los padres de los normalistas desaparecidos. Sin ningún contratiempo,
la caminata fue abriéndose paso entre el Hotel Intercontinental y varios
Starbuck’s, pasó enfrente de agencias de autos como Porsche y Ferrari, iluminó
aún más los contornos de parques y las esquinas llenas de restaurantes, dejó
sin tránsito la avenida Presidente Masaryk y, finalmente, la caminata regresó
al plantón, en donde de inmediato se sirvieron cafés, se atendió a los padres y
madres y se continuó con las guardias respectivas.
Dos
Méxicos se mantienen enfrentados, el país de los de arriba y el país de los de
abajo. No sorprende la indiferencia de algunas miradas o el pánico de los
comensales al ver esta protesta pacífica.
***
«ASÍ DAMOS UN
PASO AL FRENTE PARA INFORMAR QUE SE NOS HA HECHO DAÑO.
LA PRIMERA VEZ
QUE SE INFORMÓ QUE ESTABAN DESCUARTIZANDO A NUESTROS AMIGOS, LANZAMOS UN GRITO
DE HORROR. LUEGO DESCUARTIZARON A CIEN. PERO CUANDO DESCUARTIZARON A MIL Y LA
MATANZA PARECÍA INTERMINABLE, UN MANTO DE SILENCIO LO CUBRIÓ TODO.
CUANDO EL MAL SE
PRECIPITA COMO LA LLUVIA, NADIE SE ATREVE A DECIR “¡BASTA!”
CUANDO LOS
CRÍMENES COMIENZAN A APILARSE, SE VUELVEN INVISIBLES. CUANDO EL SUFRIMIENTO SE
HACE INSOPORTABLE, SE DEJA DE OÍR EL LLANTO. TAMBIÉN EL LLANTO CAE, COMO LA
LLUVIA EN VERANO».
BERTOLT BRECHT, LAS VISIONES
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