Ernesto Ledesma Arronte
Director de Rompeviento TV
@eledesmaa
Si algo hemos aprendido año
con año en México, es que el averno sí existe, que sí existen los círculos
infernales de Alighieri, y cuando pensamos que ya alcanzamos el último,
Virgilio nos dice que no, que apenas vamos en el segundo, que son nueve, y
falta lo que falta.
Las fosas clandestinas y oficiales, los homicidios dolosos, las
desapariciones forzadas e “involuntarias”,
la tortura, las detenciones arbitrarias, los enriquecimientos ilícitos, los
fraudes, la corrupción, la impunidad, forman parte del más crudo de los
círculos infernales que vive México. La brutalidad y el horror que han padecido
miles de familias son ya indescriptibles.
La gravedad de la situación motivó, entre septiembre y octubre pasado,
las visitas del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid
Ra’ad Al Hussein, y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Al
término de su visita oficial, el Alto Comisionado de Naciones Unidas declaró
que existe un amplio consenso nacional,
regional e internacional sobre la gravedad de la situación actual de los
derechos humanos en México… Más del 98% de los crímenes quedan impunes.
Por más que las televisoras y el resto de los medios oficialistas se
empeñen en cubrir la dimensión de la fosa nacional y de los círculos
infernales, la dantesca realidad alcanzó la condición de emergencia
humanitaria.
La simbiosis que existe entre el Poder Ejecutivo, el crimen organizado y
diversas multinacionales, ha dado al Ejecutivo Federal una naturaleza distinta.
Actúa y procede como poder supremo y con una preponderancia siniestra. Nunca
imaginamos que podía ser peor que en los tiempos de la guerra sucia. Nunca
imaginamos algo peor que los tiempos de Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo,
de la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón. Pero no hay duda,
cada vez es peor.
Como es ley en México, aquí se legalizaron los delitos, y esa larga
lista de agravios a la población civil mexicana son cometidos o encubiertos por
el Ejecutivo Federal en cualquiera de sus secretarías de Estado y/o
instituciones de gobierno. Salvo acotadas excepciones personales, el Poder
Legislativo y el Poder Judicial son ahora garantes de la impunidad mexicana.
La metodología del sistema político nos tiene atrapados en una pesadilla
infinita. Caminamos en círculos infernales y cuando regresamos al supuesto punto
de origen, ya no es ése, es otro, y es peor.
El Poder Ejecutivo designa magistrados del Poder Judicial, que a su vez
son avalados por el Poder Legislativo, que a su vez fue colocado por el Poder
Ejecutivo a través de su partido.
El Poder Ejecutivo designa consejeros del Instituto Nacional Electoral
(INE), que a su vez son avalados por el Poder Legislativo integrado por los principales
partidos políticos.
En el México del PRI, el Poder Ejecutivo designa no sólo candidatos a
gobernadores, también decide quiénes van a triunfar en las contiendas
electorales, que a su vez son avaladas por el Instituto Nacional Electoral
(INE) o por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. No
importa si es del PRI, del PAN, del PRD o del Verde Ecologista, el candidato no
es el mismo, pero el resultado de su gestión, sí.
Si homologamos el infierno de La
Divina Comedia, de Dante Alighieri, con la situación en México, el Poder
Ejecutivo es el Minos que preside el
infierno, y los procesos electorales -no importa si son municipales, estatales
o federales- representan el círculo infernal que garantiza la perpetuidad de
los mexicanos en el averno. Minos o
el Ejecutivo Federal es el juez que se sienta en una gigantesca urna nacional y
decide quién transita al paraíso y quién vaga en el infierno, frente a los ojos
de un jurado mudo, sordo… castrado.
El año 2016 tiene un escenario aún más complicado que el año 2015.
La garantía de la perpetuidad de los infiernos tiene rostro electoral.
El 5 de junio 2016 habrá elecciones para elegir nuevos gobernadores en 12
entidades federativas, y este domingo 17 de enero, una más, en el estado de
Colima. Trece nuevos gobernadores se preparan para garantizar el tránsito
eterno de la población mexicana al peor de los infiernos… el 2018.
Son las primeras elecciones que le tocan a Manlio Fabio Beltrones como
dirigente nacional del PRI, y son la antesala estratégica para las elecciones
del 2018. En el 2017 no hay elecciones para gobernador. Colima es el primer
embrión de Beltrones en su dirigencia nacional. La guerra sucia es la firma, y
claro, ayuda si quien la padece es indefendible. La firma priista de Beltrones
apenas asomó la nariz. El próximo 5 de junio se mostrará a plenitud. Con “gran creatividad” y sin ella, Beltrones
emergerá todopoderoso para anunciarnos la eternidad de los círculos infernales.
Trece nuevos gobernadores para seis años cada uno y todos servirán al
país “apegados al Estado de Derecho”.
Cada gobernador garantiza triunfos electorales municipales, y garantiza los
infiernos que guardan y esconden las fosas clandestinas. En seis de esos trece
estados, nunca ha perdido el PRI, y si pierde en alguno de ellos, en realidad
no pierde, sólo usa el membrete de otro partido, pero sigue ahí, con el control
absoluto del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial; con el control absoluto
del Instituto Nacional Electoral, con el control absoluto de las televisoras y
las radiodifusoras en cadena nacional, estatal y municipal. Observar a
multitudes de personas en distintas entidades de la República mexicana,
pelearse o formarse largas horas o días para recibir su TV digital, es como ver
elecciones anticipadas. El poder las ha subyugado con mitos de nuevas y grandes
“oportunidades”.
El control total de los medios electrónicos en cadena nacional, estatal
y municipal no sólo esconde o encubre fraudes electorales, sino forma parte de
los fraudes y nubla la mirada nacional con pantallas mediáticas. En sentido
estricto, ¿en qué se beneficia la población civil mexicana con la captura de “El Chapo” Guzmán y Humberto Moreira
(este último detenido por autoridades de España, no de México)? En nada. No va
a disminuir el trasiego de droga, la violencia que devasta a la población y
mucho menos el lavado de dinero. Tal vez la detención de Moreira -ex gobernador
priista y ex dirigente nacional de ese partido- desnuda aún más al PRI.
Sin embargo, en esas detenciones no se juega el futuro de nuestro país
ni la posibilidad de salir de los infiernos.
El sistema político y la estructura institucional no funcionaron,
fracasaron, pero el hecho de que no funcionen por la buena, no quiere decir que
no funcionen por la mala, funcionan, por eso, reprimen, encarcelan, asesinan o
desaparecen adversarios.
El Ejecutivo Federal observa y gobierna el país con naturaleza
castrense, el plan que desarrolla en este círculo infernal es el Plan DN2, y su
enemigo es interno, es la justicia, es la población civil y el periodista que
no se somete; son los movimientos sociales que protestan, es una madre o un
padre que aúlla la pérdida de su hijo en el círculo infernal, es la lucha a
muerte por la vida.
Los presos políticos son parte de la táctica gubernamental, disuade la
protesta, infringe miedo, y, dependiendo del nivel de los infiernos dentro del
penal, destruye hasta el espíritu de un activista (como en el caso del doctor
Mireles). Los pequeños triunfos de los movimientos sociales apenas llegan a
liberar presos políticos que nunca debieron pisar la prisión. No deja de ser un
logro, y no se puede abandonar bajo ninguna circunstancia la batalla por tener
justicia en el país, y para ello es imperativa la liberación de todos los
presos políticos, pero esas batallas forman parte ese otro círculo infernal
infinito, en el que se logra todo y se logra nada.
Hablando en crudo, es más lo que se está destruyendo que lo que se está
construyendo. Los agravios de las autoridades mexicanas contra la población son
la regla.
El gobierno mexicano está sobrado de soberbia y perdido en equilibrio.
Ya mandó todas las señales de lo que es y de hasta dónde está dispuesto llegar:
puede desaparecer personas, fabricar delitos, encarcelar, exterminar
adversarios o enemigos políticos.
En su desequilibrio y pérdida de todo sentido humanitario y de
ubicación, el gobierno mexicano ha llegado al extremo de desacreditar y atacar
a organismos internacionales como el Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),
el Comité contra las Desapariciones Forzadas, o el Relator Especial de la ONU
sobre la Tortura, cuando ambas instancias coincidieron en sus diagnósticos
sobre México, al concluir que la tortura y la desaparición forzada son
prácticas generalizadas en nuestro país.
La derrota del escepticismo y la indiferencia es la madre de todas las batallas. Frente a este escenario, la soñada
articulación es el desafío humanitario más importante para el país.
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