Por Alejandro Amado
Fotografías: Sixto Flores
Agencia SubVersiones
27 enero, 2016
La noche de este 26 de enero fueron liberados los 30
normalistas michoacanos que permanecían presos en el penal de Mil Cumbres,
cercano a la ciudad de Morelia, luego de haber tenido una estadía en un penal
federal en Hermosillo, Sonora. Fueron detenidos el 7 de diciembre de 2015 y
enviados con celeridad a un penal lejano de sus familiares, contraviniendo las
condiciones para una reinserción social.
Familiares y amigos los
recibieron afuera del penal y el plantón al lado de la catedral les dio una
calurosa bienvenida. Al lugar acudió Juan José Ortega Madrigal, líder de la
Sección XVIII de la CNTE, quien pidió una disculpa por haber demorado tanto en
liberar a los estudiantes y anunció la radicalización de acciones si el
gobierno continúa con la escalada represiva. También adelantó que darán una
efusiva bienvenida a la caravana de padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa
en los próximos días.
Uno de los 30 estudiantes
liberados, quien pertenece a la Normal de Arteaga (pidió no mencionar su nombre
por miedo a represalias) recordó las irregularidades que se dieron durante su
detención.
Las detenciones se dieron
con uso excesivo de la fuerza y maltrato psicológico, recuerda. «Putos estudiantes, ya se los llevó la
verga», les decían los elementos de la Fuerza Ciudadana que los
trasladaron, con engaños. «En principio
nos dijeron que nos bajarían en la caseta de Zirahuén, a dos kilómetros de
donde nos detuvieron».
«Cuando nos llevaban a barandilla una compañera empezó a
convulsionar de los nervios, y los policías le decían ‘Ándele, qué bueno, que
se la lleve la verga’, se burlaban de ella lejos de brindarle ayuda. Eran
elementos de la Fuerza Ciudadana, además nos escoltaban policías federales y
hasta antimotines había en el autobús donde nos trasladaban».
El normalista asegura que
se violaron sus derechos porque nunca le informaron las razones de la
detención. Afirma que hubo graves maltratos físicos y psicológicos ya dentro de
las instituciones supuestamente encargadas de impartir justicia.
La liberación se dio por
falta de elementos para procesar, sin embargo, «hay posibilidades de que nos puedan volver a detener», reconoce. «Dijeron que nos detuvieron por portación,
pero a nadie se le encontró nada. Dijeron que en el autobús, pero es sencillo
sembrar pruebas».
Considera el normalista
que la siembra de pruebas es una táctica del Estado para desmovilizar a las
personas que luchan por sus derechos. «No
somos delincuentes, somos estudiantes. Ningún estudiante merece ser tratado de
la forma como nos trataron».
«No me queda más que agradecer a las personas que lucharon por
nuestra liberación. Hagan conciencia, no todo lo que les platica la televisión
y los medios de comunicación amarillistas es cierto. Les pido respetar las
luchas y los derechos humanos de quienes deciden resistir».
Paradójicamente, la
liberación de los 30 normalistas se da cuando se cumple un año y cuatro meses
de la desaparición de los 43 normalistas de la Escuela Normal «Raúl Isidro Burgos» de Ayotzinapa,
Guerrero, de quienes hasta el momento no se sabe su paradero.
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