Omar García
Ayotzinapa
Centro de Medios Libres
16 febrero, 2016
¿Por qué el
silencio en torno a Ayotzinapa durante la visita papal?
La Voz del Anáhuac
17 de febrero de 2016
Jorge Mario Bergoglio (Francisco I) Sumo Pontífice de la
Iglesia Católica, de visita en México, se negó a recibir a las madres y los
padres de los 43 normalistas desaparecidos desde el 26 de septiembre de 2016.
¿Indiferencia?
¿Diplomacia? ¿Falta de sensibilidad? ¿Compromiso con la clase política
mexicana? ¿Reiteración de la complicidad con los de arriba que lo ha
caracterizado desde que fue jerarca eclesiástico en Argentina durante la
genocida dictadura militar que “gobernó”
de 1976 a 1983?
Cierto que no
sólo son los 43 de Ayotzinapa, son más de 26 mil desapariciones forzadas desde
que Calderón declaró la Guerra contra el Narco y que Peña Nieto ha continuado
con singular denuedo. Pero la gran mayoría de estos 26 mil desaparecidos no
eran parte de ningún cártel ni de ninguna fuerza militar o policíaca. Eran
civiles, como tú, como yo, como cualquier mexicano que no comete ningún delito,
como cualquiera que estudia, que trabaja, que padece el desempleo, que lucha
por sobrevivir. Si la guerra es contra el narcotráfico ¿por qué las víctimas
son civiles?
Esa guerra lleva la
máscara de ser una guerra contra el narco, pero es en realidad una guerra contra el
pueblo. Y la desaparición de los 43 de Ayotzinapa lo muestra: los levantó la
policía municipal de Iguala, coludida con la policía municipal de Cocula y con
el cártel Guerreros Unidos. El ejército estuvo en todo momento enterado del operativo y en coordinación con las
policías federales, estatales y municipales. Es un crimen de Estado, son
prácticas de terrorismo de Estado.
La mal llamada “reforma educativa” que el Estado impone no sólo es un golpe al magisterio, arrebatándole sus derechos, es también contra todo el normalismo y, en particular, contra el rural, que siempre ha sido rebelde. Ayotzinapa ha sido la Normal Rural más combativa. Golpearla, según cálculos gubernamentales, debilitaría la resistencia de las demás.
Una estrategia parecida a la que se aplicó en 2009: golpear al SME, el sindicato que más se había movilizado contra las políticas neoliberales, eliminarlo supondría neutralizar la resistencia obrera frente a las llamadas “reformas estructurales”, en particular la laboral, la educativa y la de salud.
La mal llamada “reforma educativa” que el Estado impone no sólo es un golpe al magisterio, arrebatándole sus derechos, es también contra todo el normalismo y, en particular, contra el rural, que siempre ha sido rebelde. Ayotzinapa ha sido la Normal Rural más combativa. Golpearla, según cálculos gubernamentales, debilitaría la resistencia de las demás.
Una estrategia parecida a la que se aplicó en 2009: golpear al SME, el sindicato que más se había movilizado contra las políticas neoliberales, eliminarlo supondría neutralizar la resistencia obrera frente a las llamadas “reformas estructurales”, en particular la laboral, la educativa y la de salud.
Por eso la decisión de no
aceptar reunirse con los familiares de los 43, no porque sean sólo unas decenas
frente a decenas de miles de desaparecidos, sino porque el caso de los 43 es
emblemático, testimonio viviente de la naturaleza criminal del Estado mexicano,
de su relación simbiótica con el narco, que no es simple complicidad o
corrupción de algunos, no, narco y Estado mantienen una recíproca dependencia,
se necesitan mutuamente en lo económico, político, logístico, militar.
El narco ya no son simples
cárteles, son ya empresas transnacionales con interese cruzados a todos niveles
con la banca, con empresas legales. El negocio no es sólo el tráfico de drogas,
están en la megaminería, en la explotación maderera, en el acero, en cada vez
más giros del capitalismo, ese sistema que por encima de toda ética se rige por
la acumulación y reproducción de capital. El narco acumula y reproduce capital
a escalas no imaginadas por otros empresarios. Por eso el Chapo está en Forbes.
Y de la lista de Forbes a saber cuántos otros capitalistas del mundo están también
en el narco.
Por eso el Papa no toca el
tema de Ayotzinapa. Por eso, el año pasado, cuando visitó Cuba y Estados
Unidos, suspendió pasar por México. Entonces se afirmó que entre sus planes
estaba previsto oficiar una misa en Ayotzinapa. Ese fue el motivo de que se
fuera de Cuba directo a Estados Unidos, sin pasar por México.
Ahora está aquí. Fue a
Chiapas y habló generalidades sobre los derechos indígenas. Fue a Michoacán y
habló generalidades acerca de la violencia. Está por concluir en Chihuahua y
algo dirá a las familias de las víctimas de feminicidio en Ciudad Juárez (no
tocó el tema en Ecatepec). Está por concluir la visita de Francisco. Ya se va.
Todo seguirá ¿igual?, no empeorando.
Si usted creía que la
visita papal nos traería bendiciones y felicidad, puede ir bajándose ya de su
nube. Tenemos que seguir lidiando en un país mal gobernado por mafias
narco-políticas, saqueado por empresas transnacionales, destruido por
megaproyectos extractivistas. Eso no lo vamos a resolver rezando (o no sólo
rezando, si usted cree que sirve, hágalo, pero no basta).
Lo que necesitamos hacer
es organizarnos y luchar, de manera independiente de los gobiernos y de los
partidos políticos, construyendo autonomía en los pueblos, en los centros de
estudio, en la calle, en todas partes, donde vivimos, donde trabajamos, uniendo
nuestras luchas, resistiendo, apoyándonos recíprocamente, que nadie se quede
solo, que el pueblo acumule la fuerza suficiente no para “reformar” al Estado, sino para acabar con él, para destruirlo,
para construir algo diferente y nuevo, donde sea el pueblo quien mande.
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