Ideas de La Voz del
Anáhuac expresadas en el Encuentro Autónomo de Trabajadores Anticapitalistas
(reunión del 22 de mayo de 2016)
Hay la preocupación seria de cómo podremos destruir el
capitalismo. Se habló de ideología, de conciencia de clase, de filosofía, de
formas de organización, de experiencias de lucha. De cómo el neoliberalismo
(capitalismo salvaje) precariza el trabajo, despoja de derechos al pueblo
trabajador… Y más, mucho más. Escuchando y reflexionando lo que se compartía en
esta reunión del Encuentro Autónomo de trabajadores anticapitalistas, un integrante del Colectivo Azcapotzalco a externó la siguiente opinión:
Cuando hablamos de destrucción no debemos olvidar la
relación dialéctica entre destrucción/construcción.
Son dos aspectos
antagónicos, mutuamente excluyentes, pero ambos van en el transcurso de del
proceso ligados, interdependientes.
Considero que para
alcanzar el objetivo de la destrucción del sistema capitalista, necesitamos
poner atención a la construcción de nuestras fuerzas como proletariado, como
clase que explota, despoja, reprime y desprecia nuestro enemigo de clase: la
burguesía capitalista.
Construir nuestras fuerzas
nos lleva a la necesidad de fortalecer la conciencia de clase, la ideología
proletaria, de organizarnos.
En este sentido, para
combatir dentro de nosotros mismos la influencia ideológica burguesa, pasa por
prácticas que construyan entre nosotros relaciones no capitalistas. El ejemplo
más claro de esto es el que nos ha enseñado el zapatismo. Con trabajo colectivo
en tierras comunales se han fortalecido, han profundizado la transformación de
la relación mando/obediencia en una democracia directa, donde el pueblo manda y
el gobierno obedece. El gobierno de las comunidades, los consejos autónomos,
los municipios autónomos rebeldes zapatistas y sus juntas de buen gobierno. Con
los gobiernos oficialistas y los partidos políticos no existe ninguna relación
en territorio rebelde.
Los zapatistas,
enfatizando en el aspecto de la construcción, han destruido el autoritarismo,
el verticalismo, el vanguardismo y van avanzando en la horizontalidad, en la
participación comprometida de todas las bases de apoyo zapatistas, en los
trabajos comunitarios, en los niveles de gobierno autónomo, en los proyectos de
salud, educación, producción. Van construyendo así su autonomía, como camino
emancipatorio.
Este ejemplo ha servido
para que en otras geografías estén germinando otros procesos autonómicos, como
en Cherán, Ostula, Álvaro Obregón, en la CRAC-PC de la Montaña en Guerrero y
otros más. Inspirados en el zapatismo, pero sin tomar ese ejemplo como receta o
manual, sino de acuerdo a su realidad concreta.
Hay quienes piensan que
esto es posible sólo en las comunidades indígenas y campesinas, pues ahí aún se
practican los modos ancestrales de comunidad, de colectividad, de bien común,
de tequio, trueque, etc.
Sin embargo, aunque más
difícil, en las ciudades, dada la penetración ideológica burguesa, el
individualismo, también es posible echar a andar proyectos autonómicos,
autogestivos, cooperativos, de trabajo colectivo y apoyo mutuo. Los casos más
sobresalientes son los que se han generado en el espacio autónomo de trabajo
autogestivo nombrado Auditorio Che Guevara u Okupa Che y el Chanti Ollín. Pero hay muchos
más. Colectivos e individuos que trabajan sin patrón, que producen playeras,
libros, fanzines, microdosis de herbolaria, pan, comida vegetariana, medios
libres, etc.
Construir espacios de
trabajo autogestivo va en el camino de generar relaciones no capitalistas,
donde nadie explota el trabajo de otros, donde nadie se enriquece del trabajo
ajeno.
Por otra parte, cuando
hablamos hoy de proletariado, no nos referimos al concepto clásico de la teoría
revolucionaria de los siglos XIX y XX, que lo concebía circunscrito a los
trabajadores industriales. Hoy el proletariado somos todos los trabajadores
precarizados, los trabajadores académicos, los comerciantes ambulantes, los
estudiantes ya sin futuro, los artesanos, los trabajadores agrícolas, los
despojados de sus tierras y derechos. El capitalismo actual, el neoliberalismo,
ha hecho desaparecer a las “clases medias”,
nos ha proletarizado al 99% de la población.
En conclusión, creo que
construyendo nuestras fuerzas como proletariado con autonomía, con trabajo
colectivo, autogestivo, comenzamos a destruir dentro de nosotros la ideología y
prácticas burguesas.
Vamos así haciendo un
camino nuevo, distinto al de las experiencias pasadas en las que mediante un
partido de vanguardia se buscaba derrocar del poder a la burguesía para
edificar el socialismo. El derrumbe del llamado “socialismo real” a fines del siglo XX evidenció que el derrocamiento
de la burguesía en la URSS, el bloque de Europa del Este, en China, no dio
lugar al surgimiento de “estados obreros”,
sino al capitalismo de Estado, donde la nueva clase dirigente no fue el
proletariado, sino las élites de los partidos comunistas, autoerigidos como “vanguardia”.
No queremos eso. Queremos
hacer otra historia. Una en la que los trabajadores de la ciudad y el campo se
apropien de los medios de producción, donde fábricas, tierras, minas,
universidades, barcos pesqueros, medios de transporte, medios de comunicación,
comercio, todo lo que produce riquezas, bienes y servicios sean de los
trabajadores, sean controlados por ellos autogestivamente, donde las decisiones
de qué, cómo, cuánto, cuándo se produzca sea decidido en asambleas de quienes
ahí trabajan. Donde todo sea decidido colectivamente por consenso.
Alguien podrá decir que
esto es utópico, que es un sueño. Pero hoy existen ya gérmenes, unos más
desarrollados que otros, que demuestran que es posible la construcción de ese
otro mundo nuevo sin explotados ni explotadores. En México, ineludiblemente,
tenemos que mencionar que uno de los ejemplos más contundentes es el zapatismo.
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