Enviado por: info@biodiversidadla.org
Red latina sin fronteras
Declaración: Para
cerrar Veladero: lucha, unidad y organización
Las organizaciones e individuos abajo firmantes, quienes
vivimos y luchamos por una vida digna en Argentina y en distintos puntos del
mundo, nos manifestamos con todas nuestras fuerzas exigiendo el cierre
inmediato de la megaminera Veladero, ubicada en la provincia de San Juan,
Argentina, emprendimiento de la transnacional Barrick Gold.
En Jáchal e Iglesia,
departamento de Iglesia, provincia de San Juan, Argentina, la Barrick Gold se
ha instalado hace más de 10 años en la Cordillera de los Andes, en un proyecto
que ocupa una zona periglaciar, estratégica por la presencia de agua y
glaciares.
En 2014, esta misma
empresa debió dejar de funcionar en Chile, debido a que el Poder Judicial avaló
las denuncias de las comunidades originarias del Valle de Huasco, por la
contaminación de sus aguas y sus tierras, y la destrucción de su economía
regional.
Poco después, en
Septiembre de 2015, se hizo público el derrame de más de un millón 1.250.000
litros de solución cianurada en el Río Jáchal, fuente de agua de ríos de San
Juan, La Rioja, Mendoza y Córdoba. Al principio, negaron la contaminación.
Luego, intentaron minimizarla, reduciendo las cantidades del desastre. Pero no
pudieron esconder más lo que venía pasando. Los habitantes de Jáchal e Iglesia,
organizados en las calles, pusieron su grito en el mundo para denunciar lo que
había pasado. Y a pesar de la represión, los amedrentamientos y desdenes, no
pudieron callarlos.
Este hecho no es un
accidente aislado. Es de público conocimiento el impacto ambiental negativo
generado por la megaminería –actividad minera a gran escala que se practica a
cielo abierto dinamitando las montañas, y que comúnmente utiliza una “sopa química” para extraer los
minerales buscados, destruyendo ecosistemas frágiles, de difícil recomposición.
Estas empresas transnacionales saquean nuestras riquezas y territorios y dejan
a su paso la contaminación del agua, el aire y el suelo, destruyendo lazos
sociales comunitarios, generando pobreza, trata de personas y represión, tanto
estatal como a través de patotas contratadas. No hay más que ver el desastre
ambiental y social dejado en Minas Gerais, Brasil, por las megamineras Vale y
BHP. Esta región ha quedado enterrada bajo lodos tóxicos, dejando trabajadores
muertos, pueblos desolados, ríos regados de animales muertos y un curso de agua
que no podrá ser bebida y que ya llega al Océano Atlántico.
Jáchal y Minas Gerais,
entre otros casos, nos muestran que la amenaza latente de una megaminera es
destruir el ambiente del cual somos parte como seres humanos. En cada lugar
donde exista megaminería, estamos con los minutos contados para vivir estos
desastres, ya que no hay tecnología que pueda evitar este tipo de incidentes.
Lo que ocurrió en Jáchal no tiene vuelta atrás, y lo pagarán nuestros
descendientes y la naturaleza durante muchos años. Tantos, que ninguno de
nosotros volverá a ver al Río Jáchal descontaminado en lo que queda de nuestras
vidas. Jáchal y Minas Gerais son la evidencia presente de lo que sufren
Andalgalá (Catamarca, Argentina), Cajamarca (Perú), El Dorado (El Salvador), y
otros muchos pueblos en Latinoamérica y el mundo, a pesar de las grandes luchas
populares dadas.
Nos sobran los ejemplos y
no alcanzarían ni cientos de declaraciones para denunciarlos. No hablamos de
accidentes porque decimos que lo que la megaminería presenta como crecimiento
–más empleo o mejora de la calidad de vida de la población- para nosotros no es
más que muerte, contaminación, saqueo, pobreza y represión. El progreso de esas
empresas es nuestra decadencia.
La megaminería es un gran
ejemplo de este sistema de producción capitalista donde el capital financiero
especula con nuestras vidas, usando nuestros recursos para hacer negocios en
los bancos y acumular dinero. Los que vivimos de nuestro trabajo y de la tierra
no vemos ningún beneficio de estos negocios: el 80% de los minerales quedan en
los bancos, 18% en joyería de lujo y 2% en tecnología. Estas empresas reciben
beneficios impositivos para instalarse, y luego se van sin hacer ningún tipo de
remediación ambiental. Un negocio redondo en el que nosotros pagamos con
nuestra calidad de vida.
Con estas empresas,
además, está siempre el Estado garantizando que esto ocurra, con los gobiernos
de turno. En Nuestra América abundan nombres de gobernantes que han entregado
nuestros tesoros a las arcas de las multinacionales. En Argentina, desde Carlos
Menem hasta Mauricio Macri, pasando por Néstor Kirchner y Cristina Fernández,
junto con gobiernos provinciales y locales, han sido los soportes de este
sistema. No importa cuántos fuegos artificiales se tiren entre el Frente Para
la Victoria y Cambiemos, ambos han mostrado alzar sus manos juntos y firman
acuerdos mancomunados cuando de defender a la megaminería se trata.
Sabemos lo que hace la
megaminería, pero también sabemos que en Argentina y en muchos países de
Nuestra América y del resto del mundo, las trabajadoras y trabajadores, el
campesinado y compañeros y compañeras de los tantísimos pueblos originarios que
luchan por sus territorios y su cultura, nos organizamos unitariamente y
luchamos para echar de nuestros territorios a esos proyectos megamineros,
instalados o en proceso de hacerlo. Por eso reconocemos que con la lucha hemos
logrado frenar el avance de este modelo extractivista que nos contamina y mata.
Son ejemplos la lucha en Esquel, Loncopué, Famatina, Chilecito, Tinogasta y
Mendoza que lograron echar a las mineras que en estas ciudades se intentaron
instalar. El “No a la mina” venció y
nos proponemos continuar en esa línea.
Nosotros y nosotras
seguimos resistiendo, denunciando y proponiendo. Y cuando hablamos de “nosotros/as”, incluimos por supuesto a
nuestros compañeros, los trabajadores de las megamineras, unos de los y las
principales afectados, a pesar de la fantasía que nos quieren imponer… Porque
las megamineras dicen traer empleo a regiones que, previamente, han sido
empobrecidas con la destrucción de las economías regionales y la consecuente
pérdida de lugares de trabajo. El empleo que ellas “brindan” no es más que el que ellas y los gobiernos cómplices
eliminan al destruir las producciones que ya existían en esos territorios. Así,
no dejan más remedio que “elegir” la
única fuente de empleo que queda, amasando su fortuna en función de la
explotación de los trabajadores y la destrucción de la naturaleza. Luego, sólo
les queda continuar ocultando e intentando destruir las alternativas: la
posibilidad de trabajar la tierra organizados familiarmente o en cooperativas y
la producción agroecológica como respuestas contundentes ante el saqueo
capitalista.
Por todo lo mencionado,
continuaremos gritando ¡Fuera Barrick de San Juan, Argentina y de Nuestra
América! ¡Fuera Barrick del mundo entero! Como así lo hacemos con cada una de
las megamineras. Todas responsables en conjunto con el Estado -en todas sus
instancias- y sus gobernantes, de lo ocurrido en Jáchal. Seguiremos
organizándonos para visibilizar esta problemática y en difundir las luchas,
puerta de entrada para el rechazo potente a la megaminería que hoy existe en
Argentina.
¡Fuera
Barrick Gold!
¡Fuera las
Megamineras!
Convoca:
Multisectorial contra el extractivismo en apoyo a los pueblos de Jáchal e
Iglesia
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