Por Alejandro Reyes
Radio Zapatista
20 de junio de 2016
En la mañana de este domingo, 19 de junio de 2016, elementos
de la policía federal llegaron a la localidad de Nochixtlán, Oaxaca, para
desalojar el bloqueo que miembros de la CNTE, estudiantes y padres de familia y
personas solidarias mantenían desde hace ocho días. Con extrema violencia, la
policía atacó a los manifestantes primero con gas lacrimógeno y balas de goma y
después con armas de fuego durante varias horas. En la refriega perdieron la
vida ocho personas.
Además, según información
de la CNTE, más de 60 personas resultaron heridas, entre docentes y pobladores,
a los cuales la policía les negó el acceso al hospital local. Los heridos
fueron atendidos por la población en una iglesia y finalmente trasladados a
otros hospitales. Según información de los Servicios de Salud de Oaxaca, 31
heridos de gravedad se encuentran ahora en el Hospital General “Pilar Sánchez Villavicencio” de
Huajuapan de León y en el Hospital General “Benito
Juárez” del IMSS en la ciudad de Oaxaca.
Se reporta también un
número indeterminado de niños y niñas que se perdieron de sus padres y madres
al momento de la represión, y cuyos familiares los siguen buscando.
Más de 20 personas fueron
detenidas y hasta el momento se reportan 22 personas desaparecidas.
Según información de
Regeneración Radio, Radio Pozol y Emeequis, los fallecidos son:
Yalid Jiménez Santiago, padre de familia de 29 años de edad, originario
de Santa María Apazco, ubicada en Nochixtlán. Las campanas de la iglesia del
pueblo sonaron como un llamado a apoyar a la barricada. Yalid respondió a esa
solicitud, se dirigía al lugar en una camioneta Urban cuando la Policía Federal
los comenzó a balacear.
Oscar Nicolás Santiago, habitante de Las Flores Tilantongo, 21 años de
edad. Fue herido durante el ataque con un arma de calibre 380 que portaba la
Policía Federal, lo llevaron inmediatamente al hospital de Nochixtlán, lugar en
que le negaron la atención médica, pues solamente atendían policías. Como
consecuencia, Oscar murió desangrado.
Andrés Aguilar Sanabria, profesor de educación indígena, de 23 años de
edad.
Anselmo Cruz Aquino, 33 años de edad, comerciante de Santiago
Amatlán, fallecido de bala.
Antonio Pérez García, estudiante de secundaria.
Jesús Cadena Sánchez, 19 años de edad, estudiante de Asunción
Nochixtlán.
Óscar Aguilar Ramírez, poblador de Nochixtlán.
Omar González Santiago, poblador de Tlaxiaco.
Durante la represión, la
población local acudió en ayuda de los manifestantes, atendiendo a los heridos,
ayudando a las personas a buscar a sus familiares, repartiendo agua, refrescos
y compresas de agua con vinagre para los afectados por el gas lacrimógeno.
Al mismo tiempo, en el sur
del estado de Oaxaca, en el Istmo de Tehuantepec, también se usó la fuerza
pública para desalojar el bloqueo que docentes y pobladores mantenían del
puerto de Salina Cruz, afectando las instalaciones de Pemex.
El día de hoy, 20 de
junio, llegó a la capital del estado un número indeterminado de aviones de la
Policía Federal y la Gendarmería, según información del Espacio Civil de
Oaxaca.
La mentira oficial
La reacción oficial al inicio fue negar que la policía utilizó
armas de fuego. La Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca afirmó
categóricamente que los elementos “portaban
sólo su equipo antimotín, no iban armados”.
Sin embargo, ante las
evidencias de las imágenes de policías armados con armas largas (AR-15 y MP-45)
y cortas (380), que empezaron a circular en las redes sociales, el gobierno
cambió su versión.
En conferencia de prensa
en la ciudad de Oaxaca, el comisionado nacional de seguridad pública, Enrique
Galindo, y el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, afirmaron que se trató de dos
momentos distintos. El primero, un desalojo pacífico “sin ningún incidente violento”, en el que las fuerzas policiales
sólo usaron equipo antimotín, y un segundo momento en el que grupos armados desconocidos
supuestamente habrían comenzado a disparar no sólo contra la policía, sino
contra la población civil. En consecuencia, en su deber de proteger a la población, se tomó la decisión de usar armas de
fuego.
Esta explicación, esta “verdad oficial”, es alarmante por
varias razones. Tanto Enrique Galindo como Gabino Cué hicieron hincapié en que
la supuesta agresión armada habría sido cometida no por el magisterio, sino por
grupos simpatizantes “radicalizados”,
supuestamente dispuestos incluso a atacar a la propia población civil, mismos
que participaron en el levantamiento de Oaxaca de 2006. Este planteamiento
implica, por un lado, la justificación
oficial del uso de armas de fuego contra la población por parte de la
policía; por otro, criminaliza la solidaridad de organizaciones civiles y
movimientos sociales al movimiento magisterial; y finalmente, al asociar la
supuesta presencia de grupos armados al movimiento magisterial, justifica el
uso creciente de la violencia estatal y la militarización como forma de
enfrentar el movimiento.
Desde luego, la CNTE,
pobladores locales y testigos presenciales externos, como el fotógrafo de
Cuartoscuro Jorge Arturo, niegan la presencia de armas de fuego entre los
manifestantes.
Ante la represión, la digna rabia
Si la intención de la represión por parte del Estado es
desactivar el movimiento, los hechos demuestran que está logrando justamente lo
contrario. En Nochixtlán, pobladores enfurecidos prendieron fuego al edificio
del Ayuntamiento. Al mismo tiempo, pobladores de Tlaxiaco y Yanguitlán se
desplazaron a Nochixtlán para apoyar la resistencia, y brigadas de jóvenes
recorren la zona para vigilar.
Manifestaciones, plantones
y bloqueos se reproducen en diversas partes del país. Y a nivel internacional,
las expresiones de repudio también se reproducen.
Comentarios