El periodista Ramón Ramírez Gutiérrez enfrenta demanda
por incitar a la violencia
Blanche Petrich
La Jornada
05 de septiembre de 2016
CENCOALT
Centro de Comunicación Alternativa
Tlaxiaco, Oaxaca. El locutor
de La Tlaxiaqueña, radio comunitaria, abrió su transmisión en vivo sobre lo que
ocurría a unas tres horas de distancia de su pueblo, en Nochixtlán, a las 7:45
de la mañana del domingo 19 de junio. Uno tras otro, los testigos presenciales,
maestros y pobladores fueron narrando lo que veían en ese momento: golpes y
empujones, gases lacrimógenos, gritos, toletazos. Alrededor de las 10 horas los
radioescuchas pudieron oír directamente las primeras detonaciones de armas de
fuego y las denuncias de quienes estaban a corta distancia de los policías: ¡Traen
armas y están disparando!
A las 10:30, el conductor del programa informativo más escuchado en esas
montañas, Ramón Ramírez Gutiérrez, pudo confirmar la identidad del primer caído
en el conflicto, un mixteco, vecino de Tlaxiaco. El experimentado periodista
radiofónico decidió dejar abiertos los micrófonos y las comunicaciones con
Nochixtlán durante todo el día. Medios de México y de otros países –Telesur;
Clarín, de Argentina, y El País, de España– lo llamaban para corroborar las
noticias. Hoy, en lo que él supone que es un castigo por haber denunciado lo
que las autoridades querían ocultar, vive acosado por agentes de la
Procuraduría General de la República (PGR) que lo vigilan en su casa y oficina,
la cual fue saqueada.
Desde esa estación también se hicieron los insistentes llamados de
auxilio para el pueblo de Nochixtlán. “La
respuesta fue increíble –comenta un joven del pueblo–; si tú ibas a las tres de la tarde a cualquier farmacia ya no
encontrabas ni vendas, ni alcohol, ni sueros; nada que sirviera para primeros
auxilios. Todas las existencias ya habían sido compradas, empaquetadas y
enviadas a Nochixtlán”.
Pero la solidaridad fue aún más concreta. “Apenas se empezaron a escuchar las versiones de los pobladores sobre
la agresión de la policía se formaron los grupos y se consiguió el transporte.
Más de 300 personas acudieron a reforzar la resistencia del pueblo de
Nochixtlán. Cuando llegó el contingente de tlaxiaquenses del lado opuesto de la
Carretera Panamericana fue cuando las unidades de la policía quedaron atrapadas
en medio, lo que el ahora el ex comisionado de la Policía Federal Enrique
Galindo calificó, en su momento, incorrectamente, como una emboscada”,
cuenta por su parte otro de los veteranos periodistas de la zona, Agustín
Chávez.
Hace unos días se reunieron para tomar café el abogado Maurilio Santiago
Reyes, el presidente municipal electo Óscar Ramírez Bolaños y Agustín Chávez
con algunos jóvenes del pueblo. Coinciden en señalar que los hechos de
Nochixtlán y el repliegue de la Policía Federal no se entienden sin el factor
Tlaxiaco.
Y es que la respuesta de esta comunidad distante, a poco menos de 100
kilómetros, en plena sierra mixteca, ha sido poco analizada y mal interpretada.
Chávez advierte, por ejemplo, que en algunas columnas periodísticas de
medios nacionales se insinúa ya que fueron grupos guerrilleros, concretamente
del Ejército Popular Revolucionario (EPR) enraizados en Tlaxiaco, quienes se
hicieron presentes en Nochixtlán para sumarse al enfrentamiento.
En efecto, el nombre de Tlaxiaco está ligado a la historia del EPR, ya
que fue precisamente aquí donde este grupo realizó sus primeras acciones
armadas en Oaxaca, en 1996, después de su aparición en la Costa Grande de
Guerrero, en 1995. Además, existen antecedentes de guerrillas ligadas a Lucio
Cabañas y Genaro Vázquez desde los años 70, hasta la desaparición de dos de los
dirigentes del EPR en Oaxaca, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Cruz Sánchez, en
2007.
Pero concluir que el apoyo de la población de Tlaxiaco a Nochixtlán se
dio en el contexto de esa historia de los grupos armados del pasado o de grupos
radicales es un error, insiste.
El
pueblo organizado
Lo que pasa es que no
entienden o quieren ignorar que en nuestros pueblos hay sociedad civil
organizada, que todavía responde a los principios de la comunidad para
solidarizarnos y defendernos entre nosotros, explican.
Entre los tlaxiaqueños que saltaron de inmediato a un vehículo y bajaron
por la carretera llena de curvas hasta el valle de Oaxaca estaban justamente
estos tres amigos, el abogado Maurilio Santiago, el periodista Agustín Chávez y
el presidente electo, quien como médico acudió para ver si era útil ante las
noticias de decenas de heridos de bala.
También nos movilizamos como una respuesta de autodefensa. Había muchos
rumores, pero uno de ellos era que después de Nochixtlán la Policía Federal
subiría hasta Tlaxiaco. También se mencionaba que las policías municipales de
varias comunidades de la Alta Mixteca bajarían al valle a apoyar a la Federal.
Y posiblemente esto explica lo que sucedió en Teposcolula.
En ese pueblo, que queda a medio camino, la policía municipal en pleno
fue desarmada y encerrada en las celdas de sus propias instalaciones. Cuando se
empezó a comentar que las policías locales iban a Nochixtlán a reforzar a la
federal y la estatal la gente rodeó el palacio municipal y se percató que, en
efecto, los agentes se disponían a salir en sus patrullas y que estaban
subiendo unos costales de alimento de perro. Cuando los detuvieron descubrieron
que en los sacos llevaban sus armas. Entonces las decomisaron y encerraron a
los 11 policías, incluido a su comandante. Este fue quien confirmó lo anterior
al día siguiente, cuando fueron liberados, en una entrevista periodística.
En total, además del numeroso contingente de tlaxiaqueños, de este
pueblo salieron las dos únicas ambulancias de las que se disponía, varios
paramédicos, un grupo de 10 médicos y varios abogados. Ya para cuando llegaron
a Nochixtlán, la noticia que conmocionaba a la gente de su pueblo es que, entre
los ocho muertos por la policía ese día se contaban tres de Tlaxiaco.
Calculo que ese domingo transmití más de 50 entrevistas en vivo, con
todo tipo de testigos desde Nochixtlán, asegura Ramón Ramírez. En ningún
momento dejamos de recibir llamadas, e informamos desde el primer momento que
desde las filas de la policía se usaron armas, aun cuando Enrique Galindo, el
ex comisionado de la PF lo desmintió y el gobierno de Oaxaca incluso aseguró
que un notario había certificado que ninguno de los 800 elementos que
participaron en el operativo llevaba armas ese día. Las autoridades poco a poco
se han ido retractando y se demostró que lo que yo y muchos más informamos es
verdad.
Por el contrario, su competidora, la estación La Poderosa no informó de
lo que sucedía en Nochixtlán. No fue nuestra intención, pero con nuestros 30
vatios de potencia acaparamos toda la audiencia ese día. Ramírez cuenta que el
director de la otra estación, resentido con él, le puso una demanda por incitar
a la violencia y la procuraduría del estado le abrió una averiguación previa.
Desde entonces agentes rondan su casa y su estación y en una ocasión reciente
irrumpieron en la oficina, de noche, rompiendo la chapa. No me perdonan que por
mi voz haya salido a luz la verdad, dice.
Cuando el subsecretario de Gobernación, Roberto Campa Cifrián, acudió a
Oaxaca para reunirse con las víctimas de Nochixtlán en presencia de personal de
la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para Derechos Humanos, Ramón Ramírez denunció el acoso. La
CNDH dictó medidas cautelares en su favor, pero el periodista aún se siente
vulnerable frente a la PGR.
La Tlaxiaqueña, como muchas otras radios comunitarias, carece de
registro ante el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel), a pesar de
que llevamos dos años intentándolo. En marzo la radioemisora fue saqueada por
primera vez. Desaparecieron dos computadoras, valiosos registros de música
tradicional de la región mixteca, grabaciones de sus programas en mixteco y
triqui; prácticamente toda la memoria de la radio. También fue robado el
expediente con el trámite para obtener el registro ante el Ifetel. Ahora su
lucha debe recomenzar de cero.
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