El EZLN y el
Congreso Nacional Indígena lanzaron una propuesta con el objetivo de "subvertir el país", para lo
cual van a participar en elecciones
x Juliana Díaz y Paulino
Alvarado
La Haine
Foto Claudia López Pardo.
Marcha
México, 19/10/2016
“Para desmontar desde
abajo el poder que arriba nos imponen”. Harán una consulta en las comunidades para la
conformación de un Concejo Indígena de Gobierno, cuya palabra sea materializada
por una mujer indígena que se presente como candidata presidencial en 2018;
candidatura que “no aspira al poder, sino
a dar a conocer la realidad de los pueblos, a visibilizar a los y las indígenas
de México, generando una fuerza nacional indígena y popular que permita frenar
y combatir el avance capitalista sobre los territorios”. Relato del Quinto
Congreso Nacional Indígena que marcó un inesperado giro en la propuesta de
zapatismo desde su irrupción en 1994.
Hace 524 años comenzaba la
resistencia de los pueblos originarios ante la invasión de la espada y la cruz
europea. Es 12 de octubre de 2016 y en el Caracol de Oventik, estado de
Chiapas, México, una parte significativa de las organizaciones y comunidades
indígenas del país conmemoran dos décadas del surgimiento del Congreso Nacional
Indígena (CNI). Este nucleamiento, impulsado por múltiples pueblos originarios
-entre ellos los organizados en el EZLN-, reúne a decenas de comunidades de las
regiones norte, centro y sur del país que se nombran como sobrevivientes de la
larga noche de la conquista. Como pueblos, tribus, barrios y naciones que
resisten construyendo autonomía.
En un contexto nacional
definido por los asistentes al encuentro como una ofensiva contra los pueblos
que no cesará “hasta haber acabado con el
último rastro de lo que somos como pueblos del campo y la ciudad”, es que
en este Quinto Congreso, realizado entre el 10 y el 14 de octubre en la
periferia de San Cristóbal de las Casas, se presentó una propuesta del
zapatismo que implica un inesperado giro en la política que viene desempeñado
desde el levantamiento del 1º de enero de 1994. El comunicado conjunto del CNI
y el EZLN, emanado de este congreso, especifica la propuesta:
“Consultaremos en cada una de nuestras geografías, territorios
y rumbos el acuerdo de este Quinto CNI para nombrar un concejo indígena de
gobierno cuya palabra sea materializada por una mujer indígena, delegada del
CNI como candidata independiente que contienda a nombre del Congreso Nacional
Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el proceso electoral
del año 2018 para la presidencia de este país”.
El 20 aniversario del CNI
en esta fecha no azarosa entrelazó los análisis sobre despojo, represión y
resistencia, con un masivo festejo que también tuvo las características de una
demostración de fuerza y de construcción por parte del movimiento zapatista y
sus fuerzas insurgentes.
Como anfitriones del
Congreso, las y los zapatistas recibieron a los/as participantes en Oventik, el
Caracol ubicado en las periferias montañosas de la localidad chiapaneca, con
una puesta en escena plena de mística y fortaleza. Una doble fila de mujeres y
varones zapatistas de cientos de metros formaba un pasador para el ingreso de
las y los delegados, activistas de organizaciones no indígenas adherentes a la
Sexta Declaración de la Selva Lacandona y periodistas de medios alternativos.
En total, más de mil personas.
Luego de cantar el himno
de México y el del Ejército Zapatista, se presentaron actuaciones, poesías y
canciones colectivas que expresaban los principios político-organizativos
zapatistas, y también manifestaban los logros y problemáticas de la construcción
cotidiana. El EZLN volcó completamente su disposición y simbología a la
organización del encuentro y a la recepción de las delegaciones del CNI, con
quienes buscó impulsar fuertes definiciones políticas para los próximos años.
Una
iniciativa para que retiemble el mundo político
Sin duda, la nota distintiva y sorpresiva del Congreso fue la
propuesta, planteada por la Comandancia del EZLN, en torno a la formación de un
consejo indígena de gobierno conformado por un hombre y una mujer de cada pueblo
que integra el CNI, del que emane una candidatura indígena a las presidenciales
de 2018. No es la primera vez que el zapatismo impulsa una iniciativa de
intervención pública sorpresiva luego de un período largo de silencio y
aparente ensimismamiento en su construcción cotidiana. Lo hizo ya en 1996,
1998, 2001, 2006, 2012 con diversas convocatorias a la sociedad civil… y con el
mismo alzamiento de 1994.
Sin embargo, en esta
oportunidad nadie esperaba que la propuesta anunciada al inicio del Congreso tendría
que ver con lo electoral. Desde el levantamiento de 1994 y la apuesta a la
construcción autónoma y territorial para “un
mundo donde quepan todos los mundos”, la organización se había mantenido al
margen de cualquier disputa vinculada a lo electoral proponiendo, en cambio,
otras lógicas políticas de sustracción al control y la soberanía estatal, desde
la cual fisurar la dominación a partir de abrir caminos para la
auto-organización social; elementos que, no obstante, se mantienen en esta
nueva iniciativa.
Por eso la propuesta
resultó una novedad política inusitada. Sin embargo, luego de dos días de
debates, la totalidad de las delegaciones presentes decidieron llevarla a
consulta en las comunidades. Al respecto, el comunicado del EZLN dice: “Este Quinto Congreso Nacional Indígena
determinó iniciar una consulta en cada uno de nuestros pueblos para desmontar
desde abajo el poder que arriba nos imponen y que nos ofrece un panorama de
muerte, violencia, despojo y destrucción”.
En el discurrir del debate
del evento se concluyó que esta candidatura no aspira al poder, sino a dar a
conocer la realidad de los pueblos, a visibilizar a los y las indígenas de
México, generando una fuerza nacional indígena y popular que permita frenar y
combatir el avance capitalista sobre los territorios. A pesar del consenso
general con la iniciativa, asentado en la gravitación del EZLN en el CNI pero
también en lazos de confianza previos, en distintas intervenciones se apuntó a
la necesidad de profundizar la fundamentación de cara a la consulta, analizando
los retos y dificultades de esta medida para la construcción de otras formas de
poder desde abajo y autonomía.
El comunicado explica al
respecto:
“Ratificamos que nuestra lucha no es por el poder, no lo
buscamos; sino que llamaremos a los pueblos originarios y a la sociedad civil a
organizarnos para detener esta destrucción, fortalecernos en nuestras
resistencias y rebeldías, es decir en la defensa de la vida de cada persona,
cada familia, colectivo, comunidad o barrio. De construir la paz y la justicia
rehilándonos desde abajo, desde donde somos lo que somos”.
En el plenario de cierre,
el ya mítico Subcomandante Galeano, antes Marcos, fue mandatado por la
comandancia zapatista para aclarar la propuesta a solicitud de la asamblea. Por
ello habló para enfatizar que la iniciativa no tenía como objetivo principal
ganar las elecciones -aunque “mejor sí
ganamos”-, sino formar una fuerza que despierte y subvierta al país al
tiempo que muestre el México que está sufriendo y luchando, a partir de una
campaña que sirva para fortalecer las construcciones de base y la articulación
política a nivel federal.
Seguramente crecerán los debates
desde diversos sectores políticos y académicos en relación a esta iniciativa
que busca sacudir la escena pública y aún moviliza sus propias estructuras y
modos de hacer. Lo que es indudable es que con esta iniciativa entran en
relación dos lógicas políticas diferentes y concebidas en gran medida adversas,
como son la de la construcción de poder autónomo frente al Estado y las lógicas
de disputa electoral para ocupar puestos de representación política estatal.
Saqueo y
resistencia
Además, de la propuesta política electoral, los debates a lo
largo del CNI estuvieron organizados en base a los ejes de despojo y represión,
resistencias, balance del Congreso y propuestas. Cientos de representantes
tomaron la palabra exponiendo las problemáticas de cada comunidad, lo que
permitió configurar un mapa del avance de las múltiples formas del despojo en
el territorio mexicano. Para el CNI, la megaminería, el fracking, la
deforestación, los feminicidios, el turismo “cultural”
y “ecológico”, las represas hidroeléctricas,
la ionización de las nubes, los campos eólicos y los cultivos transgénicos son
diversos modos de un mismo proceso de despojo de la vida.
Las mega-obras que estos proyectos implican así como los
procesos de desintegración o mercantilización cultural que acarrean, fueron
mencionados por diversos pueblos como un ataque a la identidad y la existencia
misma de las comunidades. Se denunciaron, en este sentido, las acciones de la
UNESCO en contubernio con todos los niveles del gobierno, en la creación de enclaves
de turismo “étnico”, “comunitario” o “ecológico” que bajo la denominación de “Pueblos Mágicos”, constituyen modos de extracción de ganancia a
partir de la privatización de la tierra y la explotación de los saberes
ancestrales, los ritos, lenguas y costumbres; en un proceso que lleva a un
paulatino desarraigo y desaparición de las propias comunidades. En este
escenario se denunció el papel de los profesionales y ONGs que se ponen al
servicio de todas estas modalidades de extractivismo.
El encarcelamiento, los
asesinatos y desplazamientos fueron mencionados como elementos inseparables de
la lucha contra el avance del Estado y el capital sobre los pueblos y la
naturaleza. En los territorios, la convivencia de fuerzas represivas estatales,
las bandas del narco y paramilitares genera un estado de violencia y muerte que
se refuerza sobre los cuerpos de las mujeres indígenas. “No estamos hablando de algo que va a pasar, nos están matando ahora”,
comentó un delegado de Guerrero, haciendo referencia a los 43 normalistas
desaparecidos pero también a la persecución sobre todos los sectores en lucha.
Frente a este panorama de
devastación, la organización de modos de autogobierno y autogestión económica,
medios de comunicación propios e incluso la creación de formas de guardias
comunitarias fueron señalados como estrategias de resistencia por parte de los
diferentes pueblos. La descripción de modalidades de acción directa en forma de
bloqueos, plantones, tomas en contra de las empresas y el estado delinearon una
escena de disputa política y material cotidiana por la supervivencia. Además,
se expusieron los procesos conscientes de educación por fuera del sistema
estatal, la recuperación de las lenguas tradicionales, y la medicina y
cosmologías que han resistido creativamente desde la conquista hasta el día de
hoy.
Luego de una intensa
semana de compartir realidades diversas pero entrelazadas, el Quinto Congreso
concluyó en su documento de cierre:
“Es el tiempo de la dignidad rebelde, de construir una nueva
nación por y para todas y todos, de fortalecer el poder de abajo y a la
izquierda anticapitalista, de que paguen los culpables por el dolor de los
pueblos de este México multicolor”.
Ver comunicado completo del 5º Congreso
Nacional Indígena:
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