CONTRA EL PODER DEL DINERO, LA POTENCIA DE LOS POBRES
Javier Hernández Alpízar
Babel
Zapateando
28 de noviembre de 2016
El neoliberalismo no es más que capitalismo desembozado,
químicamente puro. La consecuencia del capitalismo colonizando las ciudades,
como ha colonizado antes todo, el mundo de la vida, el valor de uso, la
civilización material, la economía y los mercados, las mentes y los corazones…
la consecuencia es la ciudad mercancía, la competencia entre ciudades de “clase mundial”.
Lo que han dado en llamar “gentrificación”,
sea aburguesamiento o pretendido embellecimiento, hermoseamiento de la ciudad,
es en verdad desplazamiento forzado de ciudadanos, de población urbana, es casi
una suerte de “limpieza étnica”, roza
el límite de los fascismos.
En la ciudad de México,
los planes priistas de encarecerla y de desplazar población, “descentralizarla”, para devolver el centro
histórico y los centros urbanos a los capitales, al poder del dinero, se han
verificado bajo los gobiernos progresistas que desde el triunfo electoral de
Cárdenas llevaron al PRD al poder.
Con López Obrador, máxima
nostalgia del keynesianismo de la izquierda en el poder, la ciudad quedó en
manos de empresarios salinistas, especialmente de Carlos Slim, el de Telmex,
Sanborns, Grupo Carso, Minera Frisco, Fundación Slim (enclavada en la UNAM) y
más… uno de los empresarios más ricos del mundo mencionado muchas veces como
prestanombres del innombrable,
Salinas de Gortari.
Junto con Slim y con su
procurador y entonces delfín Marcelo Ebrard, López Obrador contrató a Rudolph
Giulianni para que les diseñara un programa o un plan de seguridad de Cero Tolerancia, como los que estila el
ex alcalde de Nueva York y ahora asesor y apoyo del presidente recién electo de
los Estados Unidos, Donald Trump, es decir la ultraderecha asesorando al eterno
candidato de la izquierda mexicana a
la presidencia.
Eso es síntoma del poder
del dinero sobre gobiernos de izquierdas o
derechas, las ciudades han sido declaradas su coto de poder y no ceden un
ápice. Ebrard firmó una Carta Ciudadana por el Derecho a la Ciudad, pero en los
hechos, como ocurre bajo todos los gobiernos izquierdistas de la Ciudad de México, el proyecto sigue siendo la
ciudad mercancía, la Cero Tolerancia y la gentrificación.
Cuando AMLO hizo una
consulta para tratar de legitimar los segundos pisos, tenía la alternativa de
proponer construcción de más kilómetros de líneas del metro o de alguna forma
de transporte público, pero solamente preguntó si querían o no segundos pisos,
sin alternativas, es decir: “quieres esta
obra pública o nada”, obviamente ganó el sí. Hoy los segundos pisos son la promoción de lo privado, del
automóvil, del capital automotriz y petrolero transnacional. Algunas líneas del
metro están bajo régimen de abandono programado para luego de tronarlas, meter
más metrobús y quitar otras líneas de transporte más baratas.
Esa ha sido la ciudad de la esperanza, de los
lugares donde gobierna la derecha ya qué podemos esperar, si la izquierda gobierna para los grandes
capitales
Los proyectos de
autogestión popular como Chanti Ollin están bajo la amenaza y la agresión de
gobiernos gentrificadores que favorecen la especulación inmobiliaria. El año
pasado los desalojaron violentamente policías y golpeadores de una fracción
lumpenizada de la Asamblea de Barrios de origen popular y perredista y hoy
convertida (al menos esta facción) en un ariete de Mancera.
Ahora los habitantes del
centro cultural Chanti Ollin están de nuevo en la calle, desalojados por un
operativo policiaco “de lujo” y el
delegado que los desalojó es de Ricardo Monreal, de Morena, en complicidad con
inmobiliarias y con el gobierno represor de Mancera, amigo, así lo decían las
camisetas de las fotos de beisbol, de AMLO. (El diario La Razón, uno de los más a la derecha, defiende a la Sedena, a Peña
y a Mancera).
Colonos de Xochimilco
cuentan que al entrevistarse con el delegado Avelino Méndez Rangel, éste les
dice que no tienen derecho a vivir donde viven, ni a una piedra de grava, el
delegado es de Morena.
Parece que una vez en el
gobierno, las izquierdas
institucionales, antes PRD hoy Morena, dejan de ser proyectos nacional-populares,
como loS define Mássimo Modonesi, y se vuelven fieles administradoras del
neoliberalismo, de la colonización de la ciudad por el capital, sobre todo si
es de Slim, el empresario más austero
que ha conocido AMLO.
Por criticar a esa izquierda, que no es así DE hoy, sino
que es lo que es desde hace décadas, o mejor dicho, sexenios, nos han dicho que
le “hacemos el juego a la derecha”
(precisamente a la cual han favorecido sus gobiernos ¿o son de izquierda Slim, Giulianni y las
inmobiliarias).
Ahora que el Congreso
Nacional Indígena consulta a sus bases sobre la posibilidad de participar en la
elección de 2018 con una candidata indígena que sea vocera de un Concejo
Indígena Nacional apoyado por el EZLN, Armando Bartra nos invita a votar
juntos: ¿votar junto con la Morena de Monreal que desalojó violentamente a
nuestros compas de Chanti Ollin, con la del líder de Morena que opera despojo
territorial en el ejido Bachajón, Chiapas?
El argumento es que la
derecha lo hace peor, así que votas
por el brazo izquierdo (nacional-popular) del poder del dinero o te gobierna el
brazo derecho (Acción Nacional o el PRI) del poder del dinero.
Ante ellos, proyectos como
Chanti Ollin, como el CNI, como la Sexta, como el EZLN y otras izquierdas
buscamos construir otra política: no queremos cambiar de amo sino liberarnos.
Aparentemente los Flores Magón no triunfaron, pero sembraron una semilla, gracias
a ellos otra lucha abajo y a la izquierda es hoy posible en México… y en el
mundo.
El Chanti se queda. Como
dijo uno de esos compas: contra el poder del dinero, la potencia de
los pobres…
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