DOS PENSADORAS
INDÍGENAS HABLAN SOBRE EL ROL DE LA MUJER, LA COMUNIDAD, EL PODER Y LA POLÍTICA
Redacción
Desinformémonos
23
diciembre 2016
La mujer es el
principal sostén para que la comunidad funcione: Sofía Robles, pensadora
zapoteca y mixe
Texto publicado originalmente en
Tlahuitoltepec,
Oaxaca. Me llamo Sofía Robles. Soy mixe zapoteca. Mixe por adscripción y
zapoteca de nacimiento. He vivido en Tlahuitoltepec por 32 años. Para definir
qué es ser indígena, parto del qué es ser mixe o ser zapoteca. En mi caso es
haber nacido en una comunidad zapoteca, y por otra parte estar viviendo o ser
parte de una comunidad mixe. “Ser
parte” implica estar en muchos espacios y muchos momentos de la comunidad.
El ser zapoteca no lo sentí desde niña, o lo sentí pero no me daba
cuenta. Me daba cuenta de que era de una comunidad con fiestas, con su música,
su lengua. Era el “yo soy
de un pueblo, mi pueblo”. La conciencia de pertenecer a
un pueblo indígena viene posterior. La conciencia de decir “yo no solamente soy de un pueblo, sino soy de
uno que tiene estas costumbres, una forma de organización, que tiene fiestas y
también muchos problemas”.
Ser de una comunidad implica tener obligaciones más que derechos. Un
derecho es a trabajar tu tierra y a disfrutar de los servicios que la comunidad
va logrando. Y ese derecho te lleva a tener la obligación de dar servicio
comunitario. Al momento de convertirse alguien en ciudadano o comunero, se
empieza a dar el servicio de cargos desde abajo, hasta llegar arriba o no
llegar.
También implica participar en los tequios, tanto para las
construcciones o actividades comunitarias para cuidar el territorio, y en las
asambleas y reuniones. Como parte de los cargos está también la organización de
las fiestas, tu comisión en ellas. Es toda una serie de cosas la que viene al
momento de adquirir esa consciencia indígena.
La mujer indígena
La mujer es el principal sostén para que todo esto
funcione. Generalmente, en la sociedad indígena y no indígena es muy predominante
el reconocimiento al varón. Él siempre es la autoridad, pero al lado está el
trabajo de las mujeres. Afortunadamente poco a poco se está reconociendo,
aunque esto varía de comunidad en comunidad y de pueblo en pueblo. Yo tengo la
fortuna, o desfortuna, de poder mirar las dos culturas. En la cultura zapoteca
las mujeres tienen muchas restricciones en el acceso a la participación
pública, en las asambleas, para ser elegidas a un cargo. En algunas comunidades
de la cultura mixe esto es más libre.
Desde que llegué a
Tlahuitoltepec, en 1984, me di cuenta de que era otro mundo. Mi sueño era
trabajar con mujeres, llegué aquí y vi que ellas ya estaban insertas en la
asamblea, en algunos cargos, en los comités, en los juegos con jóvenes
deportistas, en la música. Era otro mundo.
Participando directa e
indirectamente con el cuidado de la casa, de los hijos, en la atención al
esposo, las mujeres son fundamentales para que la comunidad avance. En los
tequios y en las fiestas su trabajo es muy fuerte para que todo se desarrolle.
Hay que decir también que la
cuestión de la perspectiva de género no es gratuita. El hecho de ser mujeres
para muchas personas implica que a fuerzas nos tenemos que dedicar al trabajo
doméstico. ¿Cómo cambiar esta cuestión? El chip lo traemos las mismas mujeres,
y cuesta mucho trabajo quitarlo. Casi es visto natural, pero nos toca
deshacerlo en la misma familia, en la educación. Incluso a las mujeres
profesionales les toca vivir eso.
El trabajo del hombre
siempre es más reconocido. Aquí nosotras tenemos derecho a la tierra y
heredarla, pero en muchos lados no es así. Se siguen impidiendo cargos a las
mujeres porque creen que sólo los hombres son quienes piensan, y lo peor es que
muchas mujeres lo creen.
El camino es muy largo
todavía, por eso se hacen talleres y se abren espacios para la participación de
las mujeres.
Comunalidad e individualidad,
complementarias
En las comunidades indígenas existe una fuerte
pertenencia a la tierra, al cosmos, hay una relación constante, desde el
nacimiento. A los niños se les celebra desde que nacen con ofrendas en los
cerros, junto con la iglesia católica. El ritual está en la muerte, en la
siembra, en la cosecha, en la crianza de los animales, en las fiestas. Todo
esto implica compartir con la gente y cumplir con las divinidades. En todos los
momentos del ser humano el ritual es muy importante.
La comunalidad tiene que ver
con el trabajo, el desarrollo de la comunidad, el que el pueblo se reproduzca,
con todo. En el momento en que se hacen las asambleas comunitarias, las fiestas
o los trabajos colectivos, ahí está lo comunal. Esa idea de lo comunal y lo
colectivo es muy fuerte. Nadie va a decir que cuando se está haciendo un servicio
se está haciendo un favor.
No. Estás dando un servicio.
Es tu responsabilidad. La comunalidad, a partir de la teorización que han hecho
de la palabra, habla de lo común. La casa común, el trabajo común. Es todo
aspecto de la vida en la que vivimos.
La comunalidad y la
individualidad son cosas complementarias.
Nosotros tenemos nuestra vida
individual y personal. La comunidad le asigna a cada uno de sus miembros un
cargo y se siente esa responsabilidad de cumplirle a mi comunidad para poder
sentirme parte de ella. Pude haber elegido lo contrario a lo que me nombraron,
pero el hecho de formar parte de la comunidad, además de tener un pedazo de
tierra en ese espacio, me obliga a cumplir.
En la cultura zapoteca, como
en la Guelaguetza, existe el “yo te doy
ahora, tú me das después, cuando yo también lo necesite”. Existe también la
Gozona que es “tú me trabajas a mí ahora,
y yo te devolveré ese día”. Es una manera para procurar el campo aunque se
ha ido perdiendo.
En la cultura mixe se da más
la ayuda en la cuestión del trabajo. Por ejemplo, el que va a hacer la fiesta
tiene que buscar a sus ayudantes. Diez, quince, veinte familias que le ayuden a
su organización. Tiene que ser con mucha anticipación. Si se va a hacer en
mayo, en agosto ya hay que buscar a los ayudantes. Desde el momento que asegura
el cargo de capitán inmediatamente busca quien le ayude por ocho o diez días,
de forma gratuita.
El maíz
El maíz es central en la vida del indígena, sobre todo
de los campesinos. Mi suegra es campesina y para ella el maíz es sagrado. Hay
que cuidarlo mucho, porque es como la vida. Es “el sentir” desde el cuidado de la siembra a la cosecha. Por eso se
hacen ofrendas desde el inicio. También cuando está eloteando el maíz se hace
una pequeña fiesta y en la cosecha se agradece. Todos los ciclos tienen su
ritual.
La preparación del equipaje
Con los muertos también tenemos nuestros rituales.
Cuando alguien muere hay que preparar muy bien su equipaje: sus tortillas, su
agua, todo lo que necesite para que no le falte en el camino. Cambia de mundo.
Se hace también la ofrenda en el cerro, a las mujeres se les reza siete días y
a los hombres nueve. Los restos se ponen en el panteón, en la iglesia. Se
mezcla el ritual con lo católico. La presencia de los muertos siempre está y en
su día se les espera con el altar muy bien preparado, pues llegan los hijos,
compadres, esposos.
Cuando hay problemas fuertes
en la comunidad las autoridades recurren a los ancianos, a la gente que ya
tiene la experiencia y el conocimiento. Dentro de la familia se les respeta
mucho. A veces los jóvenes pierden ese sentido incluso con el saludo a los más
grandes. Todo depende de la educación en la casa.
La educación es necesaria.
En el caso de Tlahuitoltepec ha habido propuestas educativas que insisten en
que la escuela debe incluir los saberes de la comunidad, del servicio, las
costumbres, la alimentación, para que no se pierda la vinculación de los
muchachos con su pueblo. En la secundaria no se ha podido incidir mucho. No hay
un fortalecimiento de las lenguas, ni nada por el estilo. La política educativa
viene de arriba y no profundiza.
La educación comunitaria que
se recibe en cuanto a la comunidad misma se vive y se reproduce dentro de ella.
Aquí los niños juegan a las asambleas o a los capitanes o a la costumbre, como
a la ofrenda. Estas cuestiones se reproducen en la comunidad, no en la escuela.
Es una herencia.
Vive la lengua
Desafortunadamente muchas familias están dejando de
enseñar la lengua, pero sigue viva. Es decir, está viva pero se está perdiendo.
En mi familia, por ejemplo, el zapoteco llegó hasta mi generación. Mis hijos ya
no van a hablar zapoteco, aunque, afortunadamente, mixe sí.
El pensamiento indígena es
muy profundo, igual las reflexiones, y todo eso se expresa a través de la
lengua. No se pueden realmente traducir. Incluso lo indígena o la comunalidad,
es muy difícil que quien no es hablante lo comprenda en su esencia. Aunque se
hable español, si no está vinculada la expresión no se le entiende, porque
nosotros lo vivimos, no lo definimos.
Todo lo que se practica, el
hecho de nombrar a las autoridades, que ya no queremos partidos sino elegirnos
entre nosotros mismos, son pequeños avances para esa traducción. Pero
finalmente tenemos que usar esas palabras como indígena, autonomía,
comunalidad, para seguir exigiendo nuestros derechos.
Tenemos ideas que en
castellano no existen como palabras o no significan lo mismo. Es difícil hacer
la traducción. Nosotros no decimos, por ejemplo, “los pueblos indígenas”, decimos “los dueños de la tierra o del entorno”.
Cuando se empezó a traducir
la cuestión de los derechos fue un gran trabajo. Si tradujéramos literalmente
el derecho sería como “damos seguimiento”
o “exigimos algo”. Se ha trabajado en
decir “¿y aquí cómo lo nombro?”.
Cuando trabajamos con mujeres que no hablan español o lo hablan poco, decimos “lo que nos corresponde” u otros términos
que nos permitan adecuar la lengua. Para nombrar la justicia, por ejemplo, en
realidad decimos “lo correcto”, “lo que debe ser”.
Los cargos, de abajo hacia arriba
Tienes que empezar abajo hasta llegar a los cargos de
toma de decisiones. Alguien que no conozca la comunidad es difícil que pueda
desenvolverse bien en un cargo. En la práctica de los partidos políticos y las
tribus familiares, si no eres familiar o amigo no llegas.
No sé cuál sería la fórmula
para un buen gobierno, pero al menos aquí es posible hacer la asamblea, que es
como la parte fundamental porque se toman las decisiones, y si se avalan por la
comunidad, serán reconocidas por ella. Además son servicios gratuitos, mientras
que si yo quiero estar en la política, tengo que meterme a ella con un partido
o de forma independiente.
En Oaxaca, en nuestra
experiencia con el próximo gobernador, es una persona totalmente ajena al
estado. Dices cómo es posible, pero son ya acuerdos de partidos, aunque para
muchos sea inconcebible.
Elegimos a nuestras propias
autoridades de manera independiente, y hemos logrado que nos respeten en
algunas comunidades. En otros pueblos se han filtrado los partidos políticos, y
aunque son sistemas y usos y costumbres, funcionan como eso, como partidos.
Aquí en Tlahuitoltepec hay
una particularidad. Hayas estudiado o no, seas de la profesión que seas, si te
ponen en el cargo más bajo tienes que hacerlo. Hay ingenieros, médicos,
arquitectos que son vocales o secretarios municipales.
En el caso de las mujeres,
con el cambio de leyes se está dando el cambio en las comunidades. Aquí desde
1982 empezó a haber mujeres en el cabildo, secretarias suplentes, secretaria
titular, tesorera, y así diferentes cargos. No es forzado para nosotros, no es
una novedad que ellas estén incluidas, aunque hay años en que no haya mujeres.
Los partidos políticos no
son la principal amenaza. Las amenazas ahora son las leyes, los proyectos
energéticos, las minas, todo lo que están planeando para los territorios
indígenas. Los partidos pasan y pasan y aquí no cambia nada. Todo lo que
estamos haciendo para proteger los territorios indígenas o su forma de
organización se viene abajo por las reformas que hace el gobierno federal. Y
sin territorio no hay nada. Hay proyectos como presas, minas, proyectos
eólicos. Los partidos tienen las manos amarradas y los Congresos también. Todo
ya está dado.
La resistencia
Nosotros como pueblos resistimos con el trabajo.
Realmente la vida de la comunidad es muy intensa porque siempre está. Hay
reuniones, asambleas, tequios, servicios. A quien le toque estar en un año en
el servicio, tiene que dedicarse a él. Ésa es la manera de resistir. Estando,
viviendo, cumpliendo las obligaciones comunitarias.
Lo que
nos falta es la organización regional o la vinculación entre pueblos a nivel
región, estado y país. La necesitamos fortalecer, y eso requiere mucho
esfuerzo.
Yo empecé a reflexionar lo
indígena cuando regresé a trabajar a mi región después del bachillerato. La
reflexión sobre la mujer también fue en ese tiempo. Cuando llegué aquí las
mujeres trabajaron conmigo. Aprendí a participar, a opinar. En las asambleas de
hombres me quedaba callada; aunque me revolotearan las ideas, no salían. Me
costaba mucho trabajo hablar.
Una candidatura indígena puede alborotar el sueño de los
poderosos: Silvia Rivera
Desinformémonos
23 diciembre 2016.
Cambio de paradigma
Hemos
pensado en los indios sin haber
asumido realmente las consecuencias de qué es lo indio, qué es lo indígena, qué
es lo originario. Se trata de un cambio de paradigma. Hay que explorarlo, hay
que experimentarlo y buscarlo en el corazón de cada mestizo y de cada persona.
Cada ser humano que está involucrado con la memoria de su país y de su pasado
tiene un indio dentro, tiene a todo el Continente. Se debe entender que el ser
indio es un paradigma totalmente diferente para enfrentar el mundo y para
relacionarse con él. A eso le llamo episteme, y no a un color de piel o un
poncho.
El episteme indígena está
mucho más avanzado en México que en otras partes del mundo, tanto en
comunidades zapatistas de Chiapas como en las mixes y zapotecas de Oaxaca, o
con los yaquis de Sonora. En el tema de la comunalidad está muy asumido el
episteme del diálogo con las plantas, el conocimiento de hierbas medicinales,
lo que tiene que ver con la naturaleza.
En México hay algo muy
enriquecedor en la marginalidad del movimiento indio, porque se ven en la
necesidad de ser seriamente indios, indios de verdad. Es algo trabajado desde
adentro, no desde la apariencia o la superficie, y eso genera la posibilidad de
otra cosa. Si se habla de candidaturas, existe una especie de capacidad de
construcción del poder desde abajo que va a permitir un cierto nivel del mandar
obedeciendo.
Una candidatura indígena
–como la propuesta por el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)– puede alborotar el sueño de los
poderosos y, por otro lado, alimentar qué es nuestro proyecto y cómo se lo
decimos a la masa de despistados que está cargada con sus celulares,
envilecidos por el consumo. Creo que estas iniciativas pueden seducir y sanar
almas, cuerpos, generar creatividad epistémica en chicos jóvenes de
universidades, porque hay potencial para moverle el piso al poder. A mí me
importa un huevo si una candidatura así le quita votos a otros, lo importante
es que le suma votos a la alternativa y la diversifica. Se tiene que reconocer
la alternativa, darle nombre y contenido, práctica, y eso veo que está muy
avanzado en las comunidades de aquí, por ejemplo en Oaxaca. Es otro México.
Las situaciones de derrota
tienen otra cara, la gente empieza a movilizarse porque sabe quién es el
enemigo y eso permite la posibilidad de la autocrítica y autoconciencia, por lo
que tiene un efecto revelador y educativo. La derrota se transforma en una
crítica consciente y por tanto en potencia organizativa sobre la paz, desde
abajo. La paz se construye en los hogares, con los animales, las plantas, con
todos. Hay un surgimiento impresionante de colectivos, grupos que se organizan
y que construyen esperanza.
Es interesante ver cómo en
estas circunstancias se transforma la hiel en miel. En Bolivia, por ejemplo,
esto está activando a muchos grupos de jóvenes, que se autoconvocan para pensar
lo indio desde dentro. Se hacen talleres, se hacen acompañamientos a las causas
como el aborto, hay chicos que hacen graffitis. Todo eso da esperanza.
Sin duda habrá grupos
puristas, dentro de los aliados, que cuestionen una candidatura de esta
naturaleza, pensando que se someten a las reglas del poder. En todos los casos
tenemos un riesgo de purismo que resulta contraproducente. Donde se debe tener
el techo de lo que se puede y se tiene que hacer es en la ética. Sin un techo
ético hasta las medidas más aparentemente radicales se pueden venir abajo, pero
con ética se puede entrar haciendo grietas sin mancharse el alma, adoptando una
estrategia, un eje, que es trabajar con contradicciones sin perder el rote de
ese episteme que da la seguridad de que el poder no va a engolosinar. Por otro
lado sabes que no estás consumando el poder, sino construyendo visibilidad,
discurso, episteme, potencial organizativo.
¿Un partido de izquierda en
México tiene condiciones para encarnar la organización comunitaria en zapoteco,
en mixe, en tzotzil? En tzotzil, como en huitoto y aymara, hay cuatro personas
gramaticales y se estudian juntas como una persona. ¿Tiene un partido como
Morena o cualquier otra entidad, capacidad de formular un nosotros que es a la
vez singular y colectivo? ¿Cómo no se va a enriquecer su propuesta dialogando
con esa otra esfera de poder, de pensamiento, de acción? Lo que están manejando
los zapatistas y el CNI, hasta donde entiendo y con la poca información que
hay, es una forma alterna para hacer las cosas desde abajo, no es la clásica
relación que han hecho todas las guerrillas en zonas recuperadas. La diferencia
zapatista es un regalo de la humanidad.
Hago un reconocimiento muy
caluroso a cómo avanzó el zapatismo, y toda la base previa de articulación
indígena de los setentas en Oaxaca. La irradiación de esa otra episteme, de ser
indio en la práctica interna, ayuda a perfilar el por qué del fracaso del Evo
Morales en Bolivia. Y viceversa, el fracaso de Evo puede aconsejar cautela para
las estrategias políticas que se están dando en la macropolítica. La lección
negativa puede ser muy útil.
Hay una metáfora que nos
ayuda a entender: con un sólo fósforo se puede vivir un mes, porque metes la
brasa bien arropada en la ceniza y al día siguiente soplas y está viva la
brasa. Esa es la gran metáfora para los tiempos malos. Hay que cuidar esa
brasa, hay que abrazarla y arroparla para que se mantenga respirando y no se
enfríe. Eso en el futuro va a dar un chispazo y luego un incendio. Pero el
problema con las derrotas es que se deja apagar la flama: la gente emigra, se
va, se dedica sólo a su vida personal.
Mantener la brasa también es
comunicarse entre México, Colombia, Bolivia, los mapuche, los zapotecos, los
tsotsiles, todos. Lo problemático con las opciones políticas indias es la
impaciencia de los demás. La formación de la clase media de izquierda es
impaciente políticamente.
En Bolivia el gobierno no es indio, sólo tiene la apariencia
El
gobierno de Evo Morales no hace
lo que dice la Constitución.
En los hechos, en Bolivia
hay una penetración progresiva del capital y la inversión estatal china y rusa,
que están destruyendo el medio ambiente con inversiones gigantescas de
infraestructura como el tren bioceánico, represas, una planta nuclear que para
colmo se ubicará en un lugar de El Alto donde hay una falla geológica.
El gobierno tiene
subordinado al poder judicial, cualquier miembro del poder judicial que
funciona autónomo al gobierno, que hace preguntas, automáticamente le sacan
acusaciones. Hay un montón de abogados presos o prófugos, jueces y fiscales en
el exilio por las presiones del gobierno. A la vez, hay un entramado de
corrupción, intereses estratégicos de otros países y sumisión. Un colonialismo
internalizado. Las élites mestizas que dominan Bolivia son megalómanas, la otra
cara del complejo colonial.
La crisis arranca con la
formación de un organismo llamado Movimiento al Socialismo (MAS) que nos hace
creer que no es un partido. Viene con el discurso de que es la articulación de
los movimientos sociales. El tráfico intelectual detrás de esa concepción
implica una voluntad de capturar a los líderes y disfrazarlos de MAS a través
de un membrete prebendado y corrupto. “Te
doy esto si estás conmigo”. Es una escalada de beneficios personales a los
líderes y las instituciones.
El otro problema es su
visión macro del “desarrollo”. Para
ellos no hay desarrollo sin fábricas grandotas, carreteras, minas. Es una vaina
que tienes que “mostrarle” a la
gente. Si haces una investigación sobre el mejoramiento de semillas, no se ve.
El drama de las mujeres es
el machismo de los sindicatos con los que negocian las obras, no importa qué,
con tal de que sea grandote. Eso ha llevado a un despojo epistemológico de lo
que significa lo indio.
Espistemicidio:
estás matando una concepción del mundo que no va por lo grande sino por lo
pequeño, no por la acumulación sino la protección de la vida, la reproducción
de lo que existe, la mejora de la salud. Nada apunta al empoderamiento del
conocimiento indígena de salud. Se da la paradoja de que se niega el Servicio
Universal (Suni) a las madres que no se atienden en las clínicas, sino con
parteras. ¿Cuál multiculturalidad, cuál “plurimulti”,
cuál “nación indígena”?
Para no hablar de la no
consulta a las comunidades. Las leyes de Minas y de ONGs de 2013 que liquida la
crítica. Han cerrado el Cedla, que resistía firme por sus investigaciones
impecables que demostraban que ya no hay soberanía alimentaria, hay un nivel
brutal de desbosque en la Amazonía. Han liquidado a la disidencia, meten en
cana a periodistas, les quitan sus medios, les intervienen y falsean sus
cuentas. Es la paranoia de los poderosos, con el sentimiento de que sólo ellos
tienen la razón y son incapaces de escuchar.
Un gobierno que habla de la
Pachamama, que se presentó citando lo de “mandar
obedeciendo”, resultó lleno de mestizos colonizados. Todo esto tiene que
ver con el ethos. Piensan que un país
como el nuestro necesita un gobierno centralizado. Para ellos las autonomías
indígenas son paja. Ahora se quitan competencias a los municipios “disidentes”. Centralizan inversiones
para desfondar municipalidades y gobernaciones que no son incondicionales.
Cambio de paradigma
Un
gobierno indígena auténtico no
hubiera recurrido a esos disfraces y rituales falsos para los turistas y la
prensa. Poncho, ritos falsos y color de piel no son “lo indio”. Para mí, consiste en una episteme y eso implica varias
cosas claves. Una es reconocer que los sujetos no humanos, montañas, ríos,
animales, son entidades con las que dialogas. Todo lo hermoso que es entender
la relación del trabajo agrícola con la relación metabólica, cósmica con la
tierra.
Un segundo elemento es el
diálogo con los muertos. Viven, hablan y orientan a los vivos, y permiten
identificar los límites éticos que no puedes rebasar.
El tercero: crear, vivir,
tramar comunidad es la reproducción de la vida, implica una ética del cuidado
por parte de hombres y mujeres. Otro tipo de relación hombre-mujer que también
permita superar las brechas y jerarquías entre el trabajo humano y el
intelectual, porque lo que haces con las manos es parte del metabolismo con el
cosmos, porque participas en el ciclo de reproducción de la vida. Estas cosas
son fundamento del pensamiento andino.
En términos de democracia,
si haces comunidad, las decisiones no las toma el dirigente ni el individuo.
Supone que tengas la ética del cuidado y la reproducción de vida por el bien de
todos los partícipes en esta cadena trófica. El tema de las mujeres es una
cuestión de ética colectiva, pero su papel tradicional retrocede, penetrado por
la lógica del sindicato. A nivel de la comunidad de base, donde el dirigente es
controlado por la comunidad, es mucho más fuerte en el tejido comunitario la
presencia de las mujeres, porque los hombres son los que migran. También este
nivel se ha deteriorado. La soberanía alimentaria está en retroceso. Hasta la
comunidad más de base ha sido afectada por esa idea de desarrollo.
En 2001, el 62% de
bolivianos se identificaba como indígena; en 2012, el 43%. Se está dando una “desafiliación étnica”, una erosión de la
identidad india bajo un gobierno presuntamente indio. Lo que ni la dictadura ni los gobiernos neoliberales
lograron. Todo bajo una espectacularización de lo indio. ¿Es posible un gobierno indio en una tierra mestiza? Me parece un suicidio colectivo del movimiento
indígena no apuntar a la descolonización de los mestizos. Que haya mestizos
dispuestos a volver a la tierra, aprender el idioma, hacer el rito en su
corazón y no en la televisión.
El cuarto elemento de la
episteme es acercarse a la lengua. Pues también hay desafiliación lingüística.
Se empobrecen los recursos de la creatividad intelectual que ofrece el aporte indio
para una nueva sociabilidad, una nueva forma de hacer política, otra relación
con el mundo y la vida. Mandar obedeciendo verdadero, y no cuatro dirigentes
que le obedecen a un líder.
El fracaso de Evo es el de
todos y todas. Desde el principio dejamos pasar el machismo y otras cosas, nos
creímos de que éramos un movimiento de movimientos. Ya en 2010 es claro que no,
con el gasolinazo. Y en 2011 la lucha contra el TIPNIS lo hace más explícito.
Pero una masa de gente apoyó a los indios y Evo revirtió el plan; lo mantiene
vivo, pero no intocado.
El trasfondo más importante
es la Ley Minera, una vez pasado lo del TIPNIS. Revela los verdaderos
intereses. Elimina la consulta previa, se da el monopolio del agua a la empresa
minera. Cuando la gente comunitaria protesta parando una mina, se considera “avasallamiento del trabajo”. La ley no
garantiza el resguardo ecológico ni el tratamiento de residuos. Declararon la
minería “prioridad nacional” y dan
concesiones sin límite. Ni la dictadura. Y luego el avasallamiento de los
parques, creados en los 90 con gobiernos neoliberales. Todo se sacrifica a
minas, petróleo y caminos.
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