Gloria Muñoz Ramírez
CENCOALT Centro de
Comunicación Alternativa
Red Latina sin fronteras
10.12.2016
En la región de Amador Hernández, Chiapas, sobre las mismas
tierras en las que los zapatistas dieron uno de los mayores ejemplos de
resistencia en 1999 y 2000, se pretende hoy imponer la llamada Gendarmería
Ambiental, supuestamente para el cuidado y conservación del medio ambiente,
aunque, como lo advirtieron los pueblos de esta región de la Selva Lacandona,
el verdadero objetivo de este cuerpo de seguridad constituye una estrategia
para la destrucción de nuestras comunidades, de nuestras culturas y nuestras
organizaciones.
En el Foro sobre la
Defensa de la Tierra, Vida y Territorio realizado en Amador Hernández,
municipio de Ocosingo, más de mil indígenas tzeltales de la región se
pronunciaron contra la implementación y presencia de la nueva Gendarmería
Ambiental pues, dijeron, representa una violación a nuestros derechos y el
inicio de la destrucción de la Selva Lacandona y Montes Azules.
Indicaron también que la
verdadera contaminación que existe hoy en nuestro planeta y que ha motivado el
calentamiento global, surge de las grandes ciudades del mundo.
La Gendarmería Ambiental
es una corporación creada por la Policía Federal que forma parte de la
colaboración de la Comisión Nacional de Seguridad, a través de la Policía
Federal y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que
han conferido a la División de Gendarmería la misión de prevenir los delitos y
faltas administrativas en materia ambiental, debido a su modelo de seguridad y
operación policial.
Los habitantes de Amador
Hernández, Galilea, Benito Juárez, Pichucalco, Chapultepec, Candelaria, San
Gregorio, Betania, Santa Lucía, Nueva Ibarra, San Jacinto, San Francisco, San
Salvador, Israel, Barrio Guadalupe y representes de las 23 regiones de
Ocosingo, coincidieron en que las actividades que realizan en la zona son de
subsistencia, como el uso de leña para cocinar, y dejaron claro que no
necesitan que alguien los vaya a vigilar. Los que se pretende, dijeron, es
imponer los proyectos extractivistas y para eso requieren una gendarmería.
En estas mismas tierras
ejidales miles de hombres, mujeres y niños se plantaron durante 515 días y sus
noches para impedir la construcción de una carretera en 1999. Frente a ellos se
instaló una base del ejército que nunca los venció. Su resistencia los llevó a
la recuperación de sus tierras, expulsando a los soldados y echando atrás el
decreto expropiatorio.
Más de 16 años después,
regresa a la región la intención de garantizar el ingreso de las empresas
trasnacionales dedicadas a la extracción de recursos naturales.
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