El
pasado más presente que nunca
QUIEN
NO SABE DE DÓNDE VIENE, NO SABE A DÓNDE VA
Texto de La Voz del Anáhuac
Enero 2017
ES LA HORA DE LOS
PUEBLOS
Los pueblos originarios de lo que hoy es México fueron
sometidos por los europeos que buscaban rutas para comerciar con el Lejano
Oriente (India, China). Con el paso bloqueado por los imperios otomano y
musulmán, buscaron una nueva ruta navegando hacia el Poniente.
Creyeron haber llegado a la
India, por eso llamaron “indios” a
los habitantes de este continente, del que desconocían su existencia.
Eran tiempos de guerras
entre los imperios europeos, de conquista de nuevos territorios, de expansión,
de dominación. Mientras en Francia, Inglaterra y Alemania florecía la época
llamada “renacimiento”, España salía
de la guerra contra el dominio musulmán, por lo que estaba estancada aún en la
época medieval.
Son las expediciones
españolas las que llegan a estas tierras. Encuentran aquí grandes riquezas y
deciden apoderarse de ellas y de estos territorios.
Aquí se desarrollaban otras
culturas, con otra cosmovisión, con otros conocimientos, con otras ciencias,
artes, lenguas y escrituras, desconocidas para ellos.
Ambición y desprecio por los
pueblos originarios desatan una guerra de dominación, destrucción y exterminio.
Los originarios resisten, defienden su territorio, su cultura, su historia. Son
derrotados militarmente y por epidemias causadas por enfermedades que aquí se
desconocían. Imponen su religión, esclavizan a la población, la someten,
humillan, masacran. Este dominio durará tres siglos. No obstante, algunos
pueblos logran sobrevivir internándose en selvas y desiertos, remontando
montañas, donde logran conservar parte de su cultura. La raíz no fue arrancada
del todo, pese a las guerras de exterminio.
Las luchas de liberación
durante las siguientes épocas históricas (Independencia, Reforma y Revolución)
son protagonizadas por los pueblos indígenas sobrevivientes, pero aprovechadas
por criollos y mestizos que imponen nuevas formas de dominio, explotación y
sometimiento. Aún así, con todo en contra los pueblos originarios persisten en
la resistencia. Su lucha no es para regresar al pasado, sino por construir una
nación que les reconozca y respete sus derechos como pueblos, su cultura, su
historia, su lengua. Un mundo donde quepan muchos mundos, una nación que se
reconozca como pluricultural, pluriétnica, donde se pueda vivir con justicia,
libertad y verdadera democracia, donde el pueblo mande en común, por el bien
común, en armonía con la naturaleza, con la Madre Tierra.
Otros territorios de este
continente fueron dominados por portugueses, franceses, ingleses, holandeses,
también sometidos, saqueados, exterminados. A esto es a lo que la historia
oficial llama “encuentro de dos mundos”.
“Conquista” denomina a la destrucción
de las culturas que florecían aquí.
El racismo sigue siendo una
de las características de la cultura europea impuesta a los pueblos originarios
de estas tierras.
Es tiempo de rescatar la
cultura, la historia, la memoria, la dignidad de nuestros ancestros. Es hora de
los pueblos.
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