Isidro Baldenegro y
Juan Ontiveros: defensores rarámuris asesinados
OJARASCA
Desinformémonos
06
febrero. 2017-02-06
Los defensores comunitarios del medio ambiente, los
que cuidan sus bosques y sus aguas, sus montañas, el viento, la tierra y el
territorio, están siendo asesinados en México y en toda América Latina. Son
ellos enemigos de empresarios, gobiernos y crimen organizado, quienes ven amenazados
sus intereses por la resistencia de quienes no están dispuestos a entregar sus
recursos naturales.
Este 2017
arrancó con el asesinato de dos defensores de la sierra rarámuri, en Chihuahua:
El 15 de enero pasado el
ambientalista comunitario Isidro Baldenegro
fue acribillado a balazos, luego de haber recibido decenas de amenazas por su
defensa de los bosques de la Sierra Madre Occidental. Quince
días después, el 31 de enero, Juan Ontiveros Ramos fue secuestrado y
encontrado muerto al día siguiente.
Baldenegro, como la luchadora lenca Berta Cáceres,
ambientalista hondureña asesinada en marzo
del 2016, también fue
galardonado con el reconocido premio Goldman. De 51 años de edad, el defensor
rarámuri fue acribillado en la comunidad Coloradas de la Virgen, en el
municipio de Guadalupe y Calvo.
Nada es casualidad en estas tierras azotadas por el
crimen organizado y empresarios madereros que reciben el cobijo de las
autoridades en turno y se han apropiado de los recursos de la sierra. Hoy, como
desde hace cuatro décadas, los rarámuri están siendo expulsados de sus
rancherías por la violencia. Los que se quedan se juegan la vida en la lucha
por el reconocimiento de sus tierras, por impedir que la deforestación acabe
con la totalidad de sus bosques y por recobrar la unidad de su pueblo.
La muerte no es nueva en esta tierras. El padre de
Isidro, Julio Baldenegro, también
defensor de los bosques, fue asesinado por un grupo de sicarios en 1986. Siete años más tarde su hijo
constituyó una organización para continuar con la defensa de la Sierra Madre
Occidental, región invadida por los talamontes clandestinos que codician sus
maderas de pino y roble.
Aún no pasaba la conmoción por la muerte de Isidro
cuando, el 1 de febrero de 2017, Juan Ontiveros Ramos, defensor de la comunidad
indígena de Choréachi, fue encontrado sin vida. Apenas el 20 de enero anterior
Ontiveros había sostenido un encuentro con la Unidad de Derechos Humanos de la
Secretaría de Gobernación, en el que volvió a denunciar el despojo territorial
y habló de las amenazas en su contra.
Ya pasaron los tiempos en los que la denuncia pública,
las medidas cautelares y la difusión internacional brindaban cierta protección
a los defensores bajo peligro. En octubre de 2015 Juan entregó un video con su
testimonio a la CIDH en el que explicó la alarmante situación en las que
sobreviven los rarámuri que permanecen en su territorio.
En 2013, señaló la red de organizaciones de derechos
humanos “Todos los Derechos Para Todos”,
un grupo de indígenas de la región realizó una denuncia ante instancias
internacionales y, como consecuencia, una de las principales denunciantes no
pudo regresar a su comunidad debido a que los agresores la amenazaron.
Hoy, afirman, la situación es más grave, por lo que
circula un llamado de emergencia para resguardar la vida e integridad del resto
de los habitantes de la comunidad de Choréachi.
Por su parte, el Congreso Nacional Indígena y el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional, se solidarizaron con el pueblo
rarámuri “tan dolido por estos dos
asesinatos que se suman a los 18 homicidios contra sus comunidades desde 1973,
cuatro de ellos en el último año”, y les ofrecieron su respaldo “como pueblos indígenas del país que nos
organizamos para defender nuestras vidas y nuestros territorios”.
Comentarios