El zapatismo y la
revolución mundial, en el 98 aniversario del asesinato a traición del General
Emiliano Zapata
Carta
del General Emiliano Zapata al General Jenaro Amezcua
14
de febrero de 1918
Francisco
López Bárcenas
Desinformémonos
Foto:
Detalle del mural “La historia de México”
de Diego Rivera
10
abril, 2017
El 14 de febrero de 1918, un año después de promulgada
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y uno antes de que
fuera asesinado a traición por el militar carrancista Jesús Guajardo, desde su
cuartel en Tlaltizapán, Morelos, el general Emiliano Zapata escribió dos cartas
al general zapatista Jenaro Amezcua, quien se encontraba comisionado en la
Habana, Cuba, para establecer relaciones con los centros y agrupaciones obreras
de Europa y América para explicarles “las
finalidades de la Revolución Agraria de México, así como su íntima solidaridad
con los movimientos de emancipación que en otras regiones del mundo realiza en
la actualidad el proletariado”. De la misma manera el comisionado debería
estimularlos “para que en interés de la
causa común, propaguen en pro de la gran masa de los campesinos, generalmente
descuidada y poco atendida por los protagonistas obreros”.
La comunicación que el
general Emiliano Zapata envío al general Jenaro Amezcua consta de dos cartas:
una, corta, donde lo instruía a iniciar la propaganda de la lucha zapatista por
América y Europa, y otra más amplia donde expone sus reflexiones sobre la
importancia de la lucha que los zapatistas sostenían, a pesar de que ya se
había expedido la nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
con la cual, en la concepción del carrancismo, la lucha armada ya no tenía
razón de ser. Con esto coincidían algunos jefes zapatistas regionales que
abandonaron la bandera por la que durante mucho tiempo empuñaron las armas.
A noventa y ocho años del
asesinato del general Emiliano Zapata, pensamos que es importante difundir
dicho documento, sobre todo porque varios de sus postulados centrales, a pesar
del paso del tiempo, siguen siendo de actualidad. El documento puede ser
consultado en el Centro de Estudios de Historia de México.
Francisco López Bárcenas
Carta del General Emiliano Zapata al General Jenaro Amezcua
Estimado amigo.
Me refiero a las gratas de usted, fechadas en 1º y 15
de enero último.
Por ellas veo que ha
continuado usted, con actividad y con éxito, la ardua labor que la Revolución
le ha encomendado. Veo también con gusto, que en esa tarea es usted eficazmente
ayudado por entusiastas e inteligentes colaboradores, que fungen ya como
agentes colaboradores, que fungen ya como agentes de propaganda.
Por los recortes que se
sirve adjuntarme, quedo impuesto de la benévola acogida que en la prensa de esa
Capital han tenido las declaraciones hechas por usted, acerca de las
finalidades que perseguimos; lo que es un indicio cierto de que la
intelectualidad cubana se da cuenta de la importancia de este movimiento
regenerador y simpatiza con él abiertamente, al reconocer su indudable
justicia.
De todas veras celebro que
en ese interesante país hermano del nuestro, repercutan y dejen hondas huellas
las reivindicaciones gallardamente sostenidas por el pueblo campesino de esta
República de México.
Era de esperarse que así
sucediera, era de augurarse esa cordial hospitalidad para nuestros anhelos de
reformas y para nuestros empeños de radical renovación; pues lo mismo tienen
que pensar y que sentir dos pueblos de igual raza y de igual historia, que sufren
y han sufrido idénticos a los, que en su seno sienten agitarse los mismos
problemas y que es lógico, por lo mismo, sientan análogos ideales y vibren con
los mismos entusiasmos.
Mucho ganaríamos, mucho
ganaría la humana justicia, si todos los pueblos de nuestra América y todas las
naciones de la vieja Europa comprendiesen que la causa de México Revolucionario
y la causa de Rusia la irredenta son y representan la causa de la humanidad, el
interés supremo de todos los pueblos oprimidos. Aquí como allá, hay grandes
señores, inhumanos, codiciosos y crueles que de padres a hijos han venido
explotando hasta la tortura, a grandes masas de campesinos. Y aquí como allá,
los hombres esclavizados, los hombres de conciencia dormida, empiezan a
despertar, a sacudirse, a agitarse, a castigar.
Mr. Wilson, el Presidente de
los Estados Unidos, ha tenido razón al rendir homenaje, en ocasión reciente, a
la Revolución rusa, calificándola de noble esfuerzo por la consecución de
libertades y solo sería de desearse que a este propósito recordase y tuviese
muy en cuenta la visible analogía, el marcado paralelismo, la absoluta paridad
mejor dicho, que existe entre ese movimiento y la revolución agraria de México.
Una y otro van dirigidos contra lo que León Tolstoi llamará “el gran crimen”,
contra la infame usurpación de la tierra, que siendo propiedad de todos, como
el aire y como el agua, ha sido monopolizado por unos cuantos poderosos,
apoyados por la fuerza de los ejércitos y por la iniquidad de las leyes.
No es de extrañar, por lo mismo,
que el proletariado mundial aplauda y admire la revolución rusa, del mismo modo
que otorgará toda su adhesión, su simpatía y su apoyo a esta revolución
mexicana, al darse cabalmente de sus fines.
Por eso es tan interesante
la labor de difusión y de propaganda emprendida por usted en pro de la verdad,
por eso deberán acudir a todos los centros y agrupaciones obreras del mundo,
para hacerles sentir la imperiosa necesidad de acometer a la vez y de realizar
juntamente las dos empresas: educar al obrero para la lucha, y formar la
conciencia del campesino.
Es preciso no olvidar que en
virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del
obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la liberación del campesino.
De no ser así, la burguesía podrá poner estas dos fuerzas la una frente a la
otra, y aprovecharse v. gr., de la ignorancia de los campesinos para combatir y
refrenar los justos impulsos de los trabajadores citadinos; del mismo modo que,
si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos
contra sus hermanos del campo. Así lo hicieron en México, Francisco I. Madero
en un principio y Venustiano Carranza últimamente; si bien aquí los obreros han
salido ya de su error y comprenden ahora perfectamente que fueron víctimas de
la perfidia carrancista.
Todo lo que ustedes hagan
para obtener la colaboración de los centros obreros de Europa y América, será
poco, si se considera la trascendencia de la labor y la magnitud del resultado.
Debe usted, excitar a esas
agrupaciones a que propaguen en sus diferentes países los ideales del
agrarismo, el programa de la revolución mexicana y los grandes triunfos
alcanzados en el terreno de las realidades por nuestros modestos luchadores
indígenas, incansables y firmes después de ocho años de lucha.
A esto y a la labor de
prensa deben tender por ahora preferentemente los esfuerzos de usted, sin que
sea posible en la actualidad entrar en pláticas serias con la mayor parte de
los gobiernos extranjeros en virtud de estar reconocido por ellos oficialmente,
el gobierno de Carranza. Por esta razón no creo necesario por ahora, la
credencial a que usted se refiere, autorizándolo para tratar con los gobiernos
de otros países.
Una gira de propaganda por
Sud-América y Europa, sería muy útil a no dudarlo, y ojalá que usted pudiese
realizarla; pero para ello sería preciso el apoyo de algún sindicato o
corporación obrera de ese país; pues todavía no es posible para la Revolución
sufragar los gastos consiguientes, si bien todo hace suponer que muy pronto
tendrá fondos bastantes.
Respecto al asunto de los
cereales a que usted se refiere, existen hoy algunas dificultades por cuestión
de las vías de comunicación; de tal suerte de que cuando haya mejores
oportunidades, avisaré a usted.
Le adjunto una credencial
para sus trabajos cerca de las organizaciones obreras, así como varios
ejemplares de “El Sur” y otros
documentos de propaganda.
Espero que usted y sus
compañeros seguirán trabajando con el mayor empeño y sin desmayar.
La situación política,
económica, financiera y militar del carrancismo, es desesperada. La mayor parte
de los antiguos partidarios de Carranza han acabado por conocerlo y lo han
abandonado en masa. Ahora sólo están con él unos cuantos politicastros
totalmente desprestigiados y sin influencia alguna sobre la opinión. La caída
de este régimen abominable es solamente cuestión de días. La unificación
revolucionaria será pronto un hecho.
La Revolución netamente
popular y agraria ha ganado considerable terreno, y hoy domina no sólo Morelos,
Guerrero, Tlaxcala, México y Puebla, sino también en Hidalgo, Guanajuato,
Michoacán, Jalisco, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango y Coahuila, y en la
parte sur de la República, además de haberse extendido a Veracruz y Oaxaca, ha
penetrado hasta el fondo de los Estados de Tabasco y Chiapas, quizá los más
oprimidos del país.
Saludo a usted y le deseo
todo bien su amigo y atto. S. S.
EMILIANO ZAPATA
(Rúbrica)
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