III.- PARTICIPACIÓN DE LA COMISIÓN 6ª DEL EZLN en “Los muros del capital, las grietas de la izquierda”
SupGaleano: Lecciones de
geografía y calendarios globalizados
Seminario
“Los muros del capital, las grietas de la izquierda”
Cideci
/ Universidad de la Tierra Chiapas
14 de
abril del 2017
AUDIO:
“Nada ha cambiado”, así dicen.
“En Chiapas, los indígenas
están igual o peor que antes del alzamiento zapatista”,
reiteran los medios de paga cada que su caporal se los indica.
Hace 23 años, de diversas partes del mundo llegó “ayuda
humanitaria”. Los indígenas zapatistas entendimos entonces que no era
limosna lo que nos mandaban, sino apoyo para resistencia y rebeldí. En lugar de zamparnos todo o venderlo, como
hacen los partidistas, con esos apoyos fuimos levantando escuelas, hospitales,
proyectos para la autogestión. Poco a
poco y no sin problemas, dificultades y errores, construimos las bases
materiales para nuestra libertad.
Ayer hemos escuchado al Subcomandante Insurgente Moisés
decirnos que las comunidades indígenas zapatistas se organizaron no para pedir
ayuda, sino para apoyar a otra gente en otra tierra, con otra lengua y cultura,
con otro rostro, con otro modo, para que resista. Nos ha platicado el proceso
seguido para cumplir con eso. Cualquier que haya escuchado sus palabras puede
decir, y no se equivocaría, que lo que se ve en ese largo camino que va del
cafetal a este kilo de café empacado, hay una constante: organización.
Pero volvamos a 1994-1996.
Conforme llegaban mujeres, hombres y otroas de diversos rincones del México y del mundo, las zapatistas, los
zapatistas entendimos que, en ese calendario, no era una geografía específica
la que nos tendía la mano y el corazón.
No era la soberbia Europa la que se condolía de los
pobres inditos a los que, inútilmente, había querido exterminar siglos antes.
Fue la Europa de abajo, la rebelde, la que, sin importar
su tamaño, lucha día a día. La que, con su apoyo, nos decía “no se rindan”.
No era el norte revuelto y brutal que es gobierno y Poder
escondido detrás de la bandera de las barras y las turbias estrellas quien,
simulando humanidad, mandaba migajas.
Fue la comunidad latina y anglo que defiende su cultura y
modo, que resiste y lucha, que no se embrutece con la droga del “sueño
americano”, la que nos apoyó mientras murmuraba “no se vendan”.
No era el México partidista, el de la nomenclatura de
todas las derrotas convertidas en puestos y cargos para los dirigentes y olvido
para las bases, quien trataba de cobrar doble: cobrar la sangre de los nuestros
y cobrarnos luego la limosna que trajeran.
Fue el México de abajo, el que se organiza sin importar
si son muchos o pocos, si salen o no en las noticias, si los entrevistan o no
los medios de paga; el que carga sus muertos, sus presos, sus desaparecidos no
como un lamento sino como un compromiso.
Ese México fue quien se quitó algo de lo poco que tenía para dárnoslo
mientras su mirada nos mandaba: “no claudiquen”.
De África, Asia y Oceanía también llegó el aliento y la
esperanza susurrándonos: “resistan”.
Y desde esos años primeros, nosotras, nosotros,
zapatistas, entendimos que no nos dejaban una ayuda sino un compromiso, y desde
ese calendario nos hemos esforzado por honrarlo.
Aún con todo en contra, acosados por el ejército y
paramilitares, difamados por los medios de paga, olvidados por todos quienes
descubrieron que no sacarían provecho de nuestro dolor, aún así, nos hemos
empeñado en honrar ese debe, todos los días y en todas partes, no sin errores y
fallas, no sin tropezones y caídas, no sin muertes.
Ese hombre, esa mujer, esoa otroa, que lucha en otros rincones del planeta, puede decir ahora que luchó a
nuestro lado. Y sin empacho puede
dejarnos a nosotros, nosotras, los errores y atorones, y, con justicia, hacer
suyos nuestros logros que, aunque pequeños, valen.
Gracias a toda esa gente que fue y es compañera tal vez
sin saberlo, no somos lo mismo de hace 23 años.
Hace dos décadas, cada que hablaban nuestros compañeros y
compañeras, invariablemente terminaban sus palabras pidiendo disculpas por su
manejo del español.
Hoy, sin olvidar su lengua materna, cualquiera de
nuestros jóvenes y jóvenas, con cariño le corrigen la prosodia y la ortografía a más de uno, una, unoa con grados universitarios.
Hace dos décadas el EZLN era organización, referente y
mando de las comunidades indígenas. Hoy
son ellas quienes mandan y nosotros, nosotras, quienes obedecemos.
Antes las dirigimos y ordenamos, ahora nuestro trabajo es
ver cómo apoyamos sus decisiones.
Antes íbamos delante, marcando el rumbo y el
destino. Hoy vamos detrás de nuestros
pueblos, no pocas veces corriendo detrás de ellos para alcanzarlos.
Hemos pasado a segundo plano. Habrá quien piense que eso es un fracaso.
Para nosotros, nosotras, es la buena cuenta que podemos
darle a nuestros muertos, a nuestras muertas.
Como a SupPedro, como a la compañera Malena, quien falleció hace apenas
unos días, y de quien todavía no podemos hablarles sin que el dolor nos
acalambre las manos y se humedezcan las palabras y la mirada.
Así de grande era ella para nosotras, nosotros,
zapatistas.
Hemos llegado a estos días y esta reunión con su muerte
sobre los hombros y, aunque no explícitamente, su voz ha tomado la nuestra.
Hace un par de días hemos querido saldar una deuda de
honor con quienes hoy nos faltan y mucho.
Hemos querido hacer nuestras las palabras que imaginamos suyas si aquí
estuvieran, a nuestro lado, como lo estuvieron toda su vida.
Pero ahora debemos seguir, y hacerles saber a todos que
nuestras comunidades, nuestros pueblos, han decidido que es el momento de
recordarles a quienes creyeron y confiaron en nuestra bandera y modo, que aquí
estamos, que resistimos, que no nos rendimos, que no nos vendemos, que no
claudicamos.
Queremos que sepan que ahora pueden contar con nosotros,
nosotras, con las comunidades zapatistas.
Que aunque poco y a la distancia, les apoyaremos.
Y tampoco será nuestro apoyo una limosna. También será para ellos, ellas, elloas, ustedes, un compromiso.
Porque esperamos que resistan hasta lo último. Esperamos que no se rindan, que no se vendan,
que no claudiquen.
Porque esperamos que aún en los momentos en que se
sientan más solos, más derrotados, más olvidados, tengan en su dolor y su
angustia al menos una certeza: la de que hay alguien que, aunque lejos y con el
color de la tierra, les dice que no están solos, solas,
soloas. Que su dolor no nos es ajeno. Que su lucha, su resistencia, su rebeldía,
también es la nuestra.
Les apoyaremos como es de por sí nuestro modo, es decir,
un apoyo organizado.
Y deben saber y tener bien claro, que en este apoyo va
nuestro cariño, nuestra admiración, nuestro respeto.
El empaque no lo dice, pero dentro va el trabajo de los
hombres, mujeres, niños y ancianos zapatistas.
Porque hace ya varios años que entendimos que nuestro
anhelo no es local, ni nacional, es internacional.
Entendimos que para nuestro empeño las fronteras
estorban. Que nuestra lucha es
mundial. Que siempre lo ha sido, pero
que no lo sabían quienes nos parieron y que fue hasta que la sangre indígena
tomó el timón además del motor, y marcó el rumbo, que descubrimos que el dolor,
la rabia y la rebeldía no tienen pasaporte y que son ilegales para el arriba,
pero son hermanas para el abajo.
Hoy podemos decirle “compañero”, “compañera”,
“compañeroa” a cualquiera que resista, se
rebele y luche en cualquier parte del planeta.
Ésa es la nueva geografía que no existía en aquel otro
calendario.
Así
que reciban nuestro apoyo sin pena.
Recíbanlo
como lo que es, como un saludo.
Con eso como pretexto sacudan al mundo, arañen los muros,
digan “no”, levanten el corazón y la mirada.
Que si el poderoso no los ve ni los oye, en cambio los
miran y los escuchan las zapatistas, los zapatistas que, aunque no somos
grandes, venimos rodando desde siglos y sabemos bien que el mañana es parido
como debe ser, es decir, abajo y a la izquierda.
-*-
De individu@s y colectiv@s.
Hay muchas cosas que no podemos explicar.
Sabemos que son así, pero nuestro conocimiento es rudimentario y no
podemos explicar por qué.
Ya ven, por ejemplo, que “los cabezas grandes” nos
dicen que no sabemos marxismo (no sé si eso es un defecto o una virtud), que
somos una fantasía alargada en el tiempo por causas que no pueden explicar pero
que son sospechosistas. Como no es posible que un grupo de indígenas piensen, quiere decir que es
el hombre blanco o alguna fuerza oscura la que nos manipula y nos lleva a no sé
dónde.
Nuestro conocimiento, nos dicen, no es más que voluntarismo
y buena suerte en el mejor de los casos, o simple manipulación de alguna mente
perversa en el peor.
Pero no es que les preocupa si alguien nos manda y
orienta. Lo que les molesta es que no
sean ellos. Les incomoda que no
obedezcamos, que la insumisión en estas tierras no sea una bandera sino ya una
forma de vida.
En resumen, les molesta e incomoda que seamos zapatistas.
Y la misma incapacidad que nos suponen para la lucha, la
extienden al conocimiento.
Nos siguen viendo desde arriba. Desde sus amplios y lujosos barandales se
asoman a mirarnos con burla, con lástima, con desaprobación. Y regresan luego a
sus espaciosos camarotes a masturbarse pensando en su bonanza y bienestar.
Excitándose al imaginar el dolor en el otro, la desesperación en la otra, la
angustia en loa otroa.
Porque ellos, van arriba del soberbio barco, navegan la
gran finca flotante que recorre las geografías y calendarios actuales.
Pero si se vuelven a asomar y dirigen su mirada abajo y a
la izquierda, con preocupación más cerca nos miran.
Pero no, no es que hayamos crecido para alcanzarlos. No
es que nos estiremos para tratar de llegar a ser como ellos.
No, nosotros, nosotras, no somos ellos. Y no queremos
serlo.
Si más cerca nos ven es, simple y sencillamente, porque
su soberbio buque se hunde. Se hunde irremediablemente, y lo saben el finquero,
los capataces y caporales, que ya tienen listas las barcas para abandonar el
navío cuando la catástrofe sea tan evidente que nadie pueda negarla.
Pero no me hagan caso. Ellos son los grandes estudiosos,
los que manejan con habilidad las nuevas maravillas tecnológicas. Ellos son
quienes pueden, con un golpe de dedo, encontrar justificaciones para su
cinismo, su ruindad, su imbecilidad que, no por vestirse de ilustrada, deja de
ser lo que es: una chambonada pedante y cínica. Ellos que, con maña, obvian los
argumentos en contra que se encuentran ahí mismo, que trucan y editan palabras
y hechos para acomodarlos a conveniencia.
Y no les interesa siquiera corregirnos. Sólo quieren
consolarse en su bajeza, en su soledad. Y se pretenden individuales, únicos,
irrepetibles, pero no son más que una más de millones de moscas revoloteando en
la mierda.
Ellos que creen saber y no saben. Ellos que quieren
ganar, y pierden.
Porque ellos se creen que están a salvo del colapso. Que
el dolor siempre será ajeno.
¿De veras creen que la desgracia tocará antes a su puerta
y pedirá permiso para entrar en su vida?
¿Creerán que habrá un anuncio antes, que habrá una
aplicación para el celular que les avise que se acerca la tragedia?
¿Esperan que sonará la alerta y podrán salir en orden de
su trabajo, su casa, su auto y agruparse en tal punto?
¿Esperan que en sus miserables mundos, aparecerá, de
pronto, la señalización que indique: “punto de reunión en caso de apocalipsis”?
Ellos, ¿tienen en sus pueblos, en sus colonias, en sus
ciudades, en sus países, en sus mundos, una puerta con un letrero luminoso
encima rezando “SALIDA DE EMERGENCIA”?
¿Suponen que será como en las series y películas de
catástrofes, que todo es normal y en un instante todo se descompone?
Puede ser. Ellos son quienes saben, quienes imparten
juicios y condenas.
Pero, según nosotros, nosotras, zapatistas, la pesadilla
la va construyendo el Poderoso poco a poco.
Las más de las veces, la presenta como un beneficio, un avance. En veces es el progreso, el desarrollo, la
civilización.
Pero ya ve usted que somos indígenas, lo que, según
ellos, quiere decir ignorantes, manipulados por la religión, o la necesidad, o
por ambas.
Para ellos no tenemos ni la capacidad ni el raciocinio
para diferenciar una cosa de otra.
Para ellos no somos capaces de la mínima elaboración
teórica.
Pero, por ejemplo, hace más de 20 años señalamos el
colapso que sufriría la globalización neoliberal. Ahora los cabezas grandes descubren que, en
efecto, la globalización explosiona, y escriben ensayos minuciosos para
demostrar lo que se puede constatar apagando la televisión, la computadora o
dejando en paz el celular unos instantes, y ya no digamos salir a la calle,
bastaría asomarse a la ventana para constatar lo que pasa. Se citan y recitan entre sí, se felicitan e
intercambian zalamerías y cachondeos teóricos (ok, también carnales,
pero cada quien con su cada cual).
Si hubiera justicia teórica, se reconocería que los más
pequeños de los pequeños se asomaron antes a la catástrofe en curso y la
señalaron.
No dijeron si era buena o mala, no abundaron y redundaron
en citas de pie de página, ni acompañaron sus aseveraciones con referencias a
nombres extraños con muchos grados académicos.
Les cuento esto porque, hace un par de días, les
platicaba yo que, entre los papeles del
SupMarcos, encontré ese texto que se supone explica las razones y motivos que
llevaron a un escarabajo de nombre de pila Nabucodonosor, a elegir un nombre de lucha y una profesión ídem,
abandonar su casa y familia, y armado con una cáscara de cacaté como yelmo, una
tapa de plástico de un frasco de medicina como escudo, un clip desdoblado como
lanza, y una ramita como espada (que se llamaba, por supuesto, Excalibur), elegir
un amor imposible, asignarle a una tortuga la misión de cabalgadura con el
paradójico nombre de “Pegaso”, escoger de escudero a un guerrillero de
nariz evidente, y lanzarse a recorrer los caminos del mundo.
Pero no buscaba yo ese texto. Porque en las últimas fechas he leído y
escuchado estudios y análisis que sostienen que parece, es probable, puede ser,
es un supositorio, la globalización neoliberal no es la panacea prometida y, en
realidad, está acarreando más perjuicios que beneficios.
Y fui entonces yo a hurgar en ese baúl porque creía haber
leído eso antes.
Y pues lo encontré y aquí se los leo. Tiene fecha de abril de 1996 y es una
ponencia redactada por un escarabajo. Se
titula:
“Elementos promisorios para un análisis inicial
como primera base de un acercamiento original a las primogénitas
consideraciones fundamentales acerca del basamento suprahistórico y
supercalifragilisticoespiralidoso del neoliberalismo en la coyuntura decisiva
del 6 de abril de 1994 en punto de las 0130, hora suroriental, con una luna que
tiende a vaciarse como si fuera bolsillo de trabajador en el auge de las
privatizaciones, los ajustes monetarios y otras medidas económicas tan eficaces
que provocan encuentros como el de la realidad” (Primera de 17,987 partes).
La ponencia es bastante sintética. De hecho, se compone de una sola frase
que dice así:
“El problema con la globalización en el
neoliberalismo es que los globos se revientan”.
Oh, yo entiendo que en una publicación “seria” de la academia o del
limitado universo de los medios de paga, no se puede citar a pie de página: “Don
Durito de La Lacandona”. Op. Cit. 1996).
Porque luego habría que aclarar, al final de la publicación, que el
autor referido es un escarabajo que se cree andante caballero y cuyo rastro se
perdió en La Realidad, el 25 de mayo del 2014.
Pero les decía yo que hay muchas cosas que no podemos
explicar por qué, pero son así.
Por ejemplo, la individualidad y lo colectivo.
En colectivo es mejor que individual. No puedo explicarles científicamente por qué,
y tienen todo el derecho de acusarme de esotérico, o algo igualmente horrible.
Lo que hemos visto en nuestro limitado y arcaico
horizonte es que el colectivo puede sacar a relucir lo mejor de cada
individualidad.
No es que el colectivo te haga mejor y la individualidad
te haga peor, no. Cada quien es quien
es, un complejo manojo de virtudes y defectos (lo que sea que signifiquen unas
y otros), pero en determinadas situaciones afloran las unas o los otros.
Prueben aunque sea una vez. No les va a pasar nada. En todo caso, si son tan maravillosos como se
conciben a sí mismos, pues entonces reforzarán su posición de que el mundo no
los merece. Pero tal vez encuentren
dentro de ustedes mismos habilidades y capacidades que no sabían que
tenían. Prueben, total, si no les gusta
siempre pueden volver a su cuenta de tuiter, a su muro de feisbuc, y desde ahí seguir
dictándole al mundo entero lo que debe ser y hacer.
Pero no es por eso que ahora les recomiendo que trabajen
y luchen en un colectivo. El asunto es
que la tormenta viene. Lo que se ve
ahora no es ni remotamente el punto más álgido.
Lo peor está por venir. Y las
individualidades, por muy brillantes y capaces que se sientan, no podrán
sobrevivir si no es con otros, otras, otroas.
Nosotras, nosotros, hemos visto como el trabajo colectivo
no sólo ha permitido la supervivencia de los originarios a varias tormentas
terminales, también avanzar cuando son comunidad y desaparecer cuando cada
quien ve por el bienestar propio individual.
En lo que se refiere a las comunidades indígenas
zapatistas, el trabajo colectivo no lo llevó el EZLN, tampoco el cristianismo,
ni Cristo ni Marx tuvieron qué ver con el que, en momentos de peligro, frente a
amenazas externas, para las fiestas, la música y el baile, la comunidad en
territorios de los pueblos originarios se hace un solo colectivo.
En fin, ahí lo vean.
Pero, como quiera, yo les recomendaría que aprovechen lo
que va a hacer el Congreso Nacional Indígena a partir de mayo de este
años. Esperamos de veras que el CNI cumpla
su propio mandato y no caiga en la búsqueda de votos y de cargos, sino que
lleve el oído hermano para quien abajo es dolor y soledad, que lo alivie con el
llamado a la organización.
El andar de estas compañeras y compañeros va a hacer
visibles barrios, comunidades, tribus, naciones, pueblos originarios.
Acérquense a ellos, ellas, a los indígenas. Abandonen, si pueden, la lente del
antropólogo que los ve como bichos raros y anacrónicos. Deje de lado la lástima y la posición de
misionero evangelizador que les ofrece salvación, ayuda, conocimiento.
Acérquese como hermana, hermano, hermanoa.
Porque, cuando llegue el tiempo en que nadie sepa a dónde
ir, esos originarios, los que hoy son despreciados y humillados, sabrán a dónde
el paso y la mirada, sabrán el cómo y el cuándo. Sabrán, en suma, responder a
la pregunta más importante y urgente en esos momentos: “¿qué sigue?”
-*-
Ahora, ya para terminar, algunos
señalamientos breves. Algunas pistas,
pues.
.- Cuando Trump habla de recuperar las fronteras de
EU, dice que es la de México, pero la mirada del finquero apunta a territorio
del Mapuche. La lucha de los originarios
no puede ni debe circunscribirse a México, debe alzar la mirada, el oído y la
palabra e incluir todo el continente, desde Alaska hasta Tierra de Fuego.
.- Cuando en la voz del Subcomandante Insurgente
Moisés, decimos que el mundo entero se está convirtiendo en una finca y los
gobiernos nacionales en capataces que simulan poder e independencia cuando el
patrón se ausenta, no sólo estamos señalando un paradigma con consecuencias
para la teoría. También estamos señalando un problema que tiene consecuencias
prácticas para la lucha. Y no nos
referimos a las luchas “grandes”, las de los partidos políticos y los
movimientos sociales, sino a todas las luchas. El zapatismo, como pensamiento
libertario, no reconoce a los ríos Bravo y Suchiate como límites de su
aspiración de libertad. Nuestro “para
todos, todo” no reconocer fronteras.
La lucha contra el Capital es mundial.
.- Entre las opciones, nuestra posición ha sido y
es clara: no hay capataz bueno. Pero
entendemos que alguien haga, la mayoría de las veces como terapia de consuelo,
una diferenciación entre los malos y los peores. Ok, quien poco hace, con poco o nada
se conforma.
Pero ellos deberían tratar de entender que quien arriesga
todo, todo quiera. Y para nosotras,
nosotros, zapatistas, el todo es la libertad.
No queremos elegir entre un patrón cruel y uno bondadoso,
simple y llanamente no queremos patrones.
Pues eso es.
Muchas gracias.
Digo, además de las que me adornan.
SupGaleano.
Abril del 2017.
Del cuaderno de apuntes del
gato-perro.
I.- Imágenes de la Finca
Global.
SupGaleano.
Abril
del 2017.
Han llamado a cuentas a los señores John McCain y John Kelly. El primero es senador y el segundo es
secretario de Seguridad Nacional, ambos en el gobierno norteamericano. El patrón les reprocha el comentario sobre
que sería un problema que una candidatura de izquierda llegara a la presidencia
de México, lo que ha sido aprovechado por uno de los precandidatos para
promoverse.
Tanto McCain como Kelly se miran entre sí extrañados y
argumentan: “pero si nos estábamos refiriendo a lo que
pretenden los fuckin indios frijoleros brownies, que están diciendo que pueden
gobernar no sólo México sino el mundo entero con su fucking council. Ellos sí son un problema, no sé por qué el
otro se sintió aludido, si él y nosotros sabemos que no representa amenaza
alguna como no sea para sí mismo”.
El patrón, que sea el finquero, que sea el capitalista,
los escuchó y movió la cabeza asintiendo con aprobación. Les dio orden de retirarse y llamó luego a
Donaldo y a su mamá (que sólo aparece aquí para mentarla), así como a los
principales líderes políticos para darles indicaciones.
Horas después, en solemne sesión del congreso
norteamericano, el Trump condecoró al senador McCain y al general Kelly con la
medalla al mérito capitalista, el más alto honor que el patrón otorga a
capataces, mayordomos y caporales.
La sesión transcurría sin mayores contratiempos cuando
empezó a detectarse mucha bulla en la sala de prensa donde los corresponsales
asignados a la Casa Blanca se aburrían soberanamente. De pronto, todos se agolparon en torno a uno
de los monitores.
Resulta que una colega, más aburrida que el copete del
Trump, se puso a “zapping” en la red y había llegado a la página del
Sistema Zapatista de Televisión Intergaláctica (“SIZATI” por sus siglas
en español).
En la pantalla se observaba la misma ceremonia pero con
una cámara que tomaba todo a espaldas de donde el Trump estaba.
En la imagen se veía que el Trump traía un papel pegado
en una de las nalgas que decía “Kick me”, y otro en la otra nalga que rezaba “Fuck
me” y uno más, a la
altura del hombro izquierdo, en el que se leía “Vamos
por todo para todoas” y firmaba “El fucking Congreso Nacional Indígena”.
Los corresponsales enloquecieron y llamaron frenéticos a
sus redacciones, las principales cadenas televisivas del mundo suspendieron su
programación habitual para enlazarse con el SIZATI. En todo el planeta las pantallas se llenaron
de las nalgas del señor Trump.
Las consecuencias no se hicieron esperar: la muy
honorable, discreta y recatada familia Kardashian sufrió un síncope cardíaco
porque su reality show perdió el 100% de la audiencia; el mundo entero no vio
la escena culminante de la serie The Walking Dead, donde Darill le
confiesa su amor a Rick y, cuando se besan apasionadamente el Rick con el
Flechitas, ¡zás!, la Michone les corta la cabeza a ambos y, enfundando
su katana, dice, mirando a la cámara: “mejor
me voy a la fuckin selva lacandona a buscar a mi verdadero amor, el fuckin
SupGaleano, no vaya a ser que me dé baje la fuckin Rousita”; y tampoco pudieron ver el último episodio de la serie Games of
Thrones, en la que la Dayanaris le da un su besito a Tyron, demostrando que
lo fuckin pequeño gana cuando cuenta y que, en efecto, John Snow no sabía nada.
Desde el podio del congreso, Trump observó la agitación
en los corresponsales y pensó para sí que al fin la fuckin prensa había
entendido la grandeza de él, o sea del Trump himself.
Horas después la séptima flota naval de los fuckins marines
y la fuckin 101 división aerotransportada vigilaban las mares y cielos
del mundo, esperando que los servicios de inteligencia de la OTAN descubrieran
la ubicación del fuckin SIZATI para lanzarle 3 mil misiles Tomahawk con 3 mil cabezas nucleares cada uno, además de la madre de todas las
bombas.
Al bunker del patrón llegó la comunicación: “los fuckin bastards are fuckin every where” que,
en español, se puede traducir como “no tenemos una fuckin
idea de donde están esos weyes”.
La industria militar trabajaba ya a todo vapor para
surtir un nuevo pedido de misiles, así que había que gastar los que ya había,
si no, la fuckin sociedad del finquero se iba a enojar. El patrón garabateó una nueva orden. El fuckin secretario de la defensa
gringo miró desconcertado al finquero.
El mandamás lo miró nomás con cara de “cumple
y ya”, y el militar corrió a trasmitir la nueva fuckin
orden.
Los 3 mil fuckin misiles
Tomahawk
recibieron un nuevo fuckin target: la fuckin Casa Blanca (la de
Trump, se entiende, dont worry fuckin Peña Nieto).
“Disparen”, ordenó el fuckin finquero, “ya
encontraremos otro fuckin capataz”.
Unas pocas horas después los líderes mundiales expresaban
su pesar al “hermano pueblo de los Estados Unidos”, y una larga fila de
suspirantes esperaba su turno afuera de la casa grande del patrón.
Entre los formados se pudo distinguir a la Hillary, al
Chapo, a la Calderona y al aspirante a policía, Aurelio Nuño Ramsey, que
repetía para sí mismo “se dice read, no red”.
Muy lejos de ahí y en el suroriental estado mexicano de
Chiapas, en lo alto de una ceiba, conectada su compu a internet mediante una
antena que les fabricaron el SubMoy y el Monarca con la tapa de una olla,
bejuco, maskin tape y un modem de USB, una niña y un niño se miran entre
sí desconcertados y ella le reprocha a él: “te
dije que no le dieras click ahí”. El niño se defiende “Acaso
fui yo”. En medio
de los dos infantes, un animalito que parece un gato… o un perro, mueve
alegremente la cola y sonríe con fuckin malicia.
(fuckin fade out)
-*-
II.- Defensa Zapatista y la piedra en el camino.
“¿Por qué son así los pinches
hombres?”
La pregunta viene de la puerta de la champa y es la niña
Defensa Zapatista quien, en jarras, me mira con severidad.
Me ha sorprendido.
Yo estaba tratando de descifrar cómo era posible que más de 50 misiles Tomahawk norteamericanos hubieran
provocado sólo 5 ó 6 muertes en el aeropuerto militar en Siria. O esos Tomahawk estaban
hechos en China, o los gringos le habían avisado antes a los rusos para que
tuvieran tiempo de desalojar.
Podría pedirle a Defensa Zapatista su opinión pero creo
que el momento no es oportuno. Porque,
mientras les cuento esto, la niña ya está dentro de la champa y se ha plantado
frente mío. A su lado, el gato-perro
también me mira fijamente con reprobación.
Yo estaba a punto de responder “¿así
cómo?”,
pero la niña no está esperando una respuesta sino que sólo se asegura de que la
escucho. Sigue:
“¿Qué así los hizo el dios o
es que ustedes estudian para ser tarugos?
¿O se preparan o se entrenan para ser babosos?”
¿O ya vienen así, pero cuando son pichitos no se
sabe y cuando ya crían entonces el que es tarugo es hombre y la que es lista es
mujer?
Yo estoy preparando un largo discurso de, como quien
dice, defensa de género, pero hay un machete demasiado cerca de la embravecida
niña y dudo que sea prudente intentar moverme siquiera porque el gato-perro le
gruñe, hostil, a mis botas.
No alcanzo a entender qué es lo ha provocado la furia
zapatista de la niña ídem, pero ella no se detiene ni para tomar aire.
¿Qué acaso las como mujeres que somos no lo
sabemos usar el machete? Sabemos. Y lo sabemos trabajar la tierra y cuándo se
roza y cuándo se quema y cuándo se siembra.
¿Qué acaso no sabemos de animales? O sea de otros animales, no digo de los
hombres.
Cuando la tormenta amaina, le pregunto a Defensa
Zapatista qué es lo que pasó que la tiene tan embravecida.
Entre amenazas y protestas de género, la niña me cuenta:
Resulta que el comisariado autónomo llegó a medir en el
potrero porque van a poner un templete para el próximo
CompARTE.
Defensa Zapatista quería que el templete estuviera en un
costado, del lado del arroyo. Así, más
adelante, podía servir para que ella sube a recibir el trofeo cuando complete
el equipo y gane el campeonato.
El comisariado ha visto que es mejor atrás de la portería
que da al camino real, y no hace caso de los argumentos de la niña quien, al
verse contrariada, decidió que el comisariado, como es hombre, está atacando
sus derechos de “como mujeres que somos” y le empezó a dar, como quien
dice, la clase política.
Me cuenta que la cosa se puso grave porque el gato-perro
se sintió obligado a intervenir en la argumentación y mordió al comisariado en
el tobillo. Así que el perro, gato
o lo que sea y la niña, fueron a parar a la escuela donde la promotora de
educación escuchó escandalizada la, como quien dice, “relación de los
hechos” que le contó el comisariado.
Resultado: de castigo, la niña y el gato-perro tenían
que buscarlo y hablarlo al SupGaleano para que él les explicara por qué es
importante el arte en la lucha.
Yo no vi mucha disposición de aprendizaje que digamos, ni
en la niña ni en el animalito. Así que traté de aplicar mi famoso método
pedagógico “vuelta y vuelta”, que se basa en el postulado filosófico de
que “no hay problema lo suficientemente grande, como para no darle la
vuelta”.
Entonces les conté el siguiente cuento:
“La Piedra en el camino”
Habrá una vez una comunidad. Todos
los días, muy temprano, los hombres y mujeres se tomaban su café y un poco de
frijolito y, después de meter una bola de pozol y una botella con agua en la
morraleta, se iban a la milpa colectiva.
Así era todos los días, y el andar del poblado indígena seguía su vida
de resistencia y rebeldía.
Pero resulta que un día llovió muy fiero y una gran
piedra se soltó de un cerro y llegó a tapar el camino a la milpa. Fue todo el pueblo a ver. Sí, era una piedra muy grande. Probaron a moverla pero nada, ni tantito.
Entonces ahí mismo hicieron asamblea y se pusieron a dar
su pensamiento de qué hacían.
Unos dijeron que ni modo, que hay que buscar otro lugar
para hacer la milpa.
Otros decían que no, que el terreno ya estaba rozado y de
balde quedaba si ya no lo trabajaban.
Otros decían que la piedra la había puesto ahí la mafia
del poder como parte de un complot contra el Concejo Indígena de
Gobierno del Congreso Nacional Indígena.
Entonces siguieron discutiendo y se hicieron varios
grupos: un grupo decía que había que rezarle al dios para que quitara la
piedra, otro grupo decía que qué dios ni qué nada, que la ciencia; y el otro
uno decía que había que investigar y descubrir las huellas del chupacabras Salinas, el De Gortari, no el Pliego. Porque el Salinas De Gortari era el Salinas malo
y el Salinas Pliego era el Salinas bueno.
Entonces cada grupo se puso a hacer lo que pensaba.
Los del rezo trajeron incienso y una imagen del santo
patrono del pueblo, hicieron un pequeño altar y ahí estaban reza y reza.
El otro grupo fue por sus cuadernos y la cinta métrica y
se pusieron a medir y calcular para, haciendo palanca con un palo, mover la
piedra.
El otro uno fue por el equipo de detective marca “Mi
Alegría” y con lupa y microscopio revisaban la piedra para ver si el chupacabras había dejado huellas de su pezuña.
Los tres grupos ahí estaban, haciendo lo que pensaban era
mejor para resolver el problema.
En eso estaban cuando llegó una niña caminando.
Venía de la milpa.
Todos la rodearon y le empezaron a hacer preguntas.
El grupo de la rezadera le preguntaba si el dios le había
mandado un ángel que la había llevado volando encima de la piedra, y empezaron
a gritar “¡milagro!, ¡milagro!”, y a cantar salmos y alabanzas.
El grupo científico le preguntó cómo había resuelto la
distribución de punto de apoyo, fuerza y resistencia, y se pusieron listos para
tomar el apunte en sus cuadernos.
El tercer grupo le pidió las pruebas de la participación
del chupacabras malo, mientras redactaban un desplegado donde los abajo firmantes
convocaban a todos a apoyar con su voto al redentor en turno. El desplegado saldría en los medios de
comunicación propiedad del chupacabras bueno.
La niña callaba y miraba a todos extrañada.
Al fin la dejaron hablar y ella explicó que, cuando salió
en la mañana con otro niño, ahí estaba la pinche piedra (así dijo) y que
como no se podía pasar, fueron, el niño y ella, por el machete y entonces
hicieron un camino que le da la vuelta a la pinche piedra (así dijo) y,
con su manita, señaló el pique que, en efecto, le daba la vuelta al obstáculo y
se conectaba con el camino más adelante.
A su lado, el niño callaba.
Hasta entonces los tres grupos se percataron del
caminito.
Todos celebraron y felicitaron a la niña porque había
resuelto “la” problema.
El comisariado se echó un discurso alabando a la
niña. Que ella sí había pensado que es
muy importante el camino a la milpa y por eso había hecho el camino.
Todos aplaudieron y pidieron que la niña dijera su
palabra.
La niña pasó al frente de la asamblea y explicó:
“Acaso estoy pensando en eso
que dicen, yo sólo quería recoger unas flores de Chene´k Caribe para que mi
hermanita juega, y el Pedrito aquí presente quería huellar al tejón para que no
roba el maíz”, y mostró las flores a la asamblea, mientras el
niño se escondió detrás.
Todos quedaron callados y un poco con pena.
Al fin el comisariado tomó la palabra y dijo: “pues
hay que hacer fiesta”.
“Sííí” dijeron todos y se
fueron a echar fiesta.
Tan-tan.
Defensa Zapatista escuchó con atención todo el cuento.
Entonces el gato-perro fue al rincón donde está mi
machete y, moviendo la cola, le ladró y maulló a la niña. Defensa Zapatista lo quedó viendo y, de
pronto, se puso de pie exclamando:
“¡Claro!”, y fue y tomó el machete.
“¿Vas a hacer otro camino?”, le pregunté.
“¡Qué camino ni qué nada!”, me dijo ya en la puerta.
“Voy a ir a buscar al Pedrito
y en colectivo vamos a destruir el templete del comisariado. Al Pedrito lo voy a poner de guardia para que
vigile si se acerca el enemigo. Y ya luego
vamos a hacer otro templete más bonitillo que el del comisariado y le vamos a
poner muchas flores y colores y va a estar bien alegre y los musiqueros y las
bailadoras van a querer irse a nuestro templete y no al del comisariado que va
a estar bien triste porque es de los pinches hombres. Y le voy a decir a los musiqueros que lo hagan
la canción de que ganamos el partido, y lo voy a convencer a las bailadoras que
se entran a mi equipo y así ya vamos a ser más, aunque dilate, pero vamos a ser
más.”
Se fue Defensa Zapatista.
Yo me quedé en la champa, pensando qué es lo que había fallado en mi
método pedagógico.
Ahora estoy aquí, sentado fuera de la champa, esperando a
que me avisen que Defensa Zapatista está castigada en la escuela, con el gato-perro
durmiendo en su regazo, mientras escribe en su cuaderno 50 veces “no debo hacer caso de los cuentos del fuckin SupGaleano”.
Fuckin gracias.
SupGaleano.
Abril del 2017.
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