Nuestra Historia:
FLN. (Primera Entrega).
Casa
de todas y todos
31
marzo, 2017
Con esta primer entrega, comenzamos esta nueva
sección, anunciada en la editorial de este mes de marzo que hoy termina. La
Casa de Todas y Todos irá cumpliendo con uno de sus objetivos centrales, la
recuperación de la memoria histórica de las FLN, con la subsecuente publicación
de esta nueva sección en nuestra página.
El escrito que a
continuación presentamos fue redactado para su publicación en el Nepantla Nº 4,
del 26 de mayo de 1979. Fue redactado por compañeros que, si bien no fueron
testigos presenciales de algunos de los eventos presentados en estos primeros
números, si tuvieron acceso al testimonio de quienes estuvieron ahí presentes.
Desarrollaron esta tarea para poder informar y formar a nuevas compañeras y
compañeros que se fueron acercando a las filas de las FLN.
Se incluyen aquí varios
detalles que pueden ser relevantes a quienes tengan interés por seguir la
historia de esta organización; datos internos como las cantidades exactas obtenidas
por medio de las colaboraciones en distintos momentos, así como los gastos
promedio por cada compañero militante profesional. Recuerden que cualquier
comentario, sugerencia o pregunta es bienvenida a través de los comentarios o
por medio de nuestros correos de contacto.
“Sólo pedimos, que sea
estrictamente veraz el narrador; que nunca para aclarar una posición personal o
magnificarla o para simular haber estado en algún lugar, diga algo incorrecto.”
Cdte.
Ernesto Che Guevara
I.
ESTA SERIE
El mero hecho de tener ya casi 10 años de existencia,
es un dato que suele producir diversas impresiones entre los militantes recién
llegados a las filas de las F.L.N. Por una parte, les inspira cierta confianza
en la solidez de la organización, pero por otra parte, suscita una serie de
inquietudes que se concretan en la pregunta: ¿qué se ha hecho en ese tiempo?
Estos artículos pretenden
responder a esa cuestión, para que al apropiarse de la historia de las F.L.N.
nuestros militantes hagan suyas las experiencias que hemos acumulado, así como
las directrices políticas derivadas de esas experiencias. Y no en último
término, queremos que nuestros nuevos compañeros sepan un poco más acerca de
quienes nos han precedido en este camino.
Nuestro recuento de los
hechos procura ser lo más objetivo posible, y cuando se han cometido errores,
así lo señalamos; sólo quienes no actúan no se equivocan.
II.
¿QUÉ HACER EN 1969?
El capitalismo monopolista de estado lleva ya años
enteros de constituir la estructura económica dominante. La dependencia del
imperialismo configura los extremos que oculta el eufemismo “subdesarrollo”: analfabetismo,
desempleo, miseria, desnutrición, enfermedad, hacinamiento, corrupción, etc.,
etc.
Un eslabón y no el más débil
del sometimiento, es el dominio ideológico, que ubica a la revolución en el
irrealizable reino de las buenas intenciones.
Y sin embargo, la
observación científica desemboca una y otra vez en el camino de la revolución.
En efecto: un movimiento obrero manipulado desde su institucionalización, sin
organizaciones independientes de importancia (para no hablar de un partido de
clase); una intelectualidad prostituida que en vez de organizar al proletariado
para asumir su tarea histórica, se vende por un plato de lentejas, acabando por
incrustarse burocráticamente en la ubre presupuestal; un gobierno que no ha
vacilado en desembozar su naturaleza clasista, reprimiendo a sangre y fuego el
movimiento de ’68; en fin, férreo monopolio de poder que maniata al pueblo
impidiéndole la actividad política independiente… Y por otra parte, un
capitalismo dependiente, en una crisis de la que ya no habrá de recuperarse;
una situación popular de miseria y explotación que ha llegado al límite, un
ejército de desempleados que amenaza con transformarse, efectivamente, en un
ejército del pueblo; y la conciencia de que las alternativas seudo democráticas
no ofrecen perspectivas; una conciencia extendida a partir de ’68 de que las
estrechas vías legales de la burguesía no pueden conducir a transformaciones de
base; un campesinado con una tradición combativa que se remonta a la
resistencia indígena ante la conquista, que dadas las condiciones de miseria lo
hacían, junto al medio geográfico propicio para la guerra de guerrillas, el
mejor aliado del proletariado; una imponente revolución cubana que asume la
vanguardia histórica en la liberación de América Latina, barriendo con el
fatalismo geográfico y otros mitos reaccionarios.
La integración dialéctica de
estos elementos va dibujando con precisión creciente el que hacer: la revolución.
Así lo entiende el grupo de
jóvenes que el 6 de agosto de 1969, se reúne en la ciudad de Monterrey con el
fin de formar una organización revolucionaria.
Casa en la que
fueron fundadas las FLN el 6 de agosto de 1969. En su sitio, sobre la calle 15
de mayo, hoy se encuentra el Museo de Historia Mexicana de Monterrey.
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III. NACEN LAS
F.L.N.
La concreción
del proyecto revolucionario se asienta en dos premisas: la comprensión objetiva
de la coyuntura histórica que vive el país y la militancia en la fallida
organización guerrillera denominada Ejército Insurgente Mexicano, disuelto por
su propio dirigente, el periodista Mario Menéndez.
Esa
combinación de experiencia y conciencia alienta al grupo de jóvenes que
reunidos en la ciudad de Monterrey, deciden continuar la lucha armada, pero
subordinada a claros lineamientos políticos (tanto teóricos como prácticos),
que impidan los errores y desviaciones que culminaron con la desintegración del
E.I.M. La fecha: 6 de agosto de 1969.
Los
compañeros ahí reunidos acordaron reconocer como su responsable al compañero
Pedro, quien a su vez, designó al compañero Salvador como su segundo al mando,
integrando ambos la dirección de las F.L.N.
La
primera disposición fue mantenerse todos en la clandestinidad, dando vida a la
idea, tan cara a Lenin, del revolucionario profesional, i.e., el que deja
trabajo, familia, amistades, distracciones, todo, para dedicarse única y
exclusivamente a la causa revolucionaria.
Además
del núcleo de profesionales, se contaba con militantes urbanos, es decir,
compañeros que aún vivían con sus familiares, tenían una ocupación “legal”, etc., porque así convenía a la
organización, ya que se encargaban de aportar recursos económicos –tanto en
efectivo, como en los equipos y materiales que se requerían-, proporcionando
también información y contactos con obreros, campesinos, estudiantes y, en
general, personas honestas y discretas dispuestas a participar en la transformación
de la sociedad.
Había
además algunos colaboradores, personas que, sin desear comprometerse a fondo
con la revolución, sí estaban dispuestas a cumplir pequeñas comisiones y
colaborar económicamente con la organización.
Finalmente
se tenía un buen número de simpatizantes (fundamentalmente familiares de los
militantes), los cuales supieron de la existencia de la organización y, si bien
no se involucraron en ninguna tarea ni ayuda, se comprometieron a guardar el
secreto.
LOS RECURSOS
MATERIALES
Sin tener
objeciones estratégicas contra las expropiaciones, se estableció que, en la
fase inicial, el propio pueblo debe generar los recursos para su liberación,
por lo que militantes urbanos y colaboradores aportaban voluntariamente una
cuota para entregarla a la organización.
Estas
aportaciones en efectivo sumaban $3,000.00 [El salario mínimo en 1969 era
$28.25, viejos pesos, Nota de la edición] a los cuales hay que
agregar las compras de equipos y materiales, que fluctuaban alrededor de los
$4,000.00
Se
estableció un presupuesto diario de $1.00 (frijoles y arroz gratuitos) para la
alimentación de cada compañero profesional. (En la actualidad, ese presupuesto
es de $18.00 por compañero y cubre las 3 comidas del día).
El
armamento consistía en 8 armas de alto poder y 8 pistolas, mismas que se
entregaron a cada militante profesional con la consigna de portarla en todo
momento, para repeler una eventual agresión de las fuerzas represivas.
Había
una sola casa de seguridad. No se disponía de ningún vehículo propio. Los
viajes se realizaban en autos prestados, e incluso en autobuses.
A
pesar de estas limitaciones, la invitación para que algunos miembros de la
organización fuesen a Corea del Norte a recibir adiestramiento militar,
corroboraba la factibilidad de que un grupo de mexicanos legos en el arte de la
guerra, iniciase algún día la lucha por la liberación definitiva de nuestra
patria.
LOS PRIMEROS PASOS
La magnitud de
la empresa y su contraste con los escasos recursos disponibles, no hicieron
sino espolear el entusiasmo de aquellos compañeros, que compensaban su reducido
número con tenacidad y capacidad de trabajo derivados de su alta conciencia.
Dentro
de la casa de seguridad se inició la educación política sistemática,
impartiéndose también clases de matemáticas y topografía. La instrucción
militar se adquiría de manuales del ejército opresor y en escritos que nos
prestaron militantes de otras organizaciones revolucionarias con las que se
había hecho contacto.
Al
exterior, los trabajos tendían a vincular la organización con el pueblo,
entrevistando en diversos puntos del país a personas de quienes se sabía que
estaban a favor de un cambio revolucionario, y cuya discreción daba cierta
seguridad. De este modo, la organización creció rápidamente, pues cada nuevo compañero
proponía uno o varios candidatos, los que posteriormente, al iniciar su
militancia, presentaban a su vez a otros prospectos.
Y
eso no era todo. Se cumplía una importante tarea político organizativa
trabajando el terreno aledaño a la zona de operaciones, con el fin de preparar
la “subida” del primer grupo de
futuros guerrilleros. Así pues se restableció el contacto con habitantes de la
zona (a los cuales se conocía desde los días del E.I.M.), invitándolos a
colaborar en la lucha, proposición que algunos de ellos aceptaron. Sin embargo,
la imposibilidad de destacar permanentemente en la región a cuadros
profesionales que se fundieran con ellos politizándolos y elevando su
conciencia, se tradujo posteriormente en una actuación con resultados más bien
pobres.
BALANCE
Seguramente el
principal logro de ese primer año de trabajo fue haber sentado, a nivel teórico
y práctico, las bases organizativas de las F.L.N. Como parte importante de este
inicio destaca la comprensión del concepto revolucionario de disciplina
inherente a una organización político-militar.
Los
primeros comunicados emitidos por la Dirección reflejan la problemática con que
se enfrentaba entonces la organización.
El
primero reproducía algunas cuestiones básicas de táctica guerrillera, tomadas de
un libro del coronel A. Bayo, veterano de la guerra anti-fascista de España,
primer instructor en México del grupo guerrillero de Fidel.
El
segundo comunicado “Sobre la Militancia” fija claramente normas que rigen el
trabajo político y técnico de los militantes urbanos y rurales no
profesionales.
El
tercero es un breve “Manual de Explosivos” que contiene los conocimientos generales
indispensables sobre esta materia.
Una
frase del insurgente Vicente Guerrero, que sintetiza con claridad la
alternativa revolucionaria, se adopta como lema de las F.L.N., figurando desde
entonces al pie de cada comunicado: Vivir
por la Patria o Morir por la Libertad.
Continuará…..
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