A 55 años del
asesinato de Rubén Jaramillo
23 mayo, 2017
El 23 de mayo de 1962 ocurrió uno de los
acontecimientos más graves en la historia contemporánea de México: el asesinato
de Rubén Jaramillo, su esposa Epifania Zúñiga Pifa (en avanzado
estado de embarazo) y sus hijos adoptivos Enrique, Filemón y Ricardo,
militantes de la Juventud Comunista de México. Con la muerte del viejo
dirigente zapatista, gestor agrario, candidato a gobernador del estado de
Morelos, presidente del consejo de administración del Ingenio Emiliano Zapata
de Zacatepec, organizador de tomas de tierras, guerrillero y militante
revolucionario, el Partido Comunista Mexicano sumó a sus caídos un líder más de
la talla de Primo Tapia y J. Guadalupe Rodríguez Favela.
Los hechos de Xochicalco, en
lo fundamental, están aclarados. El 23 de mayo de 1962, como a las dos de la
tarde, se presentaron alrededor de 60 militares y civiles frente a la calle de
Mina número 14, en Tlaquiltenango, Morelos, domicilio de la familia Jaramillo.
Elementos del Ejército Mexicano y la Policía Judicial, acompañados del soplón
Heriberto Espinosa alias El Pintor,
se introdujeron a la casa y con violencia obligaron a salir a Rubén, su esposa
e hijos adoptivos, quienes fueron secuestrados, al mismo tiempo que sustraían
los documentos agrarios en poder del jefe campesino morelense.
Dos horas más tarde, cerca
de las ruinas arqueológicas de Xochicalco, los miembros de la familia Jaramillo
fueron acribillados y rematados en la cabeza con el tiro de gracia. Hoy día,
gracias a los estudios académicos y al periodismo de investigación que practica
en la revista Contralínea el comunicador
Zósimo Camacho, está establecido que la Operación Xochicalco fue ejecutada
por el Ejército Mexicano por órdenes del presidente Adolfo López Mateos. Las
armas y municiones eran reglamentarias, esto es, de uso exclusivo del Ejército
y la Policía Judicial Federal.
Zósimo Camacho, escribe:
En el expediente -entregado a Contralínea por medio de la Ley Federal de Transparencia y Acceso
a la Información Pública Gubernamental- se citan las palabras del teniente
coronel Héctor Hernández Tello, subjefe de la Policía Judicial Federal: “Solamente se
habrían cumplido órdenes del señor Presidente de la República”.
Además,
según el capitán Gustavo Ortega Rojas, jefe del Servicio de Seguridad Pública
de Morelos, en declaraciones recogidas en una tarjeta informativa por espías de
la DFS [Dirección Federal de Seguridad], señala que “los responsables fueron elementos de la Policía Militar, que
realizaron el hecho acatando órdenes superiores”. (1)
Poco después
de ser conocido el crimen, Gustavo Ortega Rojas, Jefe del Servicio de Seguridad
Pública del Estado de Morelos, declaró que la Policía Judicial Federal le había
solicitado ayuda, antes, para aprehender “unos
individuos peligrosos”; posteriormente se retractó de esta declaración. Por
su parte, la Procuraduría General de la República, en un comunicado público,
señaló que Rubén Jaramillo era, de hecho, un delincuente común y que “se dedicaba a cometer atracos a los
vacacionistas, a quienes atacaba en las carreteras cercanas a Tetecala,
Mazatepec y Cacahuamilpa”. Otras acusaciones gratuitas venían contenidas en
el texto.
Los grandes periódicos
nacionales -como ya había ocurrido en 1961- iniciaron una amplia campaña de
calumnias y denuestos en contra del líder campesino comunista; el que se llevó
las palmas en la ofensiva amarillista fue el diario Excélsior, que en su editorial del 28 de mayo de 1962 afirmó:
Rubén Jaramillo, el siniestro
personaje, que por mucho tiempo mantuvo en zozobra una vasta región del estado
de Morelos... Jaramillo era un delincuente contumaz que asesinaba, asaltaba y
robaba; un señor de “horca y cuchillo”
que extorsionaba y sometía a su capricho a los ricos y a los pobres de la
región que asoló... Bien puede decirse que al asesinarlo le pagaron con su
propia moneda; aunque quizás no quepa pensar lo mismo de sus parientes, de
quienes, sin embargo, se dice que tampoco eran “blancas palomas”. (2)
Las declaraciones oficiales
en torno al asesinato fueron muy contradictorias. El Departamento de Asuntos
Agrarios y Colonización, queriendo justificar la acción represiva, llegó a
caracterizar a Jaramillo de “indisciplinado”
y de ser un elemento que “creaba
problemas”. Otras dependencias tampoco se quedaron cortas en la serie de
acusaciones macartistas en contra del mártir agrarista.
Algunos de los directamente
involucrados en la matanza, como el capitán José Martínez y el renegado
Heriberto Espinosa (El Pintor) fueron tratados en forma cruel y salvaje:
murieron acribillados el 5 de septiembre de 1962 en el estado de Guerrero, tal
vez con el objeto de quitar de en medio a testigos incómodos.
Las fuerzas democráticas y
de izquierda manifestaron su protesta. El PCM, el Partido Obrero-Campesino
Mexicano, el Partido Popular Socialista, la Confederación de Jóvenes Mexicanos
y la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, entre otras
organizaciones, demandaron esclarecer el crimen, castigar a los culpables y
resolver los problemas agrarios acumulados en Morelos. Incluso formaciones de
derecha como el Partido Acción Nacional y la Unión Nacional Sinarquista expresaron
su repudio al homicidio colectivo.
El órgano central del PCM,
editorializó:
Las banderas del Partido Comunista Mexicano se han cubierto de luto.
Otro de sus combatientes cae en plena lucha. El partido, la clase obrera y las
masas campesinas tienen un héroe más que se une a J. Guadalupe Rodríguez, a
Primo Tapia, a Luis Morales y a tantos otros sacrificados por la reacción y el
imperialismo. El Partido Comunista ha hecho ante el pueblo de México la formal
promesa de no descansar para llevar adelante hasta la victoria los ideales por
los que luchó y murió Rubén Jaramillo.
(3)
La Federación Democrática
Internacional de Mujeres condenó, el 6 de junio, el asesinato de la familia
Jaramillo: “La FDIM une su voz de
protesta a la de los campesinos y pueblo mexicanos y expresa su indignación
ante hechos similares cometidos por los fascistas de otros países que violan
los más elementales derechos humanos…” (4) Otras organizaciones del movimiento obrero,
campesino y comunista de América Latina y Europa también elevaron su voz de
protesta.
Pero el caso se archivó y
los culpables intelectuales y materiales de la matanza jamás fueron
investigados, aprehendidos, condenados y castigados. El asesinato quedó como un
antecedente nefasto del trato que se daría, meses después, a los campesinos que
fundaron y desarrollaron la Central Campesina Independiente, buscando dotarse
de organizaciones propias, a su servicio y bajo su control.
El 25 de mayo de 1962 fue
enterrado Rubén Jaramillo. Asistieron a su cortejo fúnebre más de 5 mil
campesinos de los estados de Morelos, Puebla y Guerrero. Su entierro fue, pues,
una manifestación más del evidente carácter político de su eliminación física.
La campaña propagandística
desarrollada por los diarios de circulación nacional, a partir del 24 de mayo
de 1962, que intentaba presentar a Rubén Jaramillo como un vulgar delincuente
no obtuvo grandes éxitos, dado que la personalidad del dirigente campesino era
bien conocida por las organizaciones sociales y políticas. Es más, su asesinato
realzó su biografía política.
Desde su adolescencia, Rubén
Jaramillo militó en las filas del movimiento zapatista, en el cual alcanzó el
grado de capitán primero del Ejército Libertador del Sur a los 17 años de edad.
Después de pacificarse, el jefe agrarista -como muchos otros combatientes-
guardó las armas “por si acaso”.
Durante el período del caudillismo
revolucionario, Rubén Jaramillo
continuó mediante el trámite legal la lucha por los derechos e intereses del
campesinado. Al ser lanzada la candidatura de Lázaro Cárdenas, el líder
morelense la apoyó. En el sexenio del divisionario michoacano impulsó la
creación de la Sociedad Cooperativa de Ejidatarios, Obreros y Empleados del
Ingenio “Emiliano Zapata”, en
Zacatepec, Morelos, y encuadró a cerca de 5 mil ejidatarios en 58 sociedades
cañeras, con el objeto de diversificar la producción y mejorar la calidad de
vida de los campesinos y trabajadores asalariados.
En la Sociedad Cooperativa
Emiliano Zapata, Rubén Jaramillo desempeñó un importante papel de dirección. Ya
en la gestión gubernativa de Manuel Ávila Camacho, dada la burocratización y la
corrupción en la administración del ingenio de Zacatepec, Jaramillo se pondrá
al frente de los obreros y campesinos. El 9 de abril de 1942, estalló la huelga
obrera y se dio la negativa de los campesinos a continuar el corte y el acarreo
de caña. La represión oficial quebró el movimiento huelguístico y los obreros y
campesinos fueron derrotados.
El
primer levantamiento armado
La violencia gubernamental en contra de los
trabajadores y la persecución en contra suya obligaron a Jaramillo a internarse
en el monte el 19 de febrero de 1943, tomar las armas y organizar un grupo de
autodefensa, bajo el programa del Plan de Cerro Prieto. No obstante que en el terreno militar obtuvo victorias seguidas, el
12 de marzo de 1943, en Zacapoalco, fue derrotado y algunos de sus camaradas
cayeron en combate. El apoyo de la población a los combatientes campesinos fue
masivo, sin embargo, debido al aislamiento y el localismo del movimiento éste
se fue consumiendo.
En mayo de 1943, un enviado
del general Lázaro Cárdenas del Río, secretario de la Defensa Nacional, le
propuso a Jaramillo una especie de amnistía, pero no se pudo concretar esta
salida por las condiciones locales. El 13 de junio de 1944, Rubén se entrevistó
en Palacio Nacional con el presidente Manuel Ávila Camacho y pactaron la
deposición de las armas.
De acuerdo con un reseñista
de la obra de Fritz Glockner:
“después de la toma fallida de varias plazas en Morelos y en Puebla,
Ávila Camacho le otorga una amnistía…, y lo invita a trabajar unas tierras en
el Valle de San Quintín en Baja California, ofrecimiento que Jaramillo rechaza
para incorporarse de lleno a la lucha política en Morelos conformando el Partido
Agrario Obrero Morelense (PAOM) en 1945. El
objetivo de la nueva organización política era incorporar a las bases
campesinas y trabajadoras del estado de Morelos en el proceso electoral que se
avecinaba en 1946 para renovar gobernador, en el cual Jaramillo es postulado
como candidato”. (5)
Según diversos autores, el
caudillo agrarista “ganó con un margen
muy amplio”, empero el triunfo le fue otorgado al candidato del Partido
Revolucionario Institucional.
El
segundo levantamiento armado
Uno de los estudiosos del
movimiento amarillista, plantea:
Los nuevos intentos por
asesinar a Rubén lo obligan por segunda ocasión regresar a la lucha
guerrillera. De agosto de 1946 a 1951, es la etapa de reconstrucción del PAOM
como estructura partidaria clandestina. Levantaron la estrategia de disputar
todos los espacios de control gubernamental y de los caciques, denunciando los
mecanismos de corrupción... Se convirtieron en los legítimos representantes de
los desposeídos de Morelos y parte de Puebla. Utilizaron la autodefensa
campesina para detener el “rifle
sanitario”, protegiendo la economía campesina. A pesar de sus logros, el
movimiento se dividió entre los sectores moderados propensos a la corrupción o
a llegar a las componendas con los caciques y autoridades gubernamentales,
aglutinados en torno de su hermano Porfirio (dirigente en el Ingenio de
Atencingo, Puebla) y los radicales que se encuentran en la clandestinidad
desarrollando la lucha guerrillera, en torno a Rubén... Con el terror se
intentó derrotar la combatividad de los guerrilleros.
Dentro de
sus filas, surgieron los primeros casos de desaparecidos políticos y ejecutados
extrajudicialmente, inaugurando los “carreterazos”,
es decir, los combatientes y líderes agrarios fueron torturados hasta la
muerte, muchas veces despedazados a machetazos... Por las condiciones de
clandestinidad y represión la dirección político-militar no pudo conducir la
totalidad de luchas espontáneas que se desarrollaron. A pesar de sus esfuerzos
comenzaron a aislarse de las masas. Sin embargo, pudieron participar
activamente en la huelga del Ingenio “Emiliano
Zapata” en 1948. A su interior, crearon una sólida organización clandestina
con un núcleo armado de autodefensa... (6)
El
tercer levantamiento armado
El periodista ya citado, informa:
En la misma tarjeta -fechada
por el agente infiltrado Eliseo Cristiani de la Cruz el 4 de octubre de 1951,
dirigida a Pablo de la Fuente, jefe de Redacción de Noticias de los Estados de
la Secretaría de Gobernación- se asientan los pueblos y municipios que integran
“la zona controlada” por Rubén
Jaramillo:
Santa Rosa 30, Tlaltizapán;
Atlacholuaya, Xochitepec; Xoxocotla, Puente de Ixtla; Zacatepec, Tetelpa y
Galeana, Zacatepec; Higuerón, Jojutla; Tlaquiltenango y Huautla,
Tlaquiltenango. Todos, del estado de Morelos. La tercera vez que se levantara
en armas lograría ampliar su influencia a otros 20 pueblos y municipios del
estado, pero también de Guerrero y Puebla. Entonces se iría a la sierra con más
de 600 campesinos armados; una vez amnistiado, se pondría al frente de más de 3
mil labriegos indígenas y mestizos, según datos de la propia DFS. (7)
En el proceso electoral
federal de 1952, el PAOM y Rubén participaron en la campaña del general Miguel
Henríquez Guzmán, candidato presidencial de la Federación de Partidos del
Pueblo Mexicano. El régimen del PRI enfrentó al henriquismo con la violencia
durante y después de la campaña electoral. (8)
En la administración
ruizcortinista, el movimiento campesino de la tierra de Zapata fue agredido de
manera intermitente; a los solicitantes de tierras y ejidatarios se les
respondió con la represión policíaco-militar. En esas condiciones, Rubén
Jaramillo volvió a tomar las armas, siendo objeto de persecución y
hostigamiento por parte de “fuerzas
mecanizadas y de caballería, apoyadas por artillería y aviación”. El POCM -en
las páginas de Noviembre-
justificó la lucha emprendida por Jaramillo y sus hombres.
En 1954, en Ticumán,
Morelos, Jaramillo ejecutó a los culpables de los asesinatos y torturas de
algunos compañeros suyos en una cárcel clandestina de esa población. “En 1956 al frente de un centenar de hombres
armados tomó Tlaquiltenango, sacó de su casa al regidor Barbieri, funcionario
del ingenio de Zacatepec, y en la plaza pública lo fusiló por ser un hombre
sanguinario”. (9)
Al ocupar la presidencia de
la República Adolfo López Mateos, Jaramillo se pacificó, debido a las garantías
ofrecidas por el gobierno. Reinició su quehacer político y social en las filas
del PCM a través de otros métodos de lucha.
El Primero de Mayo de 1962,
Rubén Jaramillo se dirigió a los obreros y campesinos:
…Los trabajadores hemos avanzado poco, y hasta es indispensable que
unidos no sólo pidamos menos horas de trabajo como jornada diaria, hoy con toda
la experiencia que hemos recogido, debemos pedir que cuanto antes sean
nacionalizadas todas las industrias, y fuentes de riqueza nacional, y luchar
políticamente, para hacer que el poder público y económico, llegue de una vez
por todas como lo dice el artículo 39 constitucional a las manos del pueblo… (10)
Decía Ramón Danzós
Palomino que en 1961:
al frente de cinco mil campesinos sin tierra, Rubén Jaramillo había
ocupado los llanos de Michapa y El Guarín, en Morelos.
El verdadero problema en esto consistía en que la
Secretaría de Recursos Hidráulicos tenía listo un vasto proyecto para irrigar
aquellas tierras con aguas del Alto Amacuzac y del San Jerónimo. Al realizarse
el proyecto, las llanadas que ahora se encontraban incultas y tenían escaso
valor alcanzarían un precio elevadísimo. De este modo la zona de Michapa y El
Guarín, una vez concluida la obra, se convertiría en el granero del estado de
Morelos y del Distrito Federal. Naturalmente, había mucha gente interesada en
adueñarse de esas tierras: funcionarios públicos enriquecidos, políticos influyentes
y neolatifundistas.
Esto último fue el verdadero
móvil de ese bestial asesinato de Rubén Jaramillo... (11)
A lo señalado por Danzós sólo
habría que agregar: en 1962 maduraban las condiciones para crear una
organización campesina fuera de las centrales oficialistas, con un programa
avanzado y con una política independiente y combativa. Jaramillo no estaba al
margen de dicho proceso, sino al contrario, estaba inmerso en él. Por ello, con
justa razón, al igual que los líderes campesinos comunistas Antonio Silva y
Antonio Herrera, debe ser considerado como un mártir de la CCI, la cual se
constituiría en el mes de enero de 1963, como resultado de la convocatoria
expedida en octubre de 1962 por diversas organizaciones, entre las que se
hallaba la Federación Revolucionaria Campesina del Estado de Morelos “Rubén Jaramillo”. Además, el héroe de
Xochicalco, al final de su vida, militó en el seno del PCM y el Movimiento de
Liberación Nacional.
Con la muerte de Rubén
Jaramillo Ménez, terminó el período de levantamientos armados continuadores de
Emiliano Zapata y otros revolucionarios de los años 10. (12) El nuevo ciclo de la guerrilla
rural mexicana arrancaría el 23 de septiembre de 1965, con el asalto al cuartel
de Ciudad Madera, Chihuahua, con Arturo
Gámiz al frente; continuaría el 19 de mayo de 1967, al remontarse Lucio Cabañas a la sierra, tras la
matanza de Atoyac de Álvarez, Guerrero, el día anterior; avanzaría el 22 de
abril de 1968 con la fuga de Genaro
Vázquez Rojas de la cárcel municipal de Iguala, Guerrero, y alcanzaría su
punto más alto el 1 de enero de 1994, con la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
en el estado de Chiapas. (13)
NOTAS
(1)
Zósimo Camacho, “Militares, autores de la
masacre de Rubén Jaramillo en 1962: testigos”, en Contralínea en Internet,
núm. 132, 24-V-09.
(3) La Voz de México , núm. 1724, 10-VI-62, p. 3.
(4) La Voz de México , núm. 1727,
23-VII-62, p. 1.
(5)
Alfonso Vázquez Salazar, “I. El capítulo
de Rubén Jaramillo”, en El Revolucionario en Internet, 3-I-09.
(6)
Alberto Guillermo López Limón, “El
asesinato de Rubén Jaramillo Ménez”, en El Paliacate,
núm. 3, vol. 2, 2º trimestre de 2006, p. 58.
(7)
Zósimo Camacho, “Rubén Jaramillo, crimen
de Estado: DFS”, en Contralínea en Internet, Núm. 105, 1-VII-08.
(8)
Para ubicar la experiencia del henriquismo, léase de Elisa Servín, Ruptura y oposición. El movimiento henriquista,
1945-1954, México, Cal y Arena, 2001,
y “Las elecciones presidenciales de 1952.
Un intento de cambio democrático”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, UNAM IIH, vol. 23, 2002.
(9)
Cuauhtémoc Sandoval Ramírez, “El
movimiento jaramillista en Morelos”, mecano, ¿2010?
(10)
Manifiesto, s. l., mimeo, 1962 (Archivo CEMOS)
(11 ) Ramón Danzós, Desde la cárcel de
Atlixco (Vida y lucha de un dirigente campesino), México, ECP, 1974, pp. 151-152.
(12)
Rubén Jaramillo, Autobiografía, y Froylán C. Manjarrez, La matanza de Xochicalco, México, Nuestro Tiempo, 1967, y Renato Ravelo, Los jaramillistas, México, Nuestro Tiempo, 1978.
(13)
Andrés Rubio, Tesis sobre el movimiento armado en Chihuahua, [Chilpancingo], s. p. i.; Luis Suárez, Lucio Cabañas, el guerrillero sin esperanza, México, Roca, 7ª ed., 1978; Antonio Aranda F., Los cívicos guerrerenses, s. l., s. e., 1979; Gerardo Peláez Ramos, La matanza de Atoyac, en los sitios de Internet de Apia virtual, La Haine, Círculo de
Estudios Coapa y otros, y La fuga de Genaro
Vázquez Rojas, en los sitios de
Internet de La Haine, Apia virtual y otros; Ana Esther Ceceña, José Zaragoza y
Equipo Chiapas, “Cronología del conflicto,
1º de enero – 1º de diciembre de 1994”, en Chiapas, 1,
México, Ed. Era, 1995, y EZLN. Documentos y
comunicados, 1, 2 y 3, Ed. Era,
México, 1994, 1995 y 1997.
Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, nuevo ciclo de la
guerrilla rural mexicana, tras el asesinato de Rubén Jaramillo.
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