1968:
QUE LA HISTORIA LA ESCRIBAN QUIENES LA VIVEN LUCHANDO
al inicio una
protesta que escala a lucha por libertad y justicia
La Voz del Anáhuac
22-23 julio, 2017
En estas fechas se cumplen ya 49 años
del inicio del Movimiento Estudiantil y Popular que sacudió las conciencias de
mujeres y hombres en estas tierras.
Sin
lugar a dudas, los hechos que marcaron el inicio de esta lucha se ubican en los
días 22 y 23 de julio, cuando el cuerpo de ganaderos, con el pretexto de
controlar un pleito callejero entre estudiantes de las Vocacionales 2 y 5 (del
IPN) y la Preparatoria particular Isaac Ochoterena (incorporada a la UNAM),
irrumpieron en la Vocacional 5 golpeando de manera brutal e indiscriminada a
estudiantes y profesores.
Los
estudiantes de la Vocacional 5 presionaron a la Federación Nacional de Estudiantes
Técnicos (FNET) para que convocara a una manifestación de protesta por esa
salvaje agresión policíaca. La oficialista FNET no tuvo alternativa, si no
realizaba la protesta sería rebasada por las bases estudiantiles, entre las que
se generaba desde hacía algún tiempo la disidencia ante los líderes corruptos
de dicha organización.
Había
el precedente del paro al que el IPN se sumó en apoyo a la lucha de la Escuela
de Agronomía Hermanos Escobar, de Ciudad Juárez, Chihuahua, en huelga por ser
incorporada al sistema de educación pública, pues era una escuela privada. La
lógica de este movimiento era que la agronomía debía estar al servicio de los
pueblos campesinos y no de los terratenientes.
En
esa ocasión se habían declarado en paro solidario las escuelas de agronomía
(entre ellas Chapingo), las Normales Rurales, los tecnológicos de todo el país.
Escuelas del IPN, como Física y Matemáticas, Ciencias Biológicas, Economía y la
Vocacional 7 impulsaron en el IPN el paro general. Esto no lo pudo evitar la
FNET, pese a su subordinación al Estado.
Esa
fue una experiencia de lucha que hizo crecer la disidencia hacia el oficialismo
feneto. Por esto, ante las agresiones
policíacas contra la Vocacional 5, la FNET no tuvo más remedio que llamar a una
manifestación.
No
había más tiempo: el 24 de julio la FNET convocó a los secretarios generales de
las escuelas del IPN para sacar el acuerdo, el 25 tramitaron el “permiso” en el Departamento del
Distrito Federal (DDF). La manifestación tenía que ser el 26 de julio (viernes)
o ya no ser… Y entonces sí, la dirección de la FNET se vería en serios
problemas de representatividad. A la FNET le importaba más sostener su control
sobre los estudiantes del IPN que protestar por la brutalidad policíaca.
Lo
ocurrido en la Vocacional 5 concitó rápidamente la solidaridad politécnica,
principalmente entre los estudiantes de las Prevocacionales y Vocacionales,
pues eso le podría haber ocurrido a cualquiera de estas escuelas, pues
frecuentemente en sus inmediaciones había “cascaritas”
de futbol, “tochitos” o retadoras de
frontón con las escuelas vecinas que también terminaban en batallas campales.
Pero
el 26 de julio habría otra manifestación, la que organizaban estudiantes
universitarios y grupos de izquierda para conmemorar el aniversario del asalto
al Cuartel Moncada, hecho que desencadenó el proceso revolucionario que llevó a
Cuba convertirse en el Primer Territorio Libre de América Latina.
Convocadas
en distinta hora y con diferente ruta, ambas manifestaciones fueron autorizadas
por el DDF. La manifestación de protesta del IPN iría de la Ciudadela al Casco
de Santo Tomás. La de apoyo a la Revolución Cubana, de Arcos de Belén al
Hemiciclo a Juárez.
A
las 4 de la tarde los estudiantes politécnicos salieron de la Ciudadela rumbo
al Casco. Hicieron una parada en el Monumento a la Revolución. Ahí hubo un
desprendimiento de algunos contingentes que cuestionando que en el Casco no
están los responsables de la represión, esos están en el DDF, había que
protestar en el Zócalo; ir al Casco no era más que una maniobra de la FNET para
desfogar la protesta y que todo siguiera bajo control. Por eso cuando una parte
de los contingentes coreaban “Zócalo,
Zócalo”, reclamando ir allá para que la protesta fuera verdadera, los fenetos utilizaron a sus grupos de
golpeadores para marginar a los inconformes, tachándolos de “provocadores”. La FNET continuó la
marcha hacia el Casco pero no pudo evitar que una buena parte les dieran la
espalda e irse rumbo al Zócalo.
Los
contingentes que llegaron al Casco no tardaron en convencerse de que tenían
razón quienes habían decidido ir al Zócalo, pues los trillados discursos
oficialistas de la FNET mostraron que, efectivamente, eso era una farsa y no
una protesta verdadera. Entonces el grito de “Zócalo, Zócalo” se generalizó. Todos dieron la espalda a los charros fenetos y salieron del Casco. Abordaron autobuses
urbanos para alcanzar a quienes desde el Monumento a la Revolución caminaron
hacia el Zócalo. Al llegar al Hemiciclo a Juárez alcanzaron a los compañeros y
también habían llegado ahí los que venían manifestando solidaridad con Cuba. Se
informó a todos de la brutalidad que habían sufrido los compañeros de la
Vocacional 5 y ahí se decidió que las dos manifestaciones marcharan unidas
hacia el Zócalo.
Estos
fueron los momentos que marcarían el inicio de un movimiento estudiantil que,
de la protesta contra la brutal represión policíaca, pronto escalaría a
convertirse en una lucha por las libertades democráticas.
Sobre
el desarrollo del Movimiento de 1968 escribiremos más en estas páginas. Será
una crónica general de un hecho histórico que, de manera testimonial,
reavivando la memoria, quiere contribuir a que la historia se escriba desde
abajo y a la izquierda por quienes la viven.
Es muy
importante el trabajo historiográfico, de análisis y reflexión que académicos,
historiadores, sociólogos, antropólogos, literatos, periodistas y demás intelectuales han aportado, pero es
tiempo ya de que la historia sea contada por los de abajo, por quienes la
vivieron.
Y es un llamado
a todas y todos para que refrescando la memoria contemos lo que se vivió en las
asambleas, en las brigadas, en las manifestaciones, el la defensa de las
escuelas. De cómo se luchó y resistió pese a la más brutal represión padecida
en México desde las huelgas de Cananea y Río Blanco: la masacre el 2 de octubre
del 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. También es un
desmentido a quienes afirman que todo acabó en esa fecha.
Es importante
que las nuevas generaciones conozcan esta historia, pues la lucha no ha
terminado, falta todavía mucho para alcanzar la libertad, la justicia y la
democracia por la que el pueblo mexicano ha luchado en diferentes épocas en
toda la geografía de nuestro país.
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