Video de la
masacre del 2 de octubre de 1968, Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco
CRÍMENES GENOCIDAS Y
TERRORISMO DE ESTADO.
La Voz del Anáhuac
27 julio, 2017
Criminales han sido y son los
gobernantes de México. Su política represiva ha estado siempre presente. En
determinados momentos la represión llega a ser genocida. Uno de esos momentos
fue el 2 de octubre de 1968,
continuado con la masacre del 10 de
junio de 1971 y que se extendió durante toda la década de los 70’s y parte
de los 80’s con la llamada “guerra sucia” desatado contra la
insurgencia rebelde. En los 90’s esa política genocida no paró: se reprodujo en
las masacres de Aguas Blancas y El Charco, en Guerrero, en Ocosingo, Acteal y El Bosque, en
Chiapas.
Más recientemente, de 2006 a la fecha, durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto esa vocación genocida ha llegado a extremos nunca antes vistos. La llamada “guerra contra el crimen organizado” ha provocado más de 200 mil muertes, decenas de miles de desapariciones forzadas, decenas de miles de desplazamientos forzados que han despoblado a centenares de pueblos y comunidades.
La desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, los golpes contra las Normales Rurales de Tiripetío, Panotla, Cañada Honda y contra todo lo que ha quedado en pie de los proyectos de educación popular surgidos en los años 20’s y 30’s del siglo XX, son parte de la estrategia gubernamental para imponer, a como dé lugar su mal llamada “reforma educativa”, eufemísticamente llamada ahora “nuevo proyecto educativo”.
Con la misma criminalidad se reprime a los pueblos que resisten contra los megaproyectos capitalistas extractivistas (minería a cielo abierto, fracking, acueductos, termoeléctricas, hidroeléctricas, parques eólicos) y de obras públicas (carreteras, nuevo aeropuerto de la CDMX), pues son megaproyectos de despojo, destrucción y muerte. Ante esto el conjunto de pueblos organizados en el Congreso Nacional Indígena ha echado a andar un proceso organizativo constituyendo el Concejo Indígena de Gobierno que plantea la necesidad de pasar de la resistencia a la ofensiva: a desmontar desde abajo y a la izquierda en poder de los de arriba.
La rebelión zapatista iniciada en 1994,
luego de haber sido traicionada su disposición al diálogo con el incumplimiento
de los Acuerdos de San Andrés, ha desarrollado un proceso autonómico que ha inspirado a muchos otros pueblos
originarios para construir su propia autonomía, organizándose en la defensa de
sus territorios y construyendo sus propios autogobiernos. Esto no ha detenido
la guerra de exterminio, pero da a los pueblos mejores condiciones para
resistir.
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