“Eduardo Galeano fue en buena medida toda la
América Latina que circuló por la revista Crisis”
Mario
Casasús
Clarín
de Chile
Rebelión
03 agosto, 2017
En entrevista digital desde Buenos Aires, Fabián
Kovacic (1966), autor del libro Galeano. Apuntes para una biografía (2015),
confiesa:
“No pude acceder a su casa, ni a él, ni a su familia. No me lo permitió
el propio Galeano. Le escuché decir que tenía una biblioteca en la que
atesoraba libros que iba trayendo de sus viajes, que le enviaban y le
obsequiaban”.
A pesar de las dificultades,
Kovacic logró reconstruir la biografía intelectual del periodista, editor y
narrador uruguayo, entre su genealogía literaria destacan Onetti, Rulfo,
Asturias y Carpentier, los cuatro precursores del boom publicaron en el semanario Marcha,
y mantenían una correspondencia con Galeano, según su biógrafo:
“No tuve en mis manos ni leí completas esas cartas, pero me consta que
existen, claro. Recuerdo las anécdotas de Onetti echado en su cama madrileña
dialogando con Galeano”.
El corresponsal del
semanario Brecha y catedrático de la
Universidad de Buenos Aires comparte, con los lectores del Clarín de Chile, un anhelo y futuro proyecto:
“Me gustaría volver a escribir ese libro con los nuevos testimonios que
pude lograr una vez que Galeano falleció. Yo estoy convencido que si hubiera
leído mi libro, se hubiera sentado a charlar conmigo. Quizá para corregirme,
quizá para sorprenderse de algunas ideas sobre él. Sé que con los nuevos datos
escribiría un nuevo libro, pero no uno que incorporara como rompecabezas los
detalles faltantes. Sería un libro donde hubiera procesado todos esos datos
nuevos para dar un nuevo contexto a mi trabajo y probablemente a su biografía”.
Mientras tanto, la primera
versión del libro circula en Latinoamérica con el sello de Ediciones B.
MC.- Fabián, tu primera
entrevista con Eduardo Galeano data de 1992, ¿cuándo decides comenzar a
escribir estos apuntes biográficos?
FK.- En realidad entrevisté a Galeano porque mi interés
era la revista Crisis, que él fundó y
dirigió en Buenos Aires entre 1973 y 1976. No estaba en mis planes una
biografía. Sucede que Crisis es tan
hija de Galeano que es imposible no vincularlos. Es como la impronta que él
mismo dejó en las revistas Marcha
(1939-1974) y Brecha (1985- ). Y
Galeano fue en buena medida toda esa América Latina que circuló por Crisis entonces. La idea de la biografía
surgió cuando fui convocado por Rogelio García Lupo y Silvia Itkin de Ediciones B para escribirla. Me pareció
un hermoso desafío porque sería volver a recorrer con más profundidad los años
de Crisis, además de los previos y
los siguientes.
MC.- ¿Te sorprendió descubrir
que el primer trabajo periodístico de Galeano era dibujar en “El Sol”?, ¿qué tan importante fueron
los dibujos para el futuro narrador?
FK.- Sí, me sorprendió descubrir su familiaridad para el
dibujo. El mismo me confesó que antes de la palabra fue el dibujo, en su vida.
Era importante porque así se expresaba antes de poder escribir con naturalidad.
Los dibujos pergeñados en la sede del Partido Socialista, sobre la calle
Soriano en el centro de Montevideo, nacían entre charlas de domingo con el
joven Raúl Sendic y el viejo fundador Emilio Frugoni, y antes que Galeano de
apenas catorce años se fuera al cine con Frugoni a ver las películas italianas
en las que actuaba Sofía Loren.
MC.- ¿Qué representan el
semanario “Marcha” en general y
Carlos Quijano en particular para la biografía de Galeano?
FK.- Marcha y
Quijano son un buena parte del Galeano que todos conocimos. Marcha fue no solamente una revista de
actualidad, sino una publicación que convocaba a los jóvenes a mirar con otros
ojos los cambios que se avecinaban en el mundo. Esa idea del Tercerismo, ni con
la Unión Soviética, ni con China, estuvo siempre muy presente en las páginas de
Marcha entre las décadas de 1950 y
1970 por ejemplo. Quijano creía en esa dimensión truncada, por ahora, del
socialismo latinoamericano. Y esa impronta siempre generó roces en la redacción
de Marcha. Pero en ese clima fue
forjándose el Galeano periodista, editor y escritor.
MC.- Galeano debutó como
secretario de redacción en “Marcha”,
después dirigió otras publicaciones, ¿qué aprendizajes aplicó para su futuro
papel de editor?, ¿cómo describirías su trabajo en “Crisis”?
FK.- Ernesto González Bermejo y Jorge Benigno Rivera,
dos de los escrupulosos periodistas con los que trabajó Galeano en Marcha, Crisis y luego en Brecha,
me confesaron con precisión: nunca vi a un tipo observar un tema y de entrada
saber cómo había que tratarlo periodísticamente; cuánto espacio otorgarle y
cómo distribuir el texto entre notas, recuadros, entrevistas y perfiles de los
personajes que habitaban ese tema. Con sólo ver el tema ya tenía en claro cómo
convertirlo en texto periodístico.
En ese sentido hay que
admitir que hijo de Marcha fue el
diario Época, también dirigido por
Galeano entre 1964 y 1967, aproximadamente. Era un diario que representaba las
voces de la izquierda uruguaya pero que incluía entrevistas con Jorge Luis
Borges, por ejemplo. Y era convertir la gimnasia semanal de Marcha, en un ejercicio diario con Época, bajo la misma matriz periodística
e ideológica. Eso le dio entrenamiento y contactos para trabajar. Además de
viajes. No olvidemos que con 23 años viajó a China y publicó el libro China 1964, una joya periodística a mi
criterio, porque busca fuentes sobre el terreno y no se casa con los chinos
revolucionarios simplemente porque sí. De modo que llegó a Crisis con dos libros monumentales: China 1964 y Las venas
abiertas de América Latina (1970), además de otros libros literarios y
periodísticos. Eso ya le dio una capacidad de manejo de temas y de redacciones,
infernal.
MC.- Censuraron a Galeano en
la revista “Che” por apoyar una
huelga ferroviaria, y vivió el exilio por las amenazas contra “Crisis”, ¿padeció otros gajes del oficio en Latinoamérica?
FK.- No hay que olvidar que la entrevista con los
guerrilleros guatemaltecos en 1966 casi le cuesta la vida cuando busca
entrevistar al líder de los insurrectos en la montaña, César Montes. Guatemala, clave de Latinoamérica (1967)
es el libro editado en diciembre de 1967 donde aparecen claras las peripecias
que tuvo que sortear Galeano para llegar a los guerrilleros.
Su viaje a Venezuela en 1969
cuando casi pierde la vida a causa del mosquito del dengue entre los mineros y
la fiebre del oro. Lo rescatan de milagro y lo llevan a la ciudad donde logran
hidratarlo en el hospital y evitan su muerte.
MC.- Entre los países de
Latinoamérica que conoció Galeano te enfocas en Argentina y Cuba, ¿cuándo viajó
por primera vez a México?
FK.- No podría precisar el primer viaje de Galeano a
México. Tampoco la cantidad de viajes que hizo a México. Sé que se sentía a
gusto allí y que apreciaba mucho a Juan Rulfo. Sé la anécdota sobre que los
tres maestros que tuvo Galeano fueron: Juan Rulfo, Juan Rulfo y Juan Rulfo. Mi
hipótesis sigue apuntando a Juan Carlos Onetti como su maestro literario y
Carlos Quijano su maestro periodístico. Sencillamente porque los conoció antes
que a Rulfo y porque él mismo insistió en la importancia de los encuentros con
Onetti en la buhardilla de Marcha, en
la ciudad vieja de Montevideo.
MC.- Carlos Quijano vivió
exiliado en el Distrito Federal, en tu libro leí que el poeta Carlos Pellicer
publicó en “Marcha”, encontré muchas
referencias mexicanas en tus apuntes biográficos, ¿qué significó México para
Galeano?
FK.- México era un lugar amable para Galeano tanto como
para todos los hombres y mujeres de su generación. Allí se respiraba cultura
latinoamericana, ansias revolucionarias por lo que ya había ocurrido en el
territorio de Pancho Villa y Emiliano Zapata; estaba cerca de los movimientos
revolucionarios de América Central y más cerca de Cuba. No en vano Carlos
Quijano se fue a México exiliado. Pero no puedo decir mucho más, con el debido
fundamento.
MC.- En la página 156,
afirmas que Onetti era el maestro literario de Galeano y mencionas tres
influencias para complementar la lista: Rulfo, Asturias y Carpentier, ¿los tres
publicaron en “Marcha”?, ¿conoces
cartas de los cuatro precursores del boom
dirigidas a Galeano?
FK.- No tuve en mis manos ni leí completas esas cartas,
pero me consta que existen, claro. Recuerdo las anécdotas de Onetti echado en
su cama madrileña dialogando con Galeano. Para Galeano, Asturias fue una suerte
de iniciador del realismo mágico latinoamericano, junto a Carpentier a quien
admiraba por su profundo conocimiento y entrañable conocimiento de la vida y la
cultura del Caribe. Ahora mismo se me hizo una laguna y no podría nombrarte una
fecha y ejemplar exacto en el que escribieran esos tres grandes. Onetti fue
parte de Marcha en su primera etapa,
y publicaba bajo el seudónimo de Periquito
el Aguador.
MC.- El editor Galeano
publicó la última entrevista a Neruda en agosto de 1973, ¿conservas las
fotocopias, o ejemplares originales, de “Marcha”
y “Crisis”?
FK.- La colección completa de Marcha está online y conservo la primera época completa de Crisis con Neruda incluido, sí.
MC.- ¿Sabes cuál era su mayor
orgullo periodístico?, ¿cuál consideraba su mejor libro?
FK.- No sé cuál consideraba su mejor libro. Sé que Las venas abiertas de América Latina, lo
cansó como producto marketinero. Pero
no renegó de él. Nunca escuché que hablara de sus orgullos periodísticos. No lo
imagino tampoco mencionando uno u otro en particular.
MC.- Al escribir estos
apuntes biográficos, ¿preparaste una cronología?, necesito saber dónde estaba
Galeano en mayo de 1978.
FK.- En mayo de 1978 Galeano ya estaba exiliado en
España en Calella de la Costa, a pocos kilómetros de Barcelona. Eran los meses
en que estaba a fondo escribiendo y terminando sus Días y noches de amor y de guerra (1978), una suerte de biografía
de su paso por Argentina y los años de su infancia uruguaya.
MC.- ¿Consultaste la
biblioteca personal de Galeano?, ¿tenía su propia hemeroteca?
FK.- No pude acceder a su casa, ni a él, ni a su
familia. No me lo permitió el propio Galeano. Le escuché decir que tenía una
biblioteca en la que atesoraba libros que iba trayendo de sus viajes, que le
enviaban y le obsequiaban. No podría confirmarte si tenía hemeroteca.
MC.- Finalmente, acaba de
salir el libro: “Eduardo Galeano, un
ilegal en el paraíso” (2017), ¿te gustaría reeditar tus apuntes biográficos
con las nuevas lecturas y los hallazgos?
FK.- Me gustaría volver a escribir ese libro con los
nuevos testimonios que pude lograr una vez que Galeano falleció. Yo estoy
convencido que si hubiera leído mi libro, se hubiera sentado a charlar conmigo.
Quizá para corregirme, quizá para sorprenderse de algunas ideas sobre él. Sé
que con los nuevos datos escribiría un nuevo libro, pero no uno que incorporara
como rompecabezas los detalles faltantes. Sería un libro donde hubiera
procesado todos esos datos nuevos para dar un nuevo contexto a mi trabajo y
probablemente a su biografía.
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