23 de Septiembre:
1911, 1956, 1965, 1968… LC23S
La
Voz del Anáhuac
23
septiembre 2017
En la memoria de los estudiantes del Politécnico que
el 23 de septiembre de 1968
defendieron los planteles del Casco de Santo Tomás y resistieron hasta la
madrugada del 24, cuando intervino el ejército federal, estaba presente el recuerdo
de que también el 23 de septiembre,
pero de 1956, doce años antes, ese
mismo ejército ocupó el IPN para
clausurar el Internado. En aquella ocasión no tuvieron oportunidad de hacer
nada. Fueron sorprendidos en la madrugada, sacados por la fuerza de los
dormitorios.
Con la clausura del
Internado y el cierre del comedor estudiantil se cerraba el paso a los hijos de
campesinos que venían a la ciudad con la idea de estudiar en el IPN. El
Internado y el comedor eran un importante apoyo para los estudiantes de menores
ingresos. El movimiento estudiantil de 1956 en el Politécnico demandaba más
dormitorios y comedores para los estudiantes provenientes de los estados,
además de más laboratorios, talleres y aulas, se exigía la construcción de una
Ciudad Politécnica, una nueva Ley Orgánica en la que se tomaran en cuenta las
propuestas de los estudiantes y la destitución del entonces director general
del IPN.
Con estas demandas habían
pasado por una huelga que duró del 11 de abril al 21 de junio de 1956. La
huelga abarcó al IPN y a las Normales Rurales. El gobierno atendió las demandas
de las Normales Rurales. Esto debilitó la lucha en el IPN, pero aunque sin
huelga, los estudiantes politécnicos siguieron presionando. Algunas demandas se
atendieron: se construyó la Unidad Profesional de Zacatenco, se aprobó una
nueva ley orgánica, pero no sólo no se construyeron nuevos dormitorios y
comedores estudiantiles sino que los existentes fueron cerrados.
Ante esto, el Internado se
convirtió en el principal centro de resistencia, por lo que el gobierno decidió
la intervención militar, con el objetivo de acabar con la lucha estudiantil e
imponer el control autoritario, encarcelando a los dirigentes del movimiento.
Mariano Molina, Nicandro Mendoza y otros integrantes del Comité Central de Huelga
fueron encarcelados, acusados de “disolución
social”, muchos activistas estudiantiles fueron expulsados del IPN, entre
ellos Arturo Gámiz García, quien entonces era representante de la Prevocacional
4.
Esta ya es otra historia,
pero es necesario recordar la participación de Arturo Gámiz García en la lucha
del IPN en 1956, pues se ha especulado sobre este hecho y el haber hecho
coincidir el ataque al cuartel militar de Madera el 23 de septiembre de 1965.
Expulsado del IPN, Arturo
Gámiz regresó Durango, su estado natal. Buscó empleo en la SEP, fue aceptado
como maestro tomando en cuenta sus estudios en el IPN. Desempeñó la docencia en
un poblado rural en la región de Madera, Chihuahua. Ahí conoció al dirigente
campesino Álvaro Ríos, en 1960. Profesores y estudiantes normalistas y
universitarios se sumaron solidariamente a la lucha campesina en Chihuahua. Mítines
y marchas en respaldo a la lucha legal por el reparto de los latifundios entre
los campesinos fueron las acciones emprendidas entre 1960 y 1963. La represión
fue la respuesta del gobierno. Policías y ejército contra la lucha campesina y
popular.
Arturo Gámiz y el Dr. Pablo
Gómez organizan el Primer Encuentro en la Sierra “Eraclio Bernal” en octubre de 1963 para analizar la situación
local, nacional e internacional desde una posición marxista, y elaborar una
línea política. A raíz de esto
encarcelan a Arturo Gámiz. Parte del grupo, encabezado por Salomón Gaytán se
radicaliza y emprende acciones armadas contra caciques regionales. Al salir de
la cárcel, Arturo Gámiz se une al grupo y pasa a la clandestinidad.
En febrero de 1965 realizan
en Torreón de Cañas el Segundo Encuentro el la Sierra. Como en el Primer
Encuentro, participan profesores, campesinos y estudiantes normalistas y
universitarios. Ahí trazan una línea política revolucionaria expresada en las
Cinco Resoluciones del Encuentro. Queda claro que ya no queda otro camino que
el de la lucha armada. Se emprenden nuevas acciones. Rompen con las direcciones
del Partido Popular Socialista y del Partido Comunista Mexicano, los
caracterizan como parte del juego político burgués.
Luego de otras acciones
revolucionarias, deciden realizar el ataque al cuartel militar de Madera con el
objetivo de recuperar armamento. Esta es la primera guerrilla socialista en
México. Afirman que no van a esperar a que “se
den las condiciones”, que éstas madurarán al calor de la acción
revolucionaria.
El ataque al cuartel Madera
se da el 23 de septiembre de 1965.
El 15 marzo de 1973, en Guadalajara, Jal., para unificar a todas las organizaciones revolucionarias
del momento y construir una fuerza política que le diera dirección
revolucionaria a las diferentes luchas del período, se funda la Liga
Comunista 23 de Septiembre. En distintos momentos y diferentes lugares
surgieron: el Movimiento Estudiantil Profesional, el Movimiento Armado
Revolucionario, el Frente Estudiantil Revolucionario, los Guajiros, los
Lacandones, el Frente Urbano Zapatista, los Comandos Armados del Pueblo, la
Liga de los Comunistas Armados y otros.
La LC23S
buscó terminar con la dispersión ideológica y comenzar a realizar acciones
conjuntas con otras organizaciones para brindar "educación
política al proletariado en México rumbo a la construcción de un Partido y
Ejército revolucionarios". Con este fin la Liga contó con un periódico
clandestino: Madera,
denominado así en honor al Grupo Popular Guerrillero que con el ataque al
cuartel militar Madera el 23 de septiembre de 1965 inició la lucha guerrillera
por el socialismo en México. Pese a que Arturo Gámiz y Pablo Gómez cayeron en
combate en esa acción, esa lucha continuó. Los sobrevivientes del ataque a
Madera siguieron combatiendo hasta la muerte.
La LC23S
combatió durante toda la década de los 70’s y parte de los 80’s, hasta que la
guerra de exterminio desatada por el Estado mexicano consideró que por fin
había logrado acabarla.
Centenares
de asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, torturas,
prisión política, persecución y exilio fueron el altísimo costo de esta difícil
etapa de la lucha del pueblo mexicano por la dignidad, por la libertad plena,
la justicia verdadera y la abolición del sistema de explotación. Pero la
derrota militar no fue la claudicación. Muchos combatientes de la LC23S se
reincorporaron a la lucha desde otras trincheras. Hubo sí, traiciones por parte
de algunos que por salvar su propia vida se convirtieron en informantes de la
policía, delatores o hasta firmantes desde la partidocracia de pactos con el Estado,
pero esto no se generalizó.
Otro 23 de Septiembre
El
23 de septiembre de 1911, la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano,
encabezada por Ricardo Flores Magón, publicó en el N° 56 de Regeneración, un
Manifiesto en el que reitera públicamente la postura de los militantes
magonistas frente al levantamiento armado maderista e insiste en el carácter
expropiatorio que debe tener la revolución para que sea verdadera.
Aquí reproducimos el
texto íntegro del:
Manifiesto del 23
de Septiembre de 1911
Biblioteca
Virtual Antorcha
Mexicanos:
La Junta
Organizadora del Partido Liberal Mexicano ve
con simpatía vuestros esfuerzos para poner en práctica los altos ideales de
emancipación política, económica y social, cuyo imperio sobre la tierra pondrá
fin a esa ya bastante larga contienda del hombre contra el hombre, que tiene su
origen en la desigualdad de fortunas que nace del principio de la propiedad
privada.
Abolir ese principio
significa el aniquilamiento de todas las instituciones políticas, económicas,
sociales, religiosas y morales que componen el ambiente dentro del cual se
asfixian la libre iniciativa y la libre asociación de los seres humanos que se
ven obligados, para no perecer, a entablar entre sí una encarnizada competencia,
de la que salen triunfantes, no los más buenos, ni los más abnegados, ni los
mejor dotados en lo físico, en lo moral o en lo intelectual, sino los más
astutos, los más egoístas, los menos escrupulosos, los más duros de corazón,
los que colocan su bienestar personal sobre cualquier consideración de humana
solidaridad y de humana justicia.
Sin el principio de la
propiedad privada no tiene razón de ser el gobierno, necesario tan sólo para
tener a raya a los desheredados en sus querellas o en sus rebeldías contra los
detentadores de la riqueza social; ni tendrá razón de ser la Iglesia, cuyo
exclusivo objeto es estrangular en el ser humano la innata rebeldía contra la
opresión y la explotación por la prédica de la paciencia, de la resignación y
de la humildad, acallando los gritos de los instintos más poderosos y fecundos
con la práctica de penitencias inmorales, crueles y nocivas a la salud de las
personas, y, para que los pobres no aspiren a los goces de la tierra y
constituyan un peligro para los privilegios de los ricos, prometen a los
humildes, a los más resignados, a los más pacientes, un cielo que se mece en el
infinito, más allá de las estrellas que se alcanzan a ver...
Capital, Autoridad, Clero: he ahí la trinidad sombría que hace de esta bella
tierra un paraíso para los que han logrado acaparar en sus garras por la
astucia, la violencia y el crimen, el producto del sudor, de la sangre, de las
lágrimas y del sacrificio de miles de generaciones de trabajadores, y un
infierno para los que con sus brazos y su inteligencia trabajan la tierra,
mueven la maquinaria, edifican las casas, transportan los productos, quedando
de esa manera dividida la humanidad en dos clases sociales de intereses
diametralmente opuestos: la clase capitalista y la clase trabajadora; la clase
que posee la tierra, la maquinaria de producción y los medios de transportación
de las riquezas, y de la clase que no cuenta más que con sus brazos y su
inteligencia para proporcionarse el sustento.
Entre estas dos clases
sociales no puede existir vinculo alguno de amistad ni de fraternidad, porque
la clase poseedora está siempre dispuesta a perpetuar el sistema económico,
político y social que garantiza el tranquilo disfrute de sus rapiñas, mientras
la clase trabajadora hace esfuerzos por destruir ese sistema inicuo para
instaurar un medio en el cual la tierra, las casas, la maquinaria de producción
y los medios de transportación sean de uso común.
Mexicanos:
El Partido Liberal Mexicano reconoce que todo ser humano,
por el solo hecho de venir a la vida, tiene derecho a gozar de todas y cada una
de las ventajas que la civilización moderna ofrece, porque esas ventajas son el
producto del esfuerzo y del sacrificio de la clase trabajadora de todos los
tiempos.
El Partido Liberal Mexicano reconoce, como necesario, el
trabajo para la subsistencia, y, por lo tanto, todos, con excepción de los
ancianos, de los impedidos e inútiles y de los niños, tienen que dedicarse a
producir algo útil para poder dar satisfacción a sus necesidades.
El Partido Liberal Mexicano reconoce que el llamado derecho
de propiedad individual es un derecho inicuo, porque sujeta al mayor número de
seres humanos a trabajar y a sufrir para la satisfacción y el ocio de un
pequeño número de capitalistas.
El Partido Liberal Mexicano reconoce que el Capital, la
Autoridad y el Clero son el sostén de la iniquidad y, por lo tanto, la Junta Organizadora del Partido
Liberal Mexicano ha
declarado solemnemente guerra a la Autoridad, guerra al Capital, guerra al
Clero.
Contra el Capital, la
Autoridad y el Clero el Partido
Liberal Mexicano tiene
enarbolada la bandera roja en los campos de la acción en México, donde nuestros
hermanos se baten como leones, disputando la victoria a las huestes de la
burguesía, o sean: maderistas, reyistas, vazquistas, científicos, y tantas
otras cuyo único propósito es encumbrar a un hombre a la primera magistratura
del país, para hacer negocio a su sombra sin consideración alguna a la masa
entera de la población de México, y reconociendo, todas ellas, como sagrado, el
derecho de propiedad individual.
En estos momentos de
confusión, tan propicios para el ataque contra la opresión y la explotación; en
estos momentos en que la Autoridad, quebrantada, desequilibrada, vacilante,
acometida por todos sus flancos por las fuerzas de todas las pasiones
desatadas, por la tempestad de todos los apetitos avivados por la esperanza de
un próximo hartazgo; en estos momentos de zozobra, de angustia, de terror para
todos los privilegios, masas compactas de desheredados invaden las tierras, queman
los títulos de propiedad, ponen las manos creadoras sobre la fecunda tierra y
amenazan con el puño a todo lo que ayer era respetable: Autoridad, Capital y
Clero; abren el surco, esparcen la semilla y esperan, emocionados, los primeros
frutos de un trabajo libre.
Estos son, mexicanos, los
primeros resultados prácticos de la propaganda y de la acción de los soldados
del proletariado, de los generosos sostenedores de nuestros principios
igualitarios, de nuestros hermanos que desafían toda imposición y toda explotación
con este grito de muerte para todos los de arriba y de vida y de esperanza para
todos los de abajo: ¡Viva Tierra y
Libertad!
La tormenta se recrudece día
a día: maderistas, vazquistas, reyistas, científicos, delabarristas os llaman a
gritos, mexicanos, a que voléis a defender sus desteñidas banderas, protectoras
de los privilegios de la clase capitalista. No escuchéis las dulces canciones
de esas sirenas, que quieren aprovecharse de vuestro sacrificio para establecer
un gobierno, esto es, un nuevo perro que proteja los intereses de los ricos.
¡Arriba todos; pero para llevar a cabo la expropiación de los bienes que
detentan los ricos!
La expropiación tiene que
ser llevada a cabo a sangre y fuego durante este grandioso movimiento, como lo
han hecho y lo están haciendo nuestros hermanos los habitantes de Morelos, sur
de Puebla, Michoacán, Guerrero, Veracruz, Norte de Tamaulipas, Durango, Sonora,
Sinaloa, Jalisco, Chihuahua, Oaxaca, Yucatán, Quintana Roa y regiones de otros
Estados, según ha tenido que confesar la misma prensa burguesa de México, en
que los proletarios han tomado posesión de la tierra sin esperar a que un
Gobierno paternal se dignase hacerla s felices, conscientes de que no hay que
esperar nada bueno de los Gobiernos y de que la
emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos.
Estos primeros actos de
expropiación han sido coronados por el más risueño de los éxitos; pero no hay
que limitarse a tomar tan sólo posesión de la tierra y de los implementos de
agricultura: hay que tomar resueltamente posesión de todas las industrias por
los trabajadores de las mismas, consiguiéndose de esa manera que las tierras,
las minas, las fábricas, los talleres, las fundiciones, los carros, los
ferrocarriles, los barcos, los almacenes de todo género y las casas queden en
poder de todos y cada uno de los habitantes de México, sin distinción de sexo.
Los habitantes de cada
región en que tal acto de suprema justicia se lleve a cabo no tienen otra cosa
que hacer que ponerse de acuerdo para que todos los efectos que se hallen en
las tiendas, almacenes, graneros, etc., sean conducidos a un lugar de fácil
acceso para todos, donde hombres y mujeres de buena voluntad practicarán un
minucioso inventario de todo lo que se haya recogido, para calcular la duración
de esas existencias, teniendo en cuenta las necesidades y el número de los
habitantes que tienen que hacer uso de ellas, desde el momento de la
expropiación hasta que en el campo se levanten las primeras cosechas y en las
demás industrias se produzcan los primeros efectos.
Hecho el inventario, los
trabajadores de las diferentes industrias se entenderán entre sí fraternalmente
para regular la producción; de manera que, durante este movimiento, nadie
carezca de nada, y sólo se morirán de hambre aquellos que no quieran trabajar,
con excepción de los ancianos, los impedidos y los niños, que tendrán derecho a
gozar de todo.
Todo lo que se produzca será
enviado al almacén general en la comunidad del que todos tendrán derecho a
tomar TODO LO QUE NECESITEN SEGUN SUS NECESIDADES, sin otro requisito que
mostrar una contraseña que demuestre que se está trabajando en tal o cual
industria.
Como la aspiración del ser
humano es tener el mayor número de satisfacciones con el menor esfuerzo
posible, el medio más adecuado para obtener ese resultado es el trabajo en
común de la tierra y de las demás industrias. Si se divide la tierra y cada
familia toma un pedazo, además del grave peligro que se corre de caer
nuevamente en el sistema capitalista, pues no faltarán hombres astutos o que
tengan hábitos de ahorro que logren tener más que otros y puedan a la larga
poder explotar a sus semejantes; además de este grave peligro, está el hecho de
que si una familia trabaja un pedazo de tierra, tendrá que trabajar tanto o más
que como se hace hoy bajo el sistema de la propiedad individual para obtener el
mismo resultado mezquino que se obtiene actualmente; mientras que si se une la
tierra y la trabajan en común los campesinos, trabajarán menos y producirán
más. Por supuesto que no ha de faltar tierra para que cada persona pueda tener
su casa y un buen solar para dedicarlo a los usos que sean de su agrado. Lo
mismo que se dice del trabajo en común de la tierra, puede decirse del trabajo
en común de la fábrica, del taller, etc.; pero cada quien, según su
temperamento, según sus gustos, según sus inclinaciones podrá escoger el género
de trabajo que mejor le acomode, con tal de que produzca lo suficiente para
cubrir sus necesidades y no sea una carga para la comunidad.
Obrándose de la manera
apuntada, esto es, siguiendo inmediatamente a la expropiación la organización
de la producción, libre ya de amos y basada en las necesidades de los
habitantes de cada región, nadie carecerá de nada a pesar del movimiento
armado, hasta que, terminado este movimiento con la desaparición del último
burgués y de la última autoridad o agente de ella, hecha pedazos la ley
sostenedora de privilegios y puesto todo en manos de los que trabajan, nos
estrechemos todos en fraternal abrazo y celebremos con gritos de júbilo la
instauración de un sistema, que garantizará a todo ser humano el pan y la
libertad.
Mexicanos:
Por esto es por lo que lucha
el Partido Liberal Mexicano.
Por esto es por lo que derrama su sangre generosa una pléyade de héroes, que se
baten bajo la bandera roja al grito prestigioso de ¡Tierra y Libertad!
Los liberales no han dejado
caer las armas a pesar de los tratados de paz del traidor Madero con el tirano
Díaz, y a pesar, también, de las incitaciones de la burguesía, que ha tratado de
llenar de oro sus bolsillos, y esto ha sido así, porque los liberales somos
hombres convencidos de que la libertad política no aprovecha a los pobres, sino
a los cazadores de empleos, y nuestro objeto no es alcanzar empleos ni
distinciones, sino arrebatarlo todo de las manos de la burguesía, para que todo
quede en poder de los trabajadores.
La actividad de las
diferentes banderías políticas que en estos momentos se disputan la supremacía,
para hacerla que triunfe, exactamente lo mismo que hizo el tirano Porfirio Díaz,
porque ningún hombre, por bienintencionado que sea, puede hacer algo en favor
de la clase pobre cuando se encuentra en el Poder; esa actividad ha producido
el caos que debemos aprovechar los desheredados, tomando ventajas de las
circunstancias especiales en que se encuentra el país, para poner en práctica,
sin pérdida de tiempo, sobre la marcha, los ideales sublimes del Partido Liberal Mexicano, sin
esperar a que se haga la paz para efectuar la expropiación, pues para entonces
ya se habrán agotado las existencias de efectos en las tiendas, graneros,
almacenes y otros depósitos, y como al mismo tiempo, por el estado de guerra en
que se había encontrado el país, la producción se había suspendido, el hambre
sería la consecuencia de la lucha, mientras que efectuando la expropiación y la
organización del trabajo libre durante el movimiento, ni se carecerá de lo
necesario en medio del movimiento ni después.
Mexicanos:
Si queréis ser de una vez
libres no luchéis por otra causa que no sea la del Partido Liberal Mexicano. Todos
os ofrecen libertad política para después
del triunfo; los liberales os invitamos a tomar la tierra, la maquinaria,
los medios de transportación y las casas desde luego, sin esperar a que nadie
os dé todo ello, sin aguardar a que una ley decrete tal cosa, porque las leyes
no son hechas por los pobres, sino por señores de levita, que se cuidan bien de
hacer leyes en contra de su casta.
Es el deber de nosotros los
pobres trabajar y luchar por romper las cadenas que nos hacen esclavos. Dejar
la solución de nuestros problemas a las clases educadas y ricas es ponernos
voluntariamente entre sus garras. Nosotros los plebeyos; nosotros los
andrajosos; nosotros los hambrientos; los que no tenemos un terrón donde
reclinar la cabeza; los que vivimos atormentados por la incertidumbre del pan
de mañana para nuestras compañeras y nuestros hijos; los que, llegados a
viejos, somos despedidos ignominiosamente porque ya no podemos trabajar, toca a
nosotros hacer esfuerzos poderosos, sacrificios mil para destruir hasta sus
cimientos el edificio de la vieja sociedad, que ha sido hasta aquí una madre
cariñosa para los ricos y los malvados, y una madrastra huraña para los que
trabajan y son buenos.
Todos los males que aquejan
al ser humano provienen del sistema actual, que obliga a la mayoría de la
humanidad a trabajar y a sacrificarse para que una minoría privilegiada
satisfaga todas sus necesidades y aun todos sus caprichos, viviendo en la
ociosidad y en el vicio. Y menos malo si todos los pobres tuvieran asegurado el
trabajo; como la producción no está arreglada para satisfacer las necesidades
de los trabajadores sino para dejar utilidades a los burgueses, éstos se dan
maña para no producir más que lo que calculan que pueden expender, y de ahí los
paros periódicos de las industrias o la restricción del número de trabajadores,
que proviene, también, del hecho del perfeccionamiento de la maquinaria, que
suple con ventaja los brazos del proletariado.
Para acabar con todo eso es
preciso que los trabajadores tengan en sus manos la tierra y la maquinaria de
producción, y sean ellos los que regulen la producción de las riquezas
atendiendo a las necesidades de ellos mismos.
El robo, la prostitución, el
asesinato, el incendiarismo, la estafa, productos son del sistema que coloca al
hombre y a la mujer en condiciones en que para no morir de hambre se ven
obligados a tomar de donde hay o a prostituirse, pues en la mayoría de los
casos, aunque se tengan deseos grandísimos de trabajar, no se consigue trabajo,
o es éste tan mal pagado, que no alcanza el salario ni para cubrir las más
imperiosas necesidades del individuo y de la familia, aparte de que la duración
del trabajo bajo el presente sistema capitalista y las condiciones en que se
efectúa, acaban en poco tiempo con la salud del trabajador, y aun con su vida,
en las catástrofes industriales, que no tienen otro origen que el desprecio con
que la clase capitalista ve a los que se sacrifican por ella.
Irritado el pobre por la
injusticia de que es objeto; colérico ante el lujo insultante que ostentan los
que nada hacen; apaleado en las calles por el polizonte por el delito de ser
pobre; obligado a alquilar sus brazos en trabajos que no son de su agrado; mal
retribuido, despreciado por todos los que saben más que él o por los que por
dinero se creen superiores a los que nada tienen; ante la expectativa de una
vejez tristísima y de una muerte de animal despedido de la cuadra por
inservible; inquieto ante la posibilidad de quedar sin trabajo de un día para
otro; obligado a ver como enemigo aun a los mismos de su clase, porque no sabe
quién de ellos será el que vaya a alquilarse por menos de lo que él gana, es
natural que en estas circunstancias se desarrollen en el ser humano instintos
antisociales y sean el crimen, la prostitución, la deslealtad, los naturales
frutos del viejo y odioso sistema, que queremos destruir hasta en sus más
profundas raíces para crear uno nuevo de amor, de igualdad, de justicia, de
fraternidad, de libertad.
¡Arriba todos como un solo
hombre! En las manos de todos están la tranquilidad, el bienestar, la libertad,
la satisfacción de todos los apetitos sanos; pero no nos dejemos guiar por
directores; que cada quien sea el amo de sí mismo; que todo se arregle por el
consentimiento mutuo de las individualidades libres. ¡Muera la esclavitud! ¡Muera el hambre! ¡Viva Tierra y Libertad!
Mexicanos:
Con la mano puesta en el
corazón y con nuestra conciencia tranquila, os hacemos un formal y solemne
llamamiento a que adoptéis, todos, hombres y mujeres, los altos ideales del Partido Liberal Mexicano.
Mientras haya pobres y ricos, gobernantes y gobernados, no habrá paz, ni es de
desearse que la haya porque esa paz estaría fundada en la desigualdad política,
económica y social de millones de seres humanos que sufren hambre, ultrajes,
prisión y muerte, mientras una pequeña minoría goza toda suerte de placeres y
de libertades por no hacer nada.
¡A la lucha! A expropiar con
la idea del beneficio para todos y no para unos cuantos, que esta guerra no es
una guerra de bandidos, sino que hombres y mujeres que desean que todos sean
hermanos y gocen, como tales, de los bienes que nos brinda la Naturaleza y que
el brazo y la inteligencia del hombre han creado, con la única condición de
dedicarse cada quien a un trabajo verdaderamente útil.
La Libertad y el bienestar
están al alcance de nuestras manos. El mismo esfuerzo y el mismo sacrificio que
cuesta elevar a un gobernante, esto es, un tirano, cuesta la expropiación de
los bienes que detentan los ricos. A escoger, pues: o un nuevo gobernante, esto
es, un nuevo yugo, o la expropiación salvadora y la abolición de toda
imposición religiosa, política o de cualquier otro orden.
¡TIERRA Y LIBERTAD!
Dado en la ciudad de Los Ángeles, Estado de
California, Estados Unidos de América, a los 23 días del mes de septiembre de
1911.
Ricardo Flores Magón
Librado Rivera
Anselmo L. Figueroa
Enrique Flores Magón
Librado Rivera
Anselmo L. Figueroa
Enrique Flores Magón
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